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sábado, 4 mayo, 2024
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Recibe Zacatecas al poeta Jotamario Arbeláez

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Por: ALMA RÍOS •

■ El escritor colombiano acudió a la entidad para ser reconocido por su trayectoria

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■ Comparte con el público sus experiencias y las influencias literarias en su obra

“Recuerdo que en 1960 recién me había involucrado en una tribu de cazadores de cabezas anarquistas, negativistas; un movimiento que se llamaba el nadaísmo, que en realidad, pues, su fundador decía: Nos haremos antisociales mientras llega el socialismo.

Y mi abuela, muy consternada me predijo: si sigues por ese camino no hallarás un lugar en el cielo. Lo que mi abuela no pensó fue que sí iba a seguir; me empecinaría en seguir por 55 años más por ese camino y llegaría al cielo en la Tierra, como es haber llegado a Zacatecas hace dos días.

¿Por qué el cielo? Primero porque es una de las ciudades más bellas de la Tierra, y segundo, porque desde luego es el lugar donde en un momento dado se consagra la obra que uno dedicó en la vida a trabajar con la palabra creando, desde luego, pues mañanas esclarecedoras y atacando a los enemigos de la dignidad humana.

La prueba de que he llegado al cielo en la Tierra es que quién me dio la bienvenida; fue nada menos que Sampedro”.

Con este mensaje Jotamario Arbeláez (Cali, Colombia, 1940) cuya obra premia el Festival Internacional de Poesía Ramón López Velarde 2015, saludó personalmente a Zacatecas, y tuvo como respuesta de su público, constituido casi exclusivamente por poetas como él, episodios de risa ante esta bien construida exposición que tejió esta causalidad de situaciones, misma en que aludió también al coordinador general del evento y su principal impulsor desde 1982, el también poeta José de Jesús Sampedro.

Las palabras fueron dichas ayer por la mañana en la recepción oficial de este evento realizada en el patio central de Rectoría de la Universidad Autónoma de Zacatecas, ofrecida tanto para el colombiano homenajeado por trayectoria como para el novel escritor ganador del Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde 2015, David Castañeda Álvarez, y demás integrantes del grupo de connotados poetas que confluyen en esta celebración.

El mensaje de Castañeda Álvarez fue no por más breve menos significativo, al señalar su vínculo con Zacatecas y su Máxima Casa de Estudios, donde se ha formado los últimos 10 años, en que  destacó  su emoción y agradecimiento por la convivencia entre pares, “enormes maestros de la literatura”, pero también, la tradición del Festival Internacional de Poesía, sobre el que dijo es un parteaguas de la tradición literaria en el México actual.

En el evento la bienvenida fue expuesta en las palabras de Hans Hiram Pacheco García, coordinador de Investigación y Posgrado de la UAZ y Alfonso Vázquez Sosa, coordinador su Área de Arte y Cultura.

 

La conversión consecuente y sus premios: El periplo espiritual de Jotamario Arbeláez

Jotamario Arbeláez abrazó el nadaísmo hace 57 años. A sus 16 de edad, se hizo parte de este movimiento literario que reitera como “muy agresivo, muy negativo”, palabras que sin embargo, no van acompañadas de resentimiento en la voz, que se mantiene calma siempre, sin exabruptos, y más bien se asoma con calidez.

El nadaísmo dijo en entrevista para La Jornada Zacatecas, se enfrentó a todos los poderes establecidos de su época: la academia, los políticos, “en realidad a toda la sociedad burguesa”.

El atractivo de esta manera de hablar el mundo a través de la poesía era “su virulencia expresiva” con que contestaba con violencia verbal a la violencia física, y que tuvo como antecedentes al dadaísmo, el surrealismo y el existencialismo, pero también a la Generación beat.

De esta última recupera la figura de Allen Ginsberg, quien en coincidencia “comenzó siendo un demoledor con sus poemas como Howl –Aullido-, pero posteriormente terminó, dice, “siendo un santón del hipismo”.

“De modo que también hay un periplo en el tiempo…puede terminar en una posición muy diferente de la inicial pero de todas maneras consecuente”.

Así su caso, porque del enfrentamiento del nadaísmo contra la academia, los valores morales y espirituales, incluida por supuesto la Iglesia católica y la divinidad, hasta ser vistos sus promotores como “verdaderos anticristos”, Jotamario Arbeláez evolucionó hacia la espiritualidad.

Este tránsito lo vincula con otro poeta también galardonado con el Premio Internacional de Poesía Ramón López Velarde, Ernesto Cardenal, con quien intercambió cartas cuando éste todavía no se ordenaba como sacerdote y permanecía en el Seminario de vocaciones tardías en la ciudad de Colombia.

“Él me decía que había que escribir cosas con contenido, con presencia del hombre, con presencia social, y no esos grafismos y abstraccionismos que no le interesarían posteriormente a nadie en la historia”.

Así su poesía devino en relatoría urbana, “incluso de entrecasa como mucha gente se ha detenido en mi trabajo, que es referido a la gente de mi familia, la profesión de mi padre en la sastrería; pensando que de los elementos humildes pueden nacer ciertas circunstancias verdaderamente asombrosa o extraordinarias”, pero sin perder los elementos comunes a los nadaístas: la irreverencia y el humor negro.

En el transcurso de 57 años de nadaísmo, también dijo, “ha cambiado mucho la sociedad” y así como ha evolucionado para bien, lo ha hecho para mal.

Habla aquí de la ola de violencia que ha permeado la vida de los colombianos, proveniente del narcotráfico, los grupos paramilitares y la lucha guerrillera; y que la intelectualidad, y particularmente los nadaístas, han asumido “a través de la palabra”, denunciándola. “De modo que hemos cumplido con una misión social que nos estaba impuesta”.

Aquí surge otra vez el paralelismo entre los Beat y los nadaístas, pues su fundador, dice, terminó de “místico”, y en el caso propio “yo he tenido relaciones metafísicas con algunos santos de la Iglesia”.

Pasó también en este tiempo en que se había propuesto ser “antisocial hasta que llegara el socialismo”, que cayó el muro de Berlín; “en realidad hemos abdicado y hemos visto cómo fracasaban muchos de nuestros sueños de juventud, nuestras utopías”.

La palabra revolución, que les “sobrecogía” más que la palabra libertad, y a la que unieron todos sus esfuerzos devino en decadencia cuando la lucha guerrillera “fue tocada por el mercado de la droga”.

No obstante Arbeláez afirma dos cosas, que tiene mucha esperanza en que Colombia encuentre la paz a través de un acuerdo con la guerrilla en el que ya interviene el también nadaísta Humberto de la Calle, quien ocupó el cargo de vicepresidente de país, y que pudiera “ser un futuro presidente”.

La otra aseveración que viene en respuesta a ¿dónde está la revolución ahora?, y que antecede con la reflexión de que a pesar de la pasión de los nadaístas por ella “nos sentíamos demasiado cobardes para empuñar un fusil o porque no estábamos de acuerdo con la violencia o con llegar al exterminio o al asesinato de un opositor”, y que por tanto encontraban en la expresión, es que “veo que esos años 60 eran más esplendorosos a pesar del agobio de la Guerra fría y todo, que lo que estamos viviendo actualmente”.

El tema de la espiritualidad y la santidad aparece otra vez en la conversación cuando Jotamario Arbeláez explica las palabras dichas en su saludo a los zacatecanos ayer.

Refiere un encuentro mediúmnico con San Nicolás de Tolentino y San Agustín de Hipona, quienes le habrían anunciado le asistirían para hacer sus escritos y en sus conferencias para abordar temas que no dominara, y que a cambio le ofrecieron el cumplimiento de cinco deseos-

Yo empecé a pensar en mujeres, las más hermosas que venían a mi mente, pero me dijeron no, algo espiritual.

Entonces se decidió por cinco premios de literatura, el Internacional de Poesía Ramón López Velarde es justo el quinto, ante “el que se descubre ante estos representantes de la divinidad” y se expresa dispuesto a cumplirles, porque “ellos ya me cumplieron a mí”.

Arbeláez también se refirió al zacatecano Ramón López Velarde, con el que “se ha enfrascado en profundidad de su obra” como un poeta maravilloso, “un ejemplo para todos los países”.

“Pero lo más lindo es que tanto Zacatecas como Jerez han hecho de él una especie de héroe o santo nacional. En muchas localidades se venera un santo, un mártir o un héroe, pues en estas localidades el poeta es como el santo de la tribu. Entonces eso es verdaderamente fascinante”.

En la entrevista, en que también se habló de la coincidente violencia que comparten Colombia y México, y por tanto Zacatecas, Jotamario Arbeláez quiso decir a los zacatecanos que “en realidad la paz como el amor no se hace sola, que hay que poner de su parte”. Y como regalo compartió su poema Un día después de la guerra.

“Un día después de la guerra/ si hay guerra/ si después de la guerra hay un día/ te tomaré en mis brazos/ un día después de la guerra/ si hay guerra/ si después de la guerra hay un día/ si después de la guerra tengo brazos/ te haré con amor el amor/ un día después de la guerra/ si hay guerra/ si después de la guerra hay un día/ si después de la guerra hay amor/ si hay con qué hacer el amor”.

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