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lunes, 6 mayo, 2024
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Las cúpulas de las izquierdas, incapaces de salir del pantano de su dispersión

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

El 2016 no pinta nada bien para las izquierdas; para definir las fuerzas a las que me refiero me remito a la columna “La izquierda del siglo XXI es antineoliberal” publicada en La Jornada de ayer por Emir Sader donde afirma que la izquierda realmente existente es una categoría histórica, que varía conforme las condiciones concretas de lucha; fue una izquierda de clase contra clase, que incluía a corrientes anarquistas, socialistas y comunistas; fue antifascista, conforme las corrientes de ultra derecha se fortalecían, especialmente en Europa, y fue democrática y popular, socialista, conforme las fuerzas propias que tenía y los enemigos a enfrentar. Afirma Sader que: “Conforme el capitalismo ha ingresado en su era neoliberal y ha asumido la centralidad de las tesis del libre comercio, de la mercantilización, se planteó a la izquierda el desafío de la ruptura con el modelo neoliberal y la construcción

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de alternativas superadoras de ese modelo, que se han denominado posneoliberales.” De acuerdo con sus consideraciones pienso que se puede coincidir en que programáticamente tanto Morena, como el PRD, el MC y PT forman parte de la izquierda mexicana.

Desde mi punto de vista, las izquierdas mexicanas de los setentas y ochentas entendieron bien su circunstancia adoptando como central la lucha por el socialismo democrático tanto en la lucha social como en la arena electoral. Poniendo en el centro una política unitaria consecuente fueron capaces de construir un polo político competitivo que ha mantenido la fuerza de más o menos un tercio del electorado. Sin embargo hoy no parece que las cosas estén claras para sus dirigentes, pues iniciamos el año 2016 con una dispersión enorme y los argumentos utilizados para justificar esa circunstancia siembran la duda sobre su comprensión de cuál es la tarea o el reto fundamental que tienen por delante. Parece que no asumen que la poca resistencia que encontró el gobierno de Enrique Peña Nieto para imponer las reformas estructurales en la primera mitad de su mandato, conducirá a que intente acelerar el, hasta ahora gradual, proceso de desmantelamiento de lo que queda de las instituciones responsables de la educación, la salud y la seguridad social públicas, y que construir un verdadero estado de y para la democracia es su tarea principal, junto con el combate frontal a la corrupción y la impunidad.

Si las izquierdas mexicanas realmente desearan salir de sus crisis dejarían de lado sus intereses partidistas para construir una verdadera fuerza representativas de la mayoría afectada o excluida por el neoliberalismo, para lo cual ya deberían estar luchando unidos en las calles contra las privatizaciones y construyendo proyectos alternativos a los neoliberales para presentarlos en las campañas electorales, evitando que sus diferencias desalienten a quienes ya no sólo “sienten lo duro, sino lo tupido” con las políticas peñanietistas. Ello significa que, sobre todo Morena y el PRD, están obligados a valorar su responsabilidad frente a las condiciones en que hoy mismo vive el pueblo de México en su conjunto, y el de sus entidades federativas en particular, y hagan todo lo posible por hacer converger sus esfuerzos para elegir autoridades comprometidas con defender y ampliar los derechos conquistados.

El PRD debe dar continuidad a la autocrítica que condujo a la elección de un presidente “externo” como Agustín Basave, disponerse a ser consecuentemente opositor a los neoliberales y relanzar una renovada política unitaria, que pase por resolver sus principales diferencias con Morena en la Ciudad de México. Mientras que Morena debe asumir que así como el PRD no se desplomó en la elección federal de 2015 ni en la Ciudad de México ni en Tabasco, entidades fundamentales para el liderazgo de AMLO, será muy difícil que ello ocurra a nivel nacional antes de 2018, por lo que consecuentemente debe cambiar su política aislacionista y abocarse desde ahora a construir pacientemente el polo patriótico y popular que se requiere para sacar a los neoliberales de los espacios de mando de nuestra país. También debe asumir el nuevo partido que el capital político que le reporta la indudable honradez de AMLO no bastará para descalificar al resto de las izquierdas, pues ya debe reconocer que un número significativo de sus propios representantes y candidatos adolecen de los defectos que critican en el resto.

En cuanto a Zacatecas se refiere, lamentablemente la normatividad electoral vigente establece que han terminado los plazos para registrar las posibles coaliciones electorales y, de acuerdo a la información disponible, todo indica que los zacatecanos de izquierda estaremos obligados a atender las campañas de cuatro candidatos de este signo ideológico: Uno por el PT, otro por el MC, uno más por Morena y un cuarto que resultará del proceso en marcha en el PRD. (Hasta ahora ninguna de las personas que han informado su decisión de transformarse en candidatos independientes ha manifestado su signo ideológico). Tendremos que hacer un gran esfuerzo para esclarecer quién de ellos garantizará mejor una política orientada a lograr el crecimiento sostenido del desarrollo humano de los Zacatecanos. Esta será una campaña en la que el único escenario en el que el PRI resulte derrotado, será el que se configure por la participación masiva de los zacatecanos progresistas que muestren la capacidad de lograr lo que no hicieron los líderes partidarios: encontrar un candidato en quién confiar.

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