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viernes, 26 abril, 2024
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Intoxicados

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

El reconocido analista venezolano, Moisés Naím en su columna Observador Global del diario El País, publicó el pasado sábado, “Seis toxinas que debilitan la democracia”, usando como ejemplos paradigmáticos, el caso de la consulta sobre el conocido Brexit en Reino Unido, la elección de Donald Trump, en Estados Unidos, ambos recientes y la elección de Hugo Chávez (Venezuela, 1998). El autor del Fin del poder, identifica la antipolítica, los partidos débiles, la normalización de la mentira, la manipulación digital, la intervención extranjera furtiva y el nacionalismo, como dichas toxinas. Cuando menos cinco de éstas son fácilmente identificables desde hace algún tiempo en México.

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Para Naím, la antipolítica puede identificarse con expresiones de hartazgo a los políticos de siempre, con lo que se ha venido identificando como la simpatía por un actor ajeno al sistema. Sí algo supo hacer López Obrador en los últimos seis años fue justo eso, convertirse en un outsider. Con su severa crítica al Pacto por México, abandonando al PRD y fundando su propio partido, pareciera haber borrado de pronto más de treinta años de trayectoria política a la sombra del sistema democrático que hoy busca deconstruir. Por supuesto que, para ello, antes contó con el apoyo involuntario de un sistema que se pudrió desde hacía tanto, que se acostumbró al mal olor que desprendía y cuyos actores políticos, fueron incapaces de sanar.

El segundo factor es sin duda la debilidad de los partidos. Para el articulista, la fragmentación de los partidos políticos tradicionales permitió el Brexit, la victoria de Trump y de Chávez igual. En México, el retorno a la lógica del “primer priista”, desarticuló los avances democráticos, los pactos y los contrapesos que el PRI había logrado generar en doce años sin presidente de la República y su disciplina acrítica llevó al otrora partido hegemónico a servir de mera instancia de decisiones tomadas en Los Pinos (o Hacienda, vayamos a saber). A su vez, la arrogancia de Ricardo Anaya y su incontrolable ambición partieron al Partido Acción Nacional, sirviéndole apenas de tanque de oxígeno al PRD y de trampolín a un movimiento en ascendencia hacía algún tiempo (MC). Ambos partidos vivieron en el sexenio de Peña Nieto un debilitamiento tanto programático, como territorial y político.

Naím hace un recuento de la inverosímil capacidad para mentir de Trump, del doloroso desengaño del Brexit y de las incongruencias de Chávez. En un primer momento el cinismo de la clase política abrió la puerta para que López Obrador pudiera desdecirse a cada rato, según el foro y conveniencia del aplausómetro, sin más costo que el de unos cuántos tuits. Ya como presidente, el portal Animal Político, tuvo oportunidad de reabrir su sitio El sabueso, para perseguir las declaraciones que a cada mañana nos despiertan la duda razonable.

La manipulación digital, que, para el autor venezolano, es la quinta toxina, es un fenómeno que ha sido denunciado tanto en el sexenio que culminó en 2018 como en el actual. Aunque los gobiernos han respondido siempre en franco deslinde de dichas actividades, es evidente que existe una tendencia a utilizar las redes sociales como campos de estrategia sin ética ni responsabilidad alguna para catapultar rumores sin rostro, información sin firma y ataques a opositores e incluso aliados “extraviados”, cuando así se determina.

La carta enviada por el Jefe del Estado mexicano al Rey de España y dada a conocer recientemente, en la que solicita una disculpa al país ibérico por los actos cometidos hace quinientos años en el contexto de la conquista, han venido a concluir este paralelismo que hace un servidor del artículo de Moisés Naím con el caso mexicano ¿qué estrategia dicta la línea de dicha agenda, sino lo es el despertar un nacionalismo necio, absurdo y simplista, alimentado por la historia oficial (la única que parece conocer López Obrador)?

Finalmente, y sí la excepción hace la regla, me alejo de la idea de que la toxina de la intervención extranjera furtiva (quinta en la lista de Naím) sea un elemento dado en nuestro contexto actual, y aunque no niego que RT es una agencia que se acomoda muy bien a la agenda rusa y que Ackerman parece un tonto útil de la misma (no sé que tan tonto en este caso), no parece ser ésta una circunstancia que, por lo pronto, deba preocuparnos, más allá de la siempre sana y democrática sospecha permanente que debe existir sobre el poder y quienes lo ostentan o buscan ostentarlo. ■

@CarlosETorres_

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