LA COLUMNA JUVENIL DEL CENTENARIO
Dé cómo remontar un cocodrilo en los asfaltos demoniacos
de cómo humectarles de sensibilidad para que sientan
recién cantada la esperanza
de cómo decirles a todos ustedes que la ambición los hace peores
y así nadar en la pura nada las calles que nacieron para ser incendiadas
De cómo incitar a los pesares a que sientan lo vivido
mas allá de la pena y el dolor por ver a un mundo derrumbarse
y que los hogares mexicanos proclamen más allá de toda victoria
haber sobrevivido a los duros inviernos
a los siglos de tamañas obsesiones por engañar a los comensales
De cómo expresar que las voluntades ajenas pueden ayudar al colectivo
y derrumbar todo vestigio de indolencia
y que en ese acto se memorice cada acción que a la leva le sonrojan las palabras
y la llevan a ser más fuertes, menos indolentes, llena de principios
Esta ciudad está arrasada desde muchas primaveras
pero ello no significa que sea su destino el que la marque para siempre sus minutos
a lamentarse olvidando que un día existieron los manantiales y las montañas libertarias
las que juntaron del esfuerzo el deseo fecundo de existir pese al cataclismo
Esta ciudad nos llama a la alegría inesperada
al azoro gigante
a la fortuna insólita de reencontrarnos sabiéndonos al lado de revelaciones majestuosas
Madre: yo si soy digno de recibir de la luz la fuerza que nos hace a todos
ser un medio digno en el trabajo y una ventana a la luz que tanto nos proteja
la que busca la paz y la grieta en el yugo
la que hace de la audiencia franca canciones y poemas que alumbran los caminos
Hace tiempo que se apoyaba tras un hombro el esfuerzo de ser
testigos radiantes y no solo el cataclismo que comparte a ser indiferentes
en el dolor humano y la tragedia compartida
y que en ese andar el hábito de brindar de fuerza nos diera a todos
el instinto de proteger
el ansia de anular el odio,
la paz tan ansiada en los corazones motivados
por eso se les llama gigantes a los obreros del alba que defienden
en la palma de su mano la decisión final del alboroto
que no sea vista la mirada que al tumulto solo le deja cenizas
si no fiesta permanente y guardia y vigilia ante la chispa que alcanzará la llama
por eso se les dice a los de levita que son irascibles y locos capaces de
Impedir las alboradas
para que se fuguen los intentos
de ver a un país como el nuestro sin llamas ni tragedias
por eso se arrecia al corazón de todos que habiten los intentos
a darle fuerza y no vagancia a la unidad tan esperada
que si el Dios de lo eterno permite ascender a las calles polvorientas
el portento necesario que active la esperanza
esa que nos hizo dichosos desde niños pese a tantas desventuras
esa que se ve entre el polverío de las muchedumbres reencontradas
a darle fe
a darle giro
y oficio
a un súbito poder desde la entraña
y no temer
y no empezar desde la nada
por eso remontar un cocodrilo en el asfalto
será como insinuarle a la bestia urbana
la danza nueva que nos hace resonar que un día seremos libres
ya para pasado mañana la fiesta de la defensa urbana
ya para mañana el vigor y la resistencia de una guitarra
ya para hoy la poesía que celebra su presencia y condena a flote
jamás volver a la melancolía…
Madre: hay gaje y oficio
y una alegría inesperada
También recorre los tumultos…