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miércoles, 8 mayo, 2024
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Los cuentos de la criada

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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO FLORES •

El pasado 11 de febrero “La Jornada” publicó una nota en la que las mujeres del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional comunican que decidieron suspender el “Segundo Encuentro Internacional Mujeres que Luchan”, que en marzo de 2018 tuvo lugar en el caracol “Torbellino de nuestras palabras” en Morelia, Chiapas. Se canceló porque “los nuevos malos gobiernos ya lo dijeron claro que van a hacer sus megaproyectos de los grandes capitalistas. De su tren maya, de su plan para el Istmo de Tehuantepec, de la siembra de árboles para mercancía de maderas y fruta. También dijo que entran las mineras y las grandes empresas de alimentos”. La nota se compone de extractos de la “Carta de las zapatistas a las mujeres que luchan en el mundo” publicada en el portal enlacezapatista.ezln.org.mex en la que explican con detalle su posición respecto a los megaproyectos de la cuarta transformación y ofrecen otra razón para no realizar el evento: “Y pues ahora ya no es seguro, porque lo sabemos que el capitalismo viene por todo y lo quiere no importa a que costo. Y lo van a hacer porque sienten que mucha gente los apoya y que pueden hacer barbaridad y media y mucha gente los va a aplaudir. Y nos van a atacar y a revisar sus encuestas a ver si tienen buenos puntos y así hasta que nos acaben”. En otras palabras: organizar el encuentro hubiera significado presentar un flanco que el gobierno podría haber utilizado para generar animadversión hacia el zapatismo en general porque no hubieran podido garantizar la seguridad de las asistentes. Durante 2018 hubo 86 asesinatos de niñas (El País, 08/03/2019) y las cifras de asesinatos de mujeres en los últimos años (según la SEGOB e Inmujeres en “La violencia feminicida en México, aproximaciones y tendencias” de 2016) siguen un patrón cíclico creciente, en el que en algunos años se reduce la tasa para incrementarse aún más después de un lapso de tiempo. La tasa promedio, según la publicación referida, es de 15 asesinatos cada dos días, una que la sociedad patriarcal extrema de “El cuento de la criada” de Margaret Atwood, logró en sus mejores momentos. También a los hombres se les mata, pero existe un elemento importante: la tendencia a la reducción en el caso de las mujeres es muy lenta, lo que parece indicar una persistencia de la violencia hacia ellas y la existencia de factores explicativos diferenciados. Aquí cabe citar de nuevo la carta de las zapatistas a las mujeres del universo: “No entienden que lo que ellos llaman “progreso” es una mentira, que ni siquiera pueden cuidar la seguridad de las mujeres, que siguen siendo golpeadas, violadas y asesinadas en sus mundos progresistas o reaccionarios”. Hay dos puntos importantes aquí: el primero se relaciona a la idea de progreso económico basado en el crecimiento de la producción de mercancías y el establecimiento de relaciones asalariadas, el otro a la imposibilidad de garantizar la seguridad de las mujeres. Implementar megaproyectos en la región sureste de México implica la generación de relaciones asalariadas porque la población se contrata en las grandes empresas que construirán trenes, termoeléctricas, hoteles, en general eso que se identifica con el sector servicios o extracción de materias primas para su valorización en el mercado mundial. A la par de esto se genera la industria de los “giros negros”: tráfico de drogas, prostitución, todo aquello que acompaña a la parte brillante de “modernidad” dondequiera que va. Para las zapatistas esta forma de “desarrollo” no es una buena vida porque el salario siempre será miserable y las relaciones interpersonales viciosas, tanto que llevan a la violencia, el asesinato, la humillación, la servidumbre. Lo dicen así: “Quieren que nos convirtamos en sus peonas, en sus sirvientas, que vendamos nuestra dignidad por unas monedas al mes”. La historia reciente de la humanidad es la triste narración de la derrota de todos los movimientos opositores a las relaciones asalariadas, y la de las mujeres fue la de la desvalorización de su trabajo durante largos periodos de tiempo hasta que se integró al mercado capitalista, canje que la llevó de la violencia doméstica a la violencia infligida por los patrones y la sociedad en general. En la parte final de la carta de las zapatistas se hace la siguiente sugerencia: “Entonces pues te decimos, compañera y hermana, que no vamos a hacer acá el Encuentro, pero sí háganlo en sus tierras según sus modos y sus tiempos”. Quizá la sociedad civil, últimamente reducida a la corrupción, podría convocar a más de cinco mil mujeres en alguna parte de México, pero no podría garantizar la seguridad de ninguna de ellas. Ni siquiera los gobiernos estatales pueden hacerlo, así que cualquier manifestación queda en símbolo; imagen de la posibilidad de otro mundo. En Zacatecas, en la sala “Leonel Álvarez Yañez” de la Unidad Académica de Ciencia Política de la UAZ, tuvo lugar una de esas manifestaciones: la Red en Rebeldía y Resistencia de Zacatecas convocó a un conversatorio y muestra fotográfica con el testimonio de mujeres que asistieron al Primer Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan en marzo del 2018. Otro mundo sigue siendo posible. ■

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