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viernes, 26 abril, 2024
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Tortas Japonesas

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Por: HERÓN EDUARDO DOMÍNGUEZ •

La peor noticia, quizá, de un año de malas noticias, es la renegociación en puerta del Tratado de Libre Comercio, decretada por Donald Trump con el propósito expreso de arrebatar a México las exiguas, si es que algunas, ventajas derivadas del tratado de marras.

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Provienen las desventuras abundantes, según el Papa Francisco, de nuestro maltrecho país, del encono demoníaco instigado por la privanza evidente de la Virgen María, quien no sólo repetidamente apareció en nuestro suelo sino plasmó su imagen en la tilma del indio Juan Diego.

Y según parece confirma, la noticia anterior, la tesis antedicha, habida cuenta enfrenta México brutales embestidas de la mayor potencia del planeta, copada su cabina de mando por sujetos que amén de irresponsables e ineptos resultan apocados y medrosos, a los que la suerte de sus gobernados les tiene sin cuidado, en el mejor de los casos.

Las cosas así no resta sino emprender jornadas de oración y penitencia, y elevar rogativas a nuestra Madre Celestial impetrándole implemente urgentemente alguna suerte de control de daños, pues de otro modo podría quizá salir más caro el caldo que las albóndigas. Qué así no sea.

Ha transcurrido el tiempo suficiente para determinar que la sustitución del general Froylán por el policía Camberos en la “secretaría de seguridad” no ha cambiado nada salvo para empeorar; esto muy probablemente, según algunas especies, que si bien producto de la opacidad prevaleciente en los ámbitos oficiales parecen empatar con la realidad, debido a que el método aplicado en el nombramiento del general fue idéntico al usado para reclutar al policía: fueron ambos contratados no en función de sus capacidades o aptitudes sino en virtud de sendas recomendaciones; del secretario de la defensa en el caso de Froylán, y el de Gobernación en el de Camberos.

Y como haciendo memoria caemos en la cuenta de que la gestión de Froylán fue peor que la de Pinto pero menos que la de Camberos, será mejor que nos quedemos con el último hasta la consumación de los tiempos.

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