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martes, 7 mayo, 2024
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El Mando Universitario, visto desde Hannah Arendt

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Por: MARCO ANTONIO TORRES INGUANZO •

En la Universidad, más que en cualquier otro lado, se debe cuidar la democracia. Sobre todo la Deliberativa, porque es el espacio por excelencia del diálogo y el pensamiento. Desde que la Universidad nació al final del siglo XII, lo hizo en tanto que comunidad, en algunas de ellas, quien llevaba el gobierno universitario eran estudiantes. Pero desde sus orígenes se concibió como una corporación o comunidad, lo cual implicaba intenso diálogo y discusión que obligaban a quien tomaba decisiones a justificar públicamente lo que hacían. Y en la escolástica era esencial la fundamentación o justificación de lo que se pensaba y de lo que se hacía. Ahora, después de transcurrido el tiempo, la Universidad es un espacio privilegiado del pensar, y esto último es imposible si la institución no cuenta con autonomía respecto al poder estatal y libertad en su interior. Sobre estos dos asuntos quiero reflexionar un poco: la democracia deliberativa y la libertad en la universidad de Zacatecas.

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El ejercicio deliberativo de la democracia permite presentar públicamente las razones que sustentan las acciones. Con ello, se abre la posibilidad de que se antepongan otros razonamientos a los primeros y el debate mejore el contenido de las decisiones. Mejorar no sólo en su legitimidad sino en su estricto contenido. La deliberación obliga a la autoridad a convencer a la comunidad y no a imponer las decisiones. Lo dice Hannah Arendt respecto a la vida de la Polis Griega: “la diosa de la persuasión tenía un lugar en Atenas. Persuadir, peithein, constituía la forma del discurso específicamente política, y puesto que los atenienses se enorgullecían de que ellos, al contrario de los bárbaros, conducían sus asuntos políticos en la forma del discurso y sin coacción, consideraban la retórica, el arte de la persuasión, como el arte más elevado y verdaderamente político”. Esto es, la política en su forma deliberativa nos aleja de la barbarie. Los romanos agregaron a esto, la existencia del Derecho. Así las cosas, eliminar la discusión pública de las razones que construyen las decisiones, es la entrada a la barbarie. Y en la UAZ vemos cómo se esconden las decisiones. Nos damos cuenta de ellas cuando ya están en operación. Incluso entre los funcionarios hay ausencia deliberativa. Hace tiempo propuse establecer una Rectoría de Gabinete, para que este órgano se constituyera en una especie de “ejecutivo colegiado” que creara una instancia formalmente reconocida de carácter colegiado que estuviera conduciendo la vida cotidiana de la institución; a parte del Consejo Universitario, que decidiría los asuntos de carácter más estratégico. Pero la instancia donde se toman las decisiones no es una formalmente constituida para esto: el grupo político del rector. El rector tiene el derecho a reunirse con su grupo político, siempre y cuando estas reuniones no suplanten al Consejo Universitario y a otras instancias formales deliberativas y decisorias. Así las cosas, se nos configura una estructura de mando contraria a las expectativas que se tenían en el proceso de transición.

Las decisiones se esconden para ‘no dar oportunidad a los críticos de actuar’ y operar sin obstáculos los acuerdos tomados en el ‘petit-comité-político’. Con ello, la deliberación en las instancias constituidas para eso, es eliminada. ¿Cuáles son los criterios prioritarios en un petit-político? Pues el control político de la institución. Todo lo demás es secundario y subordinado a lo primero. Tal vez en sus reuniones hablen del modelo académico, pero se hace en función de que resulte algo controlable. La suplantación de la Comunidad Universitaria por un petit-político. Y una manera de controlar a una comunidad es con el miedo: la amenaza de despido (por los docentes) o retiro de apoyos (por los directores), u otras formas, se establecen como códigos ordinarios de actuación institucional. Y la gestión del miedo es lo contrario a la libertad. Hay miedo en la UAZ. Sobre esto, nos dice Arendt: “el miedo es un principio anti-político cuya función es limitar la fuerza de aquellos que son considerados iguales (…) se resquebrajan hasta que la fuerza de uno anula la fuerza del otro. Es el mecanismo de las tiranías (…) las tiranías destruyen el estar-juntos de los hombres, los aísla ente si”. El decidir desde el petit-político, movimientos de personal, eliminación de programas o centros o planteles y el despido de docentes, introduce una dinámica de miedo, porque es un poder arbitrario quien lo hace, no es producto de la deliberación pública donde todos tienen la misma oportunidad de exponer sus razones, y el poder está obligado a justificar sus acciones y no imponer, sino a construir acuerdos. El miedo es por la estructura del mando que se establece, no por el contenido de las decisiones.

Cuando entró el actual rector a la administración, se tenía la expectativa contraria, dos de los criterios de elección fueron dos asuntos que aquí comentamos: la idea de que daba trato a todo mundo y la creencia de que impulsaría no sólo los Consejos decisorios sino foros abiertos y esas cosas. No faltaban razones para creer esto, su paso por el Spauaz así lo fue. Pero ahora no se le reconoce: no da trato y oculta las decisiones. Además, los grupos tipo petit-político tienen la caracteriza que actúan bajo la lógica ‘amigo-enemigo’ (de la que habla Carl Schmit), lo cual significa que su operación se dirige a detener o eliminar la pluralidad. Los otros, los diversos, son vistos como amenazas que se deben eliminar.

Así las cosas, estamos en problemas en la estructura universitaria de mando, que todo indica se orienta a la barbarie. Por último, el caso del despido del compañero de los apodos, queda para una aportación especial, pero una anotación se alcanza: el despido supone que el rector debe tener un trato de excepción respecto al resto de los universitarios. Lo cual no parece correcto. Quienes tenemos sentido de Ciudadanía pensamos diferente a quien se asume como Cortesano: hinca su pie ante el poder y hace una reverencia. Los republicanos pensamos y actuamos con libertad.

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