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viernes, 26 abril, 2024
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La danza es doblemente marginal porque “es un espacio para mujeres”: Hayde Lachino

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Por: ALMA RÍOS •

■ En casi todo el orbe, practicar este arte es es un tipo de activismo, de militancia, opina

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■ La investigadora y escritora ofreció la conferencia Del ballet a la danza contemporánea

La danza es un lugar que siempre tiene que estar validándose porque es un arte del cuerpo que se expresa en una civilización donde éste es despreciado. “A la gente se le mata, se le desaparece, porque es cuerpo”. La danza es doblemente marginal porque “es un espacio para mujeres”, dijo Hayde Lachino, impulsora en México de la videodanza, investigadora y escritora sobre el arte.

La acotación es importante en el contexto de la celebración del Día Internacional de la Danza, porque Lachino asevera que en todas partes del orbe, con contadas excepciones: Inglaterra, Canadá y Francia, “hacer danza casi es un tipo de activismo, de militancia”, que implica pelear presupuestos y defender todo el tiempo “la pertinencia de lo que uno haga”. Así sucede en todo el mundo y por tanto en Zacatecas.

La también productora dancística y teatral fue invitada por bailarines y coreógrafos zacatecanos, bajo el auspicio de la subdirección de Enseñanza e Investigación del Instituto Zacatecano de Cultura, a ofrecer la conferencia Del ballet a la danza contemporánea.

La temática le fue solicitada por los convocantes y abordó para ello elementos estilísticos del ballet y la danza moderna y postmoderna, pero dijo, le interesó aportar aspectos poco estudiados en las historias conocidas de estas artes, los contextos políticos, filosóficos y sociales “que hacen que una danza aparezca”.

Su surgimiento refiere un cierto momento histórico en donde una manera de ver el mundo responde a una estructura socioeconómica que determina en gran medida, “esas formas de arte y no otras”.

El tema es importante dijo, porque se vincula mucho a lo que actualmente sucede en México con un arte y artistas, alejados de las dinámicas sociales y la problemática por la que atraviesa el país, ante lo que propone como fundamental repensar su vinculación a ellas.

La perspectiva desde la que ofrece su lectura a los fenómenos del arte y la danza en México y el mundo, proviene de un pensamiento progresista, feminista y marxista.

Al respecto cuestionó la definición “muy defendida por los artistas” de la autonomía del arte, desde la que dicen, podrían dedicarse a su práctica sin pensar en términos de un mercado o de presiones que atiendan a lógicas políticas.

“Lo real es que esta autonomía del arte ha creado un ámbito sobre todo en México, que tiene una política pública muy particular con relación a los artistas. Ha creado una condición en donde se vuelven funcionales del sistema”, expuso.

Es cierto que existe un arte que pretende ser político y se enuncia desde ese lugar, pero al final, agrega, termina inmerso en los circuitos oficiales, validado por el propio sistema de becas propuesto por esta política pública, “y son artistas que no están en contacto con la sociedad”.

Opone al ejemplo las experiencias latinoamericanas de países como Colombia, Brasil, Uruguay o Chile, algunos que vienen de las dictaduras, donde se han creado una serie de relaciones comunitarias que a partir del arte permiten repensar “otras maneras de acción política del arte y la cultura”.

En México sostiene, esto no está pasando, o por lo menos con la contundencia que lo requiere “la emergencia nacional” caracterizada por una crisis en materia de derechos humanos y una debilidad institucional, con todos los peligros que esto implica.

El tema de pensar el arte y la cultura “desde otro lugar” es importante, reitera, y observa que hoy día la teoría feminista está dando respuesta a problemáticas del mundo desde lo afectivo, la sororidad, el encuentro y cuidado con el otro, el relacionamiento horizontal y la empatía. “Es decir, toda una serie de categorías que definen lo humano desde otro lugar”.

La lectura de la danza desde el marco teórico del marxismo, el feminismo, el pensamiento progresista, abre preguntas que le interesan, sobre las posibilidades de la relación cuerpo a cuerpo en todos los sentidos, “de encuentro político, amoroso”, de auto experiencia sensible.

Ejemplifica con el caso del ballet, y lo refiere como el resultado y secuencia de un proceso muy complejo que se dio con la modernidad, entre los siglos 14 a 17, en este último cuando comienzan a institucionalizarse las academias para su enseñanza.

“Qué fenómeno ocurre aquí y que es muy importante, que la modernidad finalmente es capitalismo”, señaló.

Fue una ruptura cultural donde el espacio de la creatividad dejó de ser socialmente compartido para convertirse en “un espacio de pocos. Los artistas terminaron por secuestrar la creatividad”.

El antecedente del ballet eran las danzas barrocas practicadas por campesinos en sus comunidades, mismas fueron retomadas por una clase social que las volvió elitistas, “y entonces ahí vienen muchos problemas”.

El ballet es la síntesis de una forma de ver el mundo que tiene que ver con valores aristocráticos; reproduce historias de príncipes, reyes, doncellas. Y en términos del cuerpo de la mujer y de la función social de la misma, generó un cambio de percepción.

“Mientras en épocas anteriores las mujeres van a ser fundamentales en la comunidades por ser las parteras, las cuidadoras”, la modernidad capitalista les quita su potencial social y político “para convertirlo en la sílfide, la delgada, la etérea, la que es observada, la que tiene que ser salvada, la que muere de amor…con todo lo que eso implica”.

Por otro lado, el ballet instaura categorías de lo bello que corresponden a un cuerpo europeo, blanco; categorías que son problemáticas porque todos los cuerpos que no corresponden a ese ideal, no lo son.

Los valores que van a potenciarse en el público, desde los que se observa al ballet, “tienen que ver con el individualismo, con ciertos valores asociados con el capitalismo”.

Propone Hayde Lachino mirar críticamente los productos de la cultura humana, “para saber exactamente en qué terreno nos estamos moviendo”, lo que no quiere decir que no le guste el ballet, en términos estéticos este género de la danza no presenta controversia.

El análisis es pertinente agregó, porque también es importante no aplicar categorías de apreciación del ballet a la danza moderna, pues son dos cosas distintas.

Agrega justo, que con el siglo 20 deviene otra ruptura en la danza, con mujeres como Isadora Duncan o Martha Graham, y en México Guillermina Bravo y las hermanas Campobello, que plantearon una visión sobre este arte opuesta al ballet. “Cuerpos femeninos liberados del corset, del zapato…con un profundo compromiso político”.

 

Danza, su doble

marginalidad

Para regresar al tema de la doble marginalidad que ha caracterizado a la danza por ser un arte del cuerpo y mayoritariamente habitado por mujeres, que explicaría desde el patriarcado el desdén social e institucional, refiere que fue hasta la segunda mitad del siglo 20 que comenzó la reflexión teórica seria sobre esta manifestación cultural y artística; antes, los filósofos sólo se ocuparon de la pintura, la música y la literatura, “la danza no entraba porque es cuerpo”.

El tratamiento que se le ha dado al tema tiene que ver justo con la modernidad, que también se entiende como un proyecto que propone a la razón como la expresión “de lo más humano”. Desde esta lectura, el cuerpo es vestigio de lo animal.

Recuerda la estudiosa otra vez sobre el ballet, que fue una manera de querer controlar el cuerpo, “domesticarlo”. Aporta que al momento de la aparición histórica de este género dancístico, se apareja el surgimiento de los manuales de buenas costumbres y hábitos de higiene.

Así se explica que la danza a nivel mundial, y Zacatecas no es la excepción, sea el sector que menos recursos recibe y más problemáticas enfrenta para su validación y visibilidad.

No obstante, expuso que ninguna sociedad es homogénea ni monolítica, siempre hay fisuras a través de las cuales pueden impulsarse procesos, “y lo que me queda clarísimo es que en Zacatecas sí hay gente que está trabajando a favor de la danza”.

Dijo, vale la pena apostar por ellos, concretamente por los jóvenes que traen el potencial para dinamizar al país.

En el estado hay una enorme tradición musical y dancística, “una historia del cuerpo” y muchos jóvenes “que están claramente conscientes de que la danza es la manera en que quieren vivir la vida y desde ahí dialogar con el mundo”, observó.

Para los retos de la terrible situación que está viviendo México, agregó, la apuesta por la cultura no es menor.

“Países como Colombia lograron revertir escenarios de violencia gracias a una apuesta decidida de la sociedad y las instituciones por el arte y la cultura”.

Hoy las respuestas que no están pudiendo dar los espacios políticos habituales, las tienen que dar los artistas. Pues en muchos lugares del mundo el arte y la cultura han sido antesala de cambios sociales, por lo que apostar por ellos, “es un deber ser”, dijo.

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