Hace dos semanas, en El péndulo, comenté mi convicción de que el pueblo de Zacatecas no ha procesado ni compartido un proyecto de desarrollo local durante todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI. No logramos incorporarnos a la modernización del mundo rural ni a la industrialización del país auspiciada durante la fase de la sustitución de importaciones y del desarrollo estabilizador, ni logramos insertarnos en las redes económicas surgidas al amparo del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) porque no existió el proyecto ni el liderazgo capaz de negociarlo con el Gobierno Federal. Ahora mismo es posible demostrar que la ausencia de un proyecto compartido es lo que ha llevado a gobiernos a invertir muchos recursos económicos en obras no prioritarias como unas ostentosas oficinas gubernamentales, glorietas innecesarias o el anunciado mega teatro o centro cultural del centenario. Lo mismo se puede decir de las competencias entre alcaldes por ser el que más celebridades contrata para las ferias municipales y la confusión de dirigentes políticos autoridades de la labor de gobernar con la repartición de “apoyos” un día sí y otro también. La ausencia de proyecto también se percibe en la problemática del sector educativo en su conjunto y, lamentablemente, en el laberinto aparentemente sin salida en que se encuentra nuestra Máxima Casa de Estudios.
La UAZ es una de las instituciones que suscita mayor confianza en la sociedad; en la población en general, sobre todo entre los padres de familia, prevalece la expectativa de que los jóvenes alcancen una formación universitaria, aspiración que no está desligada del papel que ha tenido la Universidad en la movilidad social. Ese reconocimiento crecerá si la institución tiene siempre presente el contexto en el que se desenvuelve y la problemática social en su conjunto, pues sólo así mantendrá su pertinencia social. Sin embargo, la inexistencia de un proyecto de desarrollo para el estado y la improvisación en la función gubernamental en su conjunto, incluido el gobierno universitario, hacen prácticamente imposible cualquier labor de planeación institucional sólida y realista. En esa circunstancia aparece nítidamente una primera responsabilidad de los universitarios: elaborar y proponer al pueblo de Zacatecas una propuesta de proyecto alternativo de desarrollo local que incluya, por supuesto, el papel de la propia institución.
Un proyecto de desarrollo para Zacatecas elaborado desde la Universidad expresaría su compromiso con la construcción de una sociedad más justa y equitativa, participando más activamente como conciencia crítica de la misma, convencida de que su trabajo constituye uno de los mejores antídotos contra la desigualdad social, porque en el mundo actual el conocimiento tiene una gran potencialidad para ello; en ese proyecto se puede demostrar que ante los rezagos y retos que enfrenta nuestra entidad es imprescindible reivindicar el derecho a la educación porque constituye la vía primordial para la superación, tanto de individuos como de asociaciones y comunidades, y que la educación superior, sobre todo la pública, es un poderoso instrumento para abatir la desigualdad y la pobreza, pues para los sectores más desfavorecidos constituye el medio más importante de movilidad social.
La universidad pública zacatecana ha realizado importantes aportaciones a la sociedad; el desarrollo social y económico logrado en la entidad no podría explicarse sin la contribución y participación de los egresados universitarios. Sin embargo, su condición de institución pública debe implicar un compromiso permanente con la sociedad en su conjunto, lo que significa investigar las causas de sus problemas y su evolución, para generar propuestas pertinentes para enfrentarlos. Zacatecas necesita que su Universidad sostenga e incremente su contribución en el ámbito cultural, requiere su opinión sobre: la sustentabilidad hídrica, los impactos de la gran minería y la cervecera, el desarrollo económico sustentable con inclusión de los emigrantes, el rescate del medio rural, la regeneración del tejido social, la procuración y administración de justicia, la reforma del Estado para erradicar la corrupción y la impunidad, y que sus instituciones estén orientadas al bienestar general, entre muchos otros temas.
Como se ve, un gran desafío de la Universidad consiste en asumir a plenitud su papel como agente del cambio social en una sociedad caracterizada por graves desigualdades y pobreza; en asumir con claridad que su desarrollo institucional está condicionado por su contexto histórico y social y que, por lo tanto, debe aportar todas sus capacidades para que el pueblo zacatecano cuente, lo más pronto posible, con un proyecto alternativo que nos una en lo esencial y nos permita avanzar rápidamente en la construcción de nuestra sociedad del conocimiento. Una tarea como esa también aportará la claridad necesaria a la comunidad universitaria para definir sus propios procesos de transformación, reforzar la calidad y pertinencia tanto de su oferta como de su trabajo académico; consolidar la investigación, perfilar sus proyectos para contribuir al desarrollo tecnológico y la innovación, estableciendo nexos estables con la sociedad civil e instituciones gubernamentales. Con todo ello aumentará el respaldo social y será más fácil lograr el financiamiento suficiente para el desarrollo de sus funciones y actividades.
