■ La Revolución fue un proceso de reforma que concluyó con un Estado de Bienestar, señalan
■ Se instauró un modelo que permitió acelerar el desarrollo del país: Hernández Chávez
Entender el concepto de Revolución como un cambio violento en el orden político, económico y social de una nación, significa que el proceso iniciado en México en 1910 fue en realidad una etapa de reforma política que concluyó con la instauración de un Estado de Bienestar, pero sin trastocar el orden capitalista.
Así lo afirmó Alicia Hernández Chávez, investigadora del Colegio de México, durante la inauguración del ciclo de conferencias La Marea Revolucionaria, organizado por el programa de maestría-doctorado en Historia de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).
Señaló que el mito de la Revolución social donde ganan campesinos y obreros contra hacendados, Iglesia y opresores, se construyó y propagó entre 1920 y 1940, y ello se expresó con pintura, muralismo, novela, cine, libros de texto, misiones culturales y educación pública.
Es decir, “las políticas sociales que transforman al país y que conforman el Estado Benefactor que conocimos, se desarrolla bajo los gobiernos de Alvaro Obregón a Lázaro Cárdenas”.
En el contexto de la depresión, generada por la Primer Guerra Mundial, en México se ejecutaron políticas públicas de salud, educación, y derechos laborales y políticos, lo que significa que, independientemente del proceso revolucionario, tarde o temprano habrían llegado esas reformas de carácter social.
Hernández Chávez se refirió, por ejemplo, a Brasil y Chile, y recordó que en esos países no hubo una Revolución, y sin embargo el desarrollo social fue similar al que tuvo México a pesar de haber pasado por un proceso revolucionario.
“Por lo anterior, sostengo que la lucha que ocurre entre 1909 y 1913, es una lucha de poder entre la oligarquía gobernante y la gran burguesía mexicana. No es una lucha de clases desde el pueblo o la clase trabajadora”, dijo.
Asimismo, producto de ese proceso revolucionario, se generó una relación estrecha entre empresarios y jefes políticos regionales, debido a que estos controlaban los ferrocarriles, transporte y comercio, lo que significa que el federalismo padeció estragos en ese momento, pero con la idea de la unidad nacional.
En 1933, comentó, se reformó la Constitución de 1917, y a partir de ese momento se trasladaron diversas facultades al poder federal, ello con el objetivo de generar una efectiva rectoría del Estado, concebida por un poder presidencial encuadrado por un partido nacional y un poder legislativo.
Desde su punto de vista entonces, durante el periodo que se dice revolucionario, solamente hubo muchas reformas que consolidaron al Estado desde 1920 y hasta 1970, poco antes de la crisis de 1982.
Es decir, Hernández Chávez afirmó que el Estado de Bienestar, rector de la economía, perduró a los estragos de los gobiernos de Luís Echeverría Álvarez y José López Portillo, consolidando un Estado mediador de los conflictos sociales con capacidad de regular conflictos entre capital y trabajo.
“Esto fue perfeccionado, todo el sistema, por Lázaro Cárdenas, mediante la corporativización de los sectores obrero y campesino, y temporalmente el militar, y transfiriendo el poder de la presidencia del partido, al ejecutivo”, indicó.
Es decir, fue un modelo que permitió avanzar y acelerar el desarrollo económico y social del país, cuyo principio económico se basó en el fortalecimiento y expansión del mercado interno, establecer las condiciones para un desarrollo industrial e instaurar una economía mixta donde el Estado ocupaba un sitio estratégico como rector de la economía, redistribuyendo el ingreso y buscando un equilibrio social y político, sin proponerse en ningún momento abolir el predominio capitalista.
