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viernes, 26 abril, 2024
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Recupera Jesús Lemus la vida carcelaria de varios presos míticos del país en el texto Los Malditos

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Por: ALMA RÍOS •

■ “Yo no salí completo de la cárcel, sigues siendo preso para toda la vida”, expone el autor

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Mediante narraciones “de preso a preso”, pero que en este caso involucran a los hombres que se convirtieron en mitos como enemigos públicos de la sociedad mexicana y aun internacional, la mayoría por sus ligas con el crimen organizado, el periodista Jesús Lemus recuperó en Los Malditos la vida carcelaria de Rafael Caro Quintero, Daniel Arizmendi El Mochaorejas, Mario Aburto El Duby, personaje cercano al Chapo Guzmán y la de este último, relatada “como una presencia ausente”, tras su fuga del lugar en el que controlaba “el orden interno”, incluidos a director y custodios.

En conversación con Marco Antonio Torres Inguanzo, conductor de Synergia, programa de análisis de La Jornada Zacatecas TV, Lemus ofrece además desde las páginas de Los Malditos, los métodos utilizados para conseguir la presunta readaptación social y en su propio caso, la revelación del uso de la estructura del Estado por grupos vinculados al poder político en turno, que convierten a inocentes en “reos de alta peligrosidad”.  

Además, evidencia el poder del narcotráfico como una realidad intocada cuya pantalla hacia la opinión pública es justo la aprehensión de hombres-mito y la necesidad de éstos de comunicar a la gente “las chingaderas que pasan aquí y que Gobierno federal ‘también es delincuente’ y no sólo los que integran los cárteles”.

Estas y otras historias, entre ellas, una surrealista explicación del asesinato de Luis Donaldo Colosio, presuntamente recuperada del autor material de su crimen por un tercer personaje en reclusión, se integran al texto publicado por editorial Grijalbo mediante su sello Random House Mondadori, mismo que fue calificado por Torres Inguanzo como sorprendente y revelador. 
 
El uso de la estructura del Estado por los amigos de Felipe Calderón
La experiencia de Jesús Lemus fue comparada por Marco Torres Inguanzo con lo narrado por Dante Alighieri en su Divina Comedia. Un ser que baja al infierno y vuelve de él. La diferencia reside sin embargo, en que Lemus es periodista, la esperanza de poder contar lo ahí visto y oído le salvó la vida.

“Me trajeron acusado de delincuencia organizada y de fomentar el narcotráfico, lo que pasa es que me bronquee con el presidente municipal de mi pueblo y con el diputado federal de allí mismo y resulta que son amigos personales del presidente Felipe Calderón, pues aquí ando bailando de a feo”, citó Torres Inguanzo del libro para exponer el caso de Lemus.

Esta circunstancia, comentó el autor, se repitió durante el gobierno del panista. “Fue uno de los grandes signos de Felipe Calderón, que puso al servicio de sus amigos toda la estructura del Estado”.

En su secuestro, como especifica fue el caso de su pérdida de libertad, se involucraron un comandante de Guanajuato, un juez federal y el propio gobernador en turno, Juan Manuel Oliva.

Lemus fue acusado de narcotráfico con el argumento de que “se juntaba con muchas personas extrañas” y  trasladado del penal de Puentecillas de esa entidad hacia Puente Grande, Jalisco, tras habérsele clasificado como “reo de alta peligrosidad” mediante un estudio criminológico basado en sus respuestas a dos preguntas: “¿cómo te llamas? y ¿qué edad tienes?”.

Su suerte, asegura, hubiera sido la misma de los 75 mil muertos que arrojó el sexenio de Felipe Calderón, “ser un falso positivo más”. De no haber sido porque su esposa denunció su desaparición a la organización internacional Reporteros sin frontera, que puso en operación un protocolo de búsqueda, mismo que lo ubicó.

“Ya no pudieron presentarme como cuerpo”,  dijo. Entonces encontraron en la acusación por narcotráfico el medio de internarlo como reo.

En el texto se maneja la hipótesis de que el responsable de la detención y encarcelamiento arbitrario de Jesús Lemus es El Yunque, organización de ultraderecha que tiende sus redes al interior del Partido Acción Nacional, comentó Torres Inguanzo.

El autor de Los Malditos señaló que sólo con la utilización de la estructura del Estado es posible involucrar a un gobernador, un juez federal y al director de un penal. Es decir, necesariamente fue el poder del propio Presidente de México, el que obró en su contra.

Al respecto, se trajo a colación por el conductor de Synergia el caso Patishtán que transitó por todas las instancias, para que después de 13 años de reclusión aun expuesta su inocencia, fuera el indulto el medio de su liberación, pero gracias a una sociedad civil activa y vigilante.  

Jesús Lemus agregó la necesidad de democratizar al Poder Judicial a la par de cómo se ha pretendido hacer con el Poder Ejecutivo y Legislativo. ¿Quién elige a los jueces y magistrados? Fue la pregunta y ¿qué tanto se les conoce?, ¿a quién le rinden cuentas?
En Puente Grande, expuso, le tocó pasar seis meses en lo que denominan el Centro de Observación y Clasificación (COC). Una celda de 3 por 2 metros en la que permaneció desnudo durante seis meses, la especificación de estancia en este sitio es de 15 a 22 días, se señaló.

Este proceso forma parte de “las terapias de reeducación”, sobre ellas alerta el autor, la sociedad debe poner atención pues en algún momento quienes las reciben volverán a reinsertarse a la libertad. En realidad  implican, comentó, la aniquilación de la voluntad del preso, su disminución física, moral, anímica y hasta intelectual.

Rafael Caro Quintero, a quien conoció por ser vecinos de celda, le compartiría al respecto que en ese lugar “uno se agarra hasta de un chorro de agua para salir”.
La idea de Dios, las diferentes versiones de la metafísica, la amistad y el amor de la familia y hasta el arrepentimiento, esto último motivación de Daniel Arizmendi, “es como una pomada que elimina mi dolor o lo atenúa”. También hay presos que “blofean” con lo que hicieron afuera para obtener fuerzas para resistir la vida interna, comentó.

En Los Malditos también aparecen grandes capos de la droga, Rafael Caro Quintero y Joaquín Guzmán Loera El Chapo Guzmán, como patriarcas.

El primero se expone como un hombre sabio y culto, a razón de pasar 14 años leyendo en la cárcel, no violento, no agresivo, un personaje dispuesto al acercamiento humano con otros reos, listo para dar un consejo.  El Chapo por su parte, se comentó, supo ganarse el respeto y hasta el cariño de los internos por sus gestos de generosidad.
Zacatecas, su policía, y los presuntos vínculos con los zetas también encuentran un espacio en las narraciones de Los Malditos.

Por su parte, Jesús Lemus dijo estar tratando de recuperar su vida. “Yo no salí completo de la cárcel (…) sigues siendo preso para toda la vida, no hay forma de quitarte ya el estigma ni social ni psicológicamente porque siempre hay una palabra, un sonido, un olor, un sabor que te recuerda la cárcel y es volver otra vez, regresarte a los días de la tortura”.

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