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viernes, 26 abril, 2024
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El regreso del Estado

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Por: JUAN ANTONIO VALTIERRA RUVALCABA •

El alineamiento que del andamiaje técnico- jurídico se ha venido dando desde los poderes legalmente establecidos, conllevan una carga inequívoca de fortalecimiento de las estructuras del Estado mexicano que en la última docena -dos sexenios para ser exactos- vivieron sus peores momentos ante los poderes fácticos.
La falta de oficio político y la misma carencia de visión de Estado o escasa sensibilidad social, hicieron que los del PAN fuera gobiernos perdidos frente a los grupos de presión a las estructuras de las administraciones. Hicieron lo que quisieron cuantas veces pudieron sabotearon decisiones. Desde las pantallas presumieron el músculo no fabricado con dedicación y esfuerzo sino concedido por las propias administraciones federales
.
Presionaban de manera despiadada. Los servidores públicos federales supusieron que no regular o reprender -legalmente- a las principales empresas era observar vocación democrática. Cuanta carencia de elementos para avanzar en pro de los intereses del país.
Creyeron ver en la fiebre antiestatista y fobias a la regulación gubernamental una muestra de su fe democrática. Le apostaron más a que el mercado pusiera las cosas en su justo lugar. No metieron las manos para dirigir la economía, aunque se presuma que hubo estabilidad en las finanzas públicas.

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Y si, parodiando a Monterroso, diríamos que cuando ellos –los demócratas blanquiazules- despertaron se hallaron con el PRI. Sin embargo, es pertinente recordar que en el primer año de trabajos de la LXII Legislatura se han dado reformas que mucha gente, como usted y yo, no entiende para qué y por qué.
Apenas despertaba esa legislatura y se dieron las adecuaciones a la Ley de Amparo. Cerrar el paso a los constantes amparos contra acciones de Gobierno federal. Es decir, anular que las grandes y poderosas empresas se pusieran por encima del Estado cuando éste ponga la cara por los intereses mayoritarios. Luego vinieron las históricas reformas constitucionales en materia de telecomunicaciones. (De ellas nos ocuparemos en entrega posterior)
Alberto Adrianzén Merino, sociólogo y periodista, sostiene en un espléndido alegato de actualidad:
“El Estado está, como se dice, de regreso. Sin embargo, no estamos ante un remake cinematográfico, es decir, la repetición de una película con el mismo argumento, con los mismos escenarios y con los mismos personajes. Más bien estamos ante una nueva película que trata el mismo tema pero de manera, acaso, radicalmente distinta. Y si bien el Estado regresa, más aún luego de la crisis económica internacional, no es ni será el mismo Estado que se tuvo en el pasado. El problema, por lo tanto, es preguntarnos qué Estado se requiere ahora.
“No es el caso de entrar en un desarrollo conceptual para definir el Estado. Basta decir que el mismo supone monopolización de la fuerza, una autoridad, aparatos de control y presencia territorial, dotación de servicios, burocracia centralizada, judicatura, autonomía, legitimidad y capacidades financieras. Es cierto que el Estado, que es un producto típico de la modernidad de las sociedades, con el tiempo se ha ido complejizando. Hoy, por ejemplo, podemos hablar de Estados democráticos y Estados no democráticos (autoritarios, totalitarios, etc.); Estados mínimos o Estados intervencionistas. Su evolución expresa, creemos, el grado de articulación con la sociedad, pero también con el mercado y con la política. Dicho de otra manera, un Estado será más moderno y democrático cuando sus vínculos sean más complejos con los ciudadanos, cuando sean más representativos, cuando sea capaz de servir mejor a la sociedad, cuando sea más autónomo de los diversos grupos (en realidad no existe una autonomía pura del Estado. Por eso la autonomía puede plantearse en los siguientes términos: un Estado autónomo es el que toma en cuenta los intereses, los acoge, tiene capacidad de arbitrarlos y toma decisiones) y cuando su capacidad de regulación -que es muy distinta a la pura intervención- sea más eficiente para promover la equidad y el desarrollo (a estas características, como es obvio, se le puede añadir la división e independencia de poderes).
“La razón de ello es muy simple: son los individuos, finalmente, los que deciden crear el Estado para poder vivir en paz y, hasta incluso, para hacer sus negocios. Son los individuos quienes deciden entregarle al Estado determinados poderes (particularmente la justicia y la guerra), y son esos mismos individuos convertidos en ciudadanos, quienes deciden tener un conjunto de derechos, no sólo para protegerse de ese Estado poderoso que ellos mismos han creado, sino también para poder desarrollar sus capacidades como individuos, ciudadanos y productores. Es cierto que la vida y la historia del Estado son más complejas, sin embargo me interesa señalar que el Estado no está solamente para preservar el orden sino también para reproducirlo y para que las sociedades se puedan desarrollar de manera integral…Incluso podemos afirmar que no hay Estado si no hay sociedad, como individuo sin sociedad. Ambas son construcciones simultáneas. En este contexto, el Estado no sólo promueve la libertad sino también el desarrollo de las capacidades de los individuos que bien en una sociedad”.

Lo demás, aún está por verse en los meses por venir. La revaloración de los poderes legales está cada vez más cerca, valoración a la que jamás se debió abdicar, por poderoso que fuera el adversario. ■

(*) Comunicador. [email protected]

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