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sábado, 4 mayo, 2024
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Nosotros somos los muertos andantes

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Por: CITLALY AGUILAR SÁNCHEZ •

  • Inercia

Vivimos en un país donde el culto a la muerte es una constante pero… ¿vivimos? Vivir es ya un verbo que nos queda un tanto lejano; entre el consumismo, la automatización y la corrupción, hablar de vida es una contradicción. ¿Cómo sabemos que estamos vivos si nuestra existencia está regida por un sistema que nos anula constantemente?

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El culto a la muerte es hoy en día, una práctica que se efectúa no sólo el 2 de noviembre; hay en cada hogar al menos un altar permanente por algún familiar, amigo o conocido que ha fallecido a causa de la injusticia y la violencia. Pero no sólo ellos han muerto… Digamos que en realidad han pasado a mejor vida. Nosotros, los que estamos acá, con la sangre aún caliente, no podemos diferenciar ya entre este oscuro presente y las fauces del infierno. Estamos en un eterno purgatorio esperando la condena final.

Miles han muerto ya, y se auguran miles más, mientras otros millones creemos estar vivos.

 

Vivos muertos

El pueblo mexicano es tan católico como supersticioso; la creencia en magia y fenómenos paranormales es más bien herencia indígena: en la época prehispánica se rendía culto a la muerte y a los muertos. La evangelización de los conquistadores fue para los indígenas un trato, pues la aceptaron “por fuera”, pero en el fondo se mantuvieron las ideas de origen.

En este entendido es explicable la célebre novela Pedro Páramo de Juan Rulfo, cuya narración se desarrolla en un pueblo que se llama Comala, donde los muertos tienen vida y los vivos están muertos. Comala es un lugar de transición, no es el cielo ni el infierno, es un lugar indefinido y por lo tanto, ni la vida ni la muerte son posibles; la ambigüedad es evidente. De igual forma el mexicano vive la confusión de no saber dónde se encuentra.

Los personajes de Pedro Páramo no saben si están muertos o vivos, y para el lector de la novela tampoco es fácil saberlo. Lo que sí se sabe es que esta novela evidencia la época de la post Revolución Mexicana  desde una perspectiva desalentadora. En otras palabras, se trata de un texto que habla del México devastado por la violencia y pobreza, productos de una guerra.

La novela de Rulfo, hoy vuelve a reflejar a un pueblo gravemente herido; Comala es la sinécdoque de todo el país, y todos somos esos muertos que desde las tumbas seguimos creyendo estar vivos, seguimos con nuestras fantasías de la vida que quisimos tener. Y en contraparte, desparece gente y aparecen fosas repletas de cuerpos.

La confusión que el pueblo mexicano experimenta en estos tiempos es una respuesta, aunque trabada, al temor de tocar alguno de los extremos (vida o muerte). Por infortunio, difícil es proponer una solución ante un problema que más allá de provenir de un alto rango en la jerarquía del poder, tiene que ver también con toda una idiosincrasia que se fundamenta en el temor, es decir, tanto se teme a la muerte como se teme a la vida, por eso es que aunque queremos salir de esto, nos falta el verdadero impulso, el del coraje.

Muertos vivos

Curiosamente en todo el mundo ha cobrado vigor, en la última década, la afición por los denominados zombies, que no son otra cosa que muertos vivientes. Tal cual si se tratara del apocalipsis, los muertos salen de las tumbas y al ya no tener vida, sólo pueden llevar a cabo una de las actividades más básicas: alimentarse. Resulta peculiar que el alimento de estos personajes sea la carne humana.

Sobre uno de los cómics que más seguidores ha tenido alrededor del planeta, The Walking Dead, Robert Kirkman, uno de sus escritores, explica que cuando los personajes se encuentran ante una situación en la que el objetivo principal es sobrevivir de las formas más extremas, cuando se enfrentan a la vida sin las comodidades a las que estaban acostumbrados es cuando realmente comienzan a vivir.

Si prestamos atención, notaremos que una de las características esenciales de todo ser vivo es el movimiento; de ahí que nos parezca aterrador pensar en que algún objeto se mueva sin que alguna fuerza humana le aplique fuerza. Pensar en esto nos puede dar pistas sobre quiénes somos ahora mismo. Es decir, en este estado de apatía total, de egoísmo y aparente tranquilidad, difícilmente podemos valorar los alimentos, el agua caliente al bañarnos e incluso la convivencia diaria con los otros. Pasamos muchas horas frente al televisor, la computadora o hipnotizados con el teléfono celular. En otras palabras, pasamos la mayor parte de nuestro tiempo inmóviles.

Pero además de eso, quienes en realidad se alimentan de los seres humanos somos nosotros mismos, por medio de la enajenación, de la corrupción y de la falta de valoración de la alteridad; quizá no mordemos a la gente al verla pasar, pero sí contribuimos a fortalecer un sistema cuyos dientes arrancan nuestros miembros del cuerpo de forma silenciosa; de ahí que uno de los personajes principales del cómic, Rick Grimes, reconozca que nosotros somos los muertos vivientes. ■

 

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