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sábado, 4 mayo, 2024
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Lo que nos preocupa

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Cualquier actividad que implica estar en el ojo de la opinión pública, exige cierto grosor en la piel para tolerar los dimes y diretes propios de la exposición. Exige al mismo tiempo, capacidad de escuchar. Esto lo viven lo mismo las reinas de la feria, que el presidente de una nación.

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Nada tiene que hacer en labores como esa quien no es capaz de encontrar el punto de equilibrio entre escuchar a los críticos, -que algunos llaman también “asesores gratuitos”- lo suficiente para corregir, sin caer en la debilidad de actuar sin rumbo obedeciendo la dirección del viento y la crítica.

Sí, es fácil decirlo y difícil lograrlo. Pocos políticos saben hallar ese equilibrio, y algunos confundidos caen en el extremo opuesto, reaccionan con soberbia a los cuestionamientos de su labor, y se desgañitan por convencer cuando la crítica es superficial o banal.

Son muchas y añejas las críticas contra Enrique Peña Nieto: la sospechosa muerte de su esposa que hace a muchos especular respecto a si él pudo estar involucrado, el extraño asesinato de los escoltas de sus hijos, las acusaciones de haber mandado golpear y violar por homofobia a un ciudadano, que el financiamiento de su campaña huele a lavado de dinero, la compra de una casa de ochenta millones de pesos cuya explicación evadió tras las faldas de su esposa, la devaluación del peso, la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el asesinato de periodistas, Tlatlaya, el juego sucio a las autodefensas, la vida de lujos de sus hijos e hijastros a cuenta del erario, la fuga de El Chapo, etcétera.

Sin embargo, de todas esas cosas, los mexicanos sólo hemos recibido de Peña Nieto silencio y evasivas, que hacen pensar, que, como le enseñó su maestro, “ni nos ve, ni nos oye”.

Pero, ya quedó demostrado que no es así. Sí ve, sí oye, y si no aclara todo lo que debería es por otras razones que nada tiene que ver con no enterarse del clamor popular.

Quizá es porque hay prioridades, y si bien no importa si se le considera incapaz o corrupto, sí es preocupante que piensen que no sabe ponerse las calcetas de la forma correcta, como se hizo ver en los memes y burlas que circularon luego de que participara en una carrera de 10 kilómetros, y que circulara la versión de que había usado las calcetas deportivas al revés.

En respuesta a ello, en las redes sociales de la presidencia publicaron una fotografía demostrando que así era el diseño de las calcetas, y que Peña Nieto no las había usado mal. ¡Ni a Deforma se le hubiera ocurrido semejante aclaración!

Por supuesto, con la aclaración, a la que el mismo Peña puso el mote de #calcetagate no cesaron las críticas, al contrario, se endurecieron. De un chascarrillo simpático y banal pasó a ser tema entre analistas políticos, no ya, desde luego, por si estaban bien usadas o no las calcetas, sino porque preocupó a más de uno que la mente del presidente o de su equipo, estuviera en tales asuntos.

Por las mismas estaba Adrian Ruvalcaba, ex delegado de Cuajimalpa y próximo diputado local del Distrito Federal, quien, escandalizado porque se publicaran fotos de él supuestamente armado con equipo de gotcha, y en exhibiciones de armas en Estados Unidos, movió sus redes mafiosas para que se presionara a los medios de comunicación que publicaron el asunto.

Tal fue el enojo de Ruvalcaba por la circulación masiva de esas fotografías que él mismo había colocado en su Facebook, que lanzó una campaña contra Sinembargo.mx, logrando tumbar su página web por algunos días, y haciendo circular que uno de sus directivos era abusador sexual.

Hoy el tema de origen estaría olvidado si no fuera porque la pataleta de Ruvalcaba destapó una corrupta red que se encargaba de presionar medios de comunicación que publicaban algo contra sus clientes, y de inventar campañas de desprestigio contra los adversarios de los mismos. Su preocupación por verse armado reflejó lo peor de sí, y de sus cómplices.

Quizá por haberse constituido en los tiempos en los que se cree que la formación de cuadros es enseñarles a tener el nudo de la corbata siembre bien puesto y los zapatos lustrados, y no de comprender las más básicas leyes de economía, o los principios jurídicos más trascendentes, algunos de nuestros políticos están más preocupados por el lado correcto de las calcetas que por la devaluación de la moneda nacional.

No podríamos culparlos del todo, una sociedad que vota por el más guapo, o por el de la sonrisa más cálida no podría esperar otra cosa. ■

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