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sábado, 27 abril, 2024
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«Los palenques son una de las formas de diversión y juego de mayor tradición»

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Por: RAFAEL DE SANTIAGO •

■ Elvia Delgado trabajó en ellos más de 18 años; conoció la vida nocturna de México

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■ Aunque pareciera ser un trabajo fácil hubo ocasiones en que llegó a dormir en el suelo

 

Para Elvia Delgado Padilla los palenques son una de las formas de diversión y juego de mayor tradición en México. En ellos, trabajadores, artistas y empresarios conviven y en cada noche de feria convierten estos espacios en una gran verbena alrededor de los espectáculos.

La mujer trabajó en ellos durante más de 18 años. Inició como servidora, aunque logró ser secretaria general de los trabajadores de palenques y a lo largo de esos años conoció la vida nocturna de los palenques en todo México.

Aunque pareciera que era un trabajo fácil y divertido, cuenta que hubo ocasiones en que llegó a dormir en el suelo cuando visitaban los palenques de municipios y que a veces sólo comía un bolillo con un chile jalapeño y a veces ni eso.

Asimismo, tras años de subir y bajar escaleras, cargando botellas y cubetas, lamentablemente dejó repercusiones en su salud, pues le ha dejado lastimadas sus rodillas y se le dificulta caminar.

En la sala de su casa cuelgan fotos donde ella se encuentra al lado del cantante ranchero Vicente Fernández. De éste cuenta que lo visitaba frecuentemente a su rancho Los tres potrillos, invitada por el artista para comer y convivir.

Tiene fotos con artistas como Antonio Aguilar, Verónica Castro, Lucha Villa, entre otros

Tiene fotos con artistas como Antonio Aguilar, Verónica Castro, Rocío Durcal, Manuela Torres, entre otros. Dice que llegó a convivir y a tomarse unas “copitas” con la reconocida cantante Paquita la del Barrio, al terminar sus presentaciones en su camerino.

A Vicente Fernández lo visitaba frecuentemente a su rancho Los tres potrillos, invitada por el artista para comer y convivir

De José José recuerda que el cantante le ayudó a tramitar su visa para viajar a El Paso Texas. También conoció a Juan Gabriel, al famoso Pirulí, a Federico Méndez, Ana Gabriel, Jorge Ortiz de Pinedo, Lucha Villa, Aída Cuevas, y hace poco conoció a Pepe Aguilar y a sus hijos.

Explica que después de que se separara de su esposo, trabajó en hospitales, restaurantes y trabajos que encontraba para sacar adelante a sus hijos, pero sus hermanos y varios familiares estaban involucrados en el palenque, algunos como jueces, otros como corredores.

Entonces, la invitaron a trabajar para que mejorara su economía y aunque en un principio no aceptó, intentó probar. Recuerda que su primer empleo en un palenque fue en Villahermosa, en Tabasco.

Ahí se puso a vender boletos, respaldada por Antonio Bonilla. Él observó la facilidad y el porte de Elvia para tratar a las personas, por lo que le propuso que en vez de vender boletos le ayudaría a dar el servicio de bebidas a clientes.

Ella no quería, pues sentía vergüenza, además de que temía que le salieran mal las cuentas, ya que no había concluido la educación primaria, pues desde chica comenzó a trabajar con su padre, vendiendo productos de limpieza.

Su entrada al trabajo era a las 6 de la tarde y salía a las 4 de la madrugada. Durante la mañana dormía y después volvía al trabajo. Sus patrones siempre le exigían que las trabajadoras fueran siempre bien presentadas.

Relata que primero iniciaba la rifa con la venta de boletos. Posteriormente seguían las peleas de gallos y a las 11 de la noche iniciaba la variedad o el espectáculo fuerte. A esa hora se le decía a los clientes que se cerraba la barra.

Su entrada al trabajo era a las 6 de la tarde y salía a las 4 de la madrugada

“Antes de las 11 todos los clientes nos pedían servicio. Solamente pasaban las botellas de whiski, tequila, ron, hasta lo que alcanzáramos a vender. Después nos dejaban descansar un ratito”, menciona.

Algunos de los palenques en donde se vivían ambientes de feria y alegría eran en el de la famosa Feria de San Marcos, del estado de Aguascalientes, León, San Luis Potosí, Monterrey, Guadalajara, entre otros.

Elvia agrega que “a veces había que comer en los ranchitos, y a veces no, y no podíamos mandar dinero a los hijos. Pero había temporadas en que nos iba bien. Conocí a mi Ángel, viví 18 años con él, y hace 9 que se me fue. Pero fue bueno, lo quise mucho, y sigo en su casa hasta que dios me recoja”.

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