El 1ro de octubre se dará un paso más para poder salir de la pandemia, y recuperar los espacios que se han cedido a esta. En los próximos días se abrirá el registro para la vacunación de niñas, niños y adolescentes con enfermedades crónicas. El camino para este registro empezó desde junio cuando el gobierno mexicano autorizó a Pfizer como una vacuna válida para mayores de 12 años. Las niñas, niños y adolescentes han sido enormemente afectados por la pandemia, pero los problemas y consecuencias que enfrentan han sido poco visibles. Por ejemplo, el proceso escolar, en el que se incluye tanto la parte académica como la psico-emocional y social que acompaña el aprendizaje, fue fuertemente afectada por la pandemia. Se ha hablado de cómo la pandemia ha afectado la jornada laboral de mujeres, cómo se ha resentido económicamente y por el sistema salud. Pero las niñas, niños y adolescentes rara vez han formado parte central de esta discusión. Al día de hoy el regreso a clases sigue siendo un tema que presenta fuertes resistencias de ciertos sectores.
Es por esto que el inicio de la vacunación en niñas, niños y adolescentes presenta un paso más para aumentar el bienestar social. Permite fortalecer el regreso a clases, y por lo tanto quita el peso psicológico, emocional y laboral de saber que el alumnado tendrá esta protección emocional. El proceso de vacunación con el resto de la población continúa, por esto se mantiene la dinámica de incorporar a grupos de edad gradualmente. En este caso se integra a las niñas, niños y adolescentes más vulnerables. Debemos recordar que la meta es que toda persona en México que esté en condiciones de ser vacunada o vacunado pueda hacerlo.
El grupo de niñas, niños y adolescentes que se registrarán en octubre son quienes sufren de enfermedades pulmonares crónicas graves, afecciones crónicas del riñón, hígado o sistema digestivo; enfermedades cardiovasculares; diabetes; inmunosupresión y otras enfermedades endocrinas; anomalías genéticas o cromosómicas. Por otra parte, la logística esperada es que precisamente por el tema de salud, las sedes de vacunación sean hospitales de segundo nivel. Esto implicaría además que estas sedes sean permanentes y no temporales como las que se usan con los otros grupos de edad. De acuerdo a datos de la Secretaria de Salud de 2020, en nuestro país existen en total 4,554 hospitales de segundo nivel, aunque sólo 1,259, es decir el 28%, son públicos.
En México la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018 marca que en el país existen aproximadamente 22 millones de niñas, niños y adolescentes entre 11 y 18 años. A pesar de que en general en el país se considera la obesidad como un factor de riesgo para COVID, y la ENSANUT reporta que el 15% de la población en este grupo etario tiene obesidad, hasta el momento no se tiene que la obesidad sería considerada como una condición crónica para la que se pueda acceder. Por otra parte, la ENSANUT enfoca sus apartados de enfermedades crónicas, como diabetes en el grupo de 19 años en adelante, por lo que es difícil saber que tanta población de esos 22 millones de niñas, niños y adolescentes entrará en este nuevo ciclo de vacunación. La meta planteada en este momento es vacunar hasta un millón 500 mil. No obstante, debemos de contemplar esto como lo que es: la puerta de entrada a la vacunación de todas y todos las niñas, niños y adolescentes en México. La pandemia nos ha pedido como sociedad que hagamos sacrificios fuertes y concretos por el bien común. A pesar de esto, se ha tratado de tomar las mejores decisiones con la información que se tiene. En este sentido es que a la luz de la entrada de la variante Delta en nuestro país ha cambiado la dinámica de contagios. El inicio de la vacunación en menores de edad es un paso correcto para salir de la pandemia. ν
