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sábado, 4 mayo, 2024
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“Es un tema de partido”

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Por: GABRIEL CONTRERAS VELÁZQUEZ •

■ Agenda Política

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Esa fue la pobre lectura del gobernador de la entidad, ante tiempos políticos en los que obligadamente se encuentra inmerso -le guste o no, quiera o no, avale o no- y que tempranamente están acelerando el proceso de sucesión/alternancia en su sexenio.

La elección de 2016 en Zacatecas hasta ahora sólo ofrece líneas generales en su composición. No todos los sujetos implicados han definido -ni piensan definir en lo inmediato- las particularidades del juego con que se aproximarán a la madre de las batallas comiciales.

Es por ello que el gobernador permanece no como un estímulo a la mesura, sino todo lo contrario, la imagen de premura en su círculo más cercano habla de escenarios menos favorables en los cálculos que maquinan hacia un futuro ya asible: el 5 de junio de 2016.

No sería la primera vez que la pobre lectura política del gobernador de la entidad compagina con su característica visión acartonada y protocolaria de las coyunturas por las que atraviesa, pero sí una de las últimas y más costosas.

Según el Ejecutivo, el tema de la sucesión “es un tema de partido”. Partido al que tiene virtualmente secuestrado desde su arribo, y estructura a la que poco ha invertido “esfuerzos” (su palabra favorita) en el tejido y estabilidad interna.

El simple hecho de que José Olvera, (pretendido) líder estatal del PRI, se hubiera reunido codo a codo con Judit Guerrero, Carlos Peña, Otilio Rivera, Jorge Luis Rincón, José Haro, Rafael Gutierrez -priístas de toda la vida según la versión de la Comisión Nacional de Procesos Internos de su partido- y otros más, habla no sólo de una precampaña que inicia 6 meses antes de lo que establece la ley, sino además, de la sobra confianza y escasa necesidad de ese grupo de buscar (menos construir) acuerdos en el terreno electoral.

La línea fue muy clara, espetada con la sabiduría popular con la que Otilio ungió a Alejandro Tello, en dicha reunión, como candidato indiscutible… de su equipo, claro.

Al siguiente día la tormenta de inconformes aparejó el color del cielo que nubla estos días a Zacatecas. Arturo Nahle fue directo y poco sobrado al calificar al supuesto candidato como un “producto sexenal”. Entre líneas evidenció además (con exagerada molestia) la reserva con la que se maneja (y se manejó) ante el mandatario en estos años, dentro del gabinete.

Un equipo de trabajo disperso, desarticulado y desvanecido, ante un Miguel Alonso que toma los cambios y decisiones con abundante calma. No por mejor pensarlas. Simplemente la urgencia no es su estilo.

Adolfo Bonilla esperó hasta el fin de semana para reunirse con empresarios y amigos fresnilleneses para asegurar que “es su momento” (sin hablar de elección) y abonar a la versión de que en el gabinete la funcionalidad no es una virtud. Sin decir nombres, inauguró las nuevas comidillas con las que se culpará próximamente al fracaso sexenal de Miguel Alonso. Se dirá que mucha de la culpa fue de su “equipo de trabajo”, tal como en su momento se dijo que Amalia García vivía en una burbuja. Se repiten los estribillos.

Pedro de León, quien como balde de agua fría apercibió el craso error de su cuñado, no tuvo más remedio que llamar a la unidad y a respetar los tiempos, tema en lo que la ley es muy clara. Aprovechó el momento para no desmarcarse de la lista de quienes pretenden suceder (no alternar) a Miguel Alonso. Pero su suerte se vio echada en tan obvia conspiración alonsista.

Estamos ante un momento político curioso, donde un gobernador renuncia a su poder de construcción y eje de acuerdos en la elección para el cambio de administración.

Con ello pierde también su papel protagónico (el que más le gusta, entiende y se adapta) en el último tramo de su administración, e inicia el ritual de clausura de su pálido gobierno.

Dado el banderazo de salida los jugadores estarán interesados en galvanizar sus opciones y estrategias hacia junio de 2016, y no tardarán ni tendrán mesura para suministrar golpes en la dirección que más les convenga.

Se antoja un año interesante, donde algunos se atragantarán con sus propias palabras, puesto que si los rumores están en la dirección de confirmarse (como el “destape” así lo confirma), este sexenio será recordado por su gestión particular de los recursos públicos en manos de la familia en el gobierno.

Sí es así, probablemente estemos a semanas de que un tal “Juan Alonso” tenga rostro en las noticias (difícil encontrar una foto suya en los medios) y los motores de búsqueda en Internet, y de que ciertas personas físicas con múltiples razones sociales empiecen a demostrar que más que su capacidad de emprender negocios, los recursos públicos son una constante en la fabricación de clases altas. ■

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