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miércoles, 1 mayo, 2024
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Hablemos de teatro

■ [Parte 2]

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Por: ROSSALINA LÓPEZ •

La Gualdra 533 / Teatro

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Después de la publicación del pequeño fragmento del Teatro de la Crueldad de Antonin Artaud que se expuso en este suplemento1, un alumno de la licenciatura en artes me preguntó que cuál era el objetivo de ser cruel consigo mismo para lograr un acto escénico, ¿no vivimos ya suficiente crueldad en nuestro mundo, como para tener que ser ahora crueles para aprender teatro? 

Artaud escribe acerca del teatro como un teatro esencial que se asemeja a la peste, le respondí, pues existe en el fondo de esta enfermedad una revelación que exterioriza las entrañas de la crueldad y muestra las posibilidades más perversas del espíritu de los hombres. El teatro es un acontecimiento que reajusta los sentidos y la concepción del cuerpo, que logra la reflexión sobre el trabajo actoral y también sobre el acto escénico frente al acontecimiento social.

Artaud sobrevive a dos guerras mundiales, al dolor, a la enfermedad y al encierro en diferentes hospitales psiquiátricos. La barbarie crea cicatrices que dejan en su mente y en su cuerpo rasgos de un prolongado sufrimiento, mismo que lo llevó hacia un acercamiento a lo religioso y al mundo metafísico. 

El encierro y los tratamientos dolorosos e invasivos lo hicieron enfocar su atención principalmente en las manifestaciones de su cuerpo y mente, exponiéndose así como ejemplo de crueldad y de sacrificio, de rigor e impulso ante la vida. Artaud usa su cruel experiencia para fundamentar su propuesta teatral, pues establece en sus ensayos que las condiciones vulnerables e inestables, crueles y dolorosas acercan al ser humano al límite máximo de la experiencia de la crueldad del mundo, y esto puede ser justamente lo que edifique al artista teatral para que logre, además de una experiencia individual, un desenfreno total frente al público, dotado de gestos de la propia vida, gestos que son expresados metafísicamente, como símbolos que llegan al caos, al éxtasis. 

Recordemos que en la propuesta de Artaud el cuerpo se ofrece al ritual del sacrificio dramático, donde se plantean formas de existencia sensibles al lenguaje metafórico, a la escena y a la poesía, y constató que el cuerpo puede llegar a ser una jaula que aprisiona o una fuente de manifestaciones del espíritu para llegar a un teatro mágico, un teatro de la vida.

El teatro da vida a todos los conflictos que reposan en nosotros, con toda su potencia, y les otorgamos denominaciones que saludamos como símbolos. Veremos así ante nosotros el desarrollo de un intenso combate de símbolos, unos contra otros, en lucha que no puede ser; ya que solo habrá teatro desde el momento en que nace lo imposible, en tanto la poesía de la escena nutre y realimenta los símbolos de acción.2 

Después de un breve silencio, el estudiante volvió a preguntar de forma curiosa: “¿Entonces, la propuesta de los manifiestos del teatro de la crueldad de Artaud es una propuesta para liberar no solo el pensamiento y el cuerpo del actor, sino también el pensamiento del espectador por medio de la crueldad?”. 

La crueldad es una metáfora que está centrada en la metafísica del cuerpo y del gesto, y que anda en busca de su propio lenguaje, lo cual puede llevar al acto dramático a una experiencia sagrada, como sucede con otras manifestaciones artísticas. Artaud decía que:

La crueldad se abre a la experiencia violenta de lo sagrado cuyo lugar de prueba es el cuerpo. Porque en él se oculta “el gran secreto”, debemos estar dispuestos a asumir “el gran combate” […] pero en el punto extremo de la crueldad más cruda, el hombre descubre el límite infinito de su ser y su verbo: el secreto que busca por medio de la crueldad se esconde, hasta el infinito.3

Es por esto que el teatro de la crueldad exige lucidez, conciencia extrema. No hay crueldad sin conciencia. El teatro de la crueldad es un torbellino de vida provocado por la crueldad infringida en el ser humano. Ahí se encuentra su rostro verdadero. La crueldad es fundamental para la vida, lleva al deseo de vivir, a un impulso puro por conseguirlo. La vida debe ser cruel para que sea vida en su totalidad, en su empuje, en su accionar. Artaud propone un método riguroso y disciplinado que lleve al teatro a esa idea superior llena de conciencia, de movimientos intensos y precisos que creen imágenes violentas, y escenas que provoquen reacciones sin defensa en el espectador, de manera que puedan sacudir lo más íntimo en su ser. El estudiante de artes suspiró, lanzó una sonrisa medio torcida y se marchó.

1Ver la primera parte en:

https://ljz.mx/11/05/2022/del-teatro-de-la-crueldad-propuesto-por-antonin-artaud/

2 Antonin Artaud, El teatro y su doble, Ciudad de México, Tomo, 2002. p. 27.

3 Ibid., p. 23.

https://issuu.com/lajornadazacatecas…/docs/533-1-1_merged

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