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domingo, 28 abril, 2024
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■ Hablemos de Teatro

Del Teatro de la crueldad, propuesto por Antonin Artaud

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Por: ROSALINA LÓPEZ GARCÍA •

La Gualdra 526 / Teatro

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La crueldad siempre habitó en mi pensamiento, no apareció posteriormente, 

solo restaba percibirlo. Hago uso de la palabra crueldad 

en tanto sed de vida, de orden cósmico y de necesidad indoblegable.

Antonin Artaud

Esta propuesta escénica surge en los manifiestos del teatro de la crueldad, donde se propone la crueldad como método y técnica para afrontar un acto teatral centrado en la metafísica del cuerpo y el lenguaje poético. Ideas que se gestaron en la mente desequilibrada de uno de los poetas malditos del siglo XX: Antoine Marie Joseph Artaud, quien escribe y se manifiesta en contra de un teatro realista que aún se mantenía vigente en su tiempo. 

Este teatro clásico tenía destellos naturalistas que despertaban un teatro psicológico y establecían la separación entre el público y el actor; en él se colocaba al público en una postura cómoda y sin ningún riesgo, pues existía lo que conocemos como “la cuarta pared”, que hacía que el público se sintiera a salvo de cualquier sufrimiento escénico; además, predominaba el texto por encima del trabajo corporal y gestual. 

Artaud reprocha de manera violenta la falta de crueldad y de rigor metafísico en el quehacer dramático, por lo que lucha para que se construya no solo la parafernalia escenográfica y textual, sino un ritual que proyecte fuerzas cósmicas y divinas que nos lleven a un encuentro con lo universal y ancestral. 

En el origen de la crueldad en el teatro está el objetivo de vivir una verdadera experiencia teatral que transgreda tanto al ejecutante como al espectador. Para Artaud, la crueldad es el único medio por el cual el teatro puede llegar a ser auténtico; si logra ser una pieza genuina alterará el reposo de los sentidos revelándose visiblemente ante el espectador y su contexto, no de forma aparente o pasiva, sino bajo un acontecimiento avasallante, sostenido, de un ritual del que emanan todas las fuerzas cósmicas posibles, logrando un espectáculo de masas que trasciende en todos los que participan en esta experiencia dramática.

La crueldad teatral se centra en la vitalidad de una voracidad por la vida; esta voracidad tiende a la destrucción, a la catástrofe como nido de contingencias que la alimentan para resurgir con mayor voracidad y maldad. La muerte transfigura de principio a fin alimentándose de vidas. Acechan el mal y el bien; esta fuerza avasalladora de crueldad es la fuerza de la creación, de la voluntad y del apetito vital.

Esta crueldad es la que revela virtualmente el inconsciente reprimido, es la que pone en catarsis las pasiones humanas y hace que el actor y el espectador estén dispuestos a la guerra, al hambre, a la masacre, al sacrificio, a la peste, a la confrontación con sus ideas, sentimientos y emociones. Es necesario aquí que el actor se ofrezca como ofrenda de sacrificio, que se transforme en un cuerpo portador de peste, enfermo de manera total, invasiva y cruel; que haga evidente el daño en cada gesto, en cada parte su cuerpo; que exponga frente al espectador las fuerzas oscuras y misteriosas el espectro que habita en su existencia. 

La idea de sacrificio se vincula con el teatro de la crueldad como una posibilidad de conectarse con lo sagrado. El sacrificio es necesario para el ritual teatral; recordemos que se busca crear a través de la metafísica una poética de la palabra, del gesto y de la expresión teatral, todo revelado en un escenario sin límites, logrando una cercanía íntima con el público, donde el sudor y las lágrimas de ambos puedan mezclarse por el simple hecho de estar en el mismo espacio y tiempo. 

Pero el espectáculo tiende a terminar, está impregnado de finitud, inicia y termina, está construido de instantes de vida. La despedida de los actores y la salida de los espectadores marcan un adiós al hecho imaginario; un hecho en el que se volvió realidad la ficción logrando afectar su percepción y su pensamiento, por lo que al final nos damos cuenta de que la metáfora teatral, el desdoblamiento y el ritual han hecho de las suyas en el cuerpo y la mente del actor, así como en el espectador. 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-526

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