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sábado, 4 mayo, 2024
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¿Abigarrado panorama?

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Por: RENÉ LARA RAMOS • admin-zenda • Admin •

Por dónde iniciar a escribir, con un mundo – país – estado, plagados de problemas, significados por la ¿violencia y/o carencia? Surcados también por el atraso y una cultura interna autoritaria o proclive, mediada por tradiciones ancestrales o cuasi, aprovechables por quienes han acumulado poder y dinero; ambos, recursos traducibles en la vida diaria, como condiciones de gobierno y vida, luego atroces, aunque aceptadas para pervivir como núcleo familiar en un ambiente ni totalmente comunitario ni cívico ciudadano, en el sentido de la laicidad y demás libertades constitucionales, veces, hasta inválidas ante la cuasi bíblica, ley de hierro: el que a hierro mata a hierro muere, con arraigo increíble en las mentes de quienes habitan en esas fáciles – difíciles condiciones de vida, humana, cultural, social y política; decisivas como condiciones de pertenencia, ¿hasta meta – constitucionales?  ¿Y el Estado de Derecho y la autoridad constituida? Bien dijeron los zapatistas, con anticipación: la desgracia, de nuevo, sucedió y se saldó con muertos, que sus parientes o familias, levantaron de la plaza y llevaron, a velar y enterrar. ¿Y la autoridad? Por lo pronto, ¡listos, para seguir sus vidas! Aunque expuestos, para un siempre eventual siguiente episodio que las estruje o interrumpa de nuevo, abruptamente. En las notas publicadas por La Jornada, Herman y Elio, no hacen literatura, sino fotografía, radiografía y reportaje vivido, en el lugar de los hechos.

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¿Ahí hay comercio, finanzas y economía? Sí, los hay. Tanto como una política, ajustada, amoldada a la cultura interna, ¿más ancestral que mercantil? O, por eso mismo, en disolución, sin culminar dicho proceso en una modernidad, dentro de la posmodernidad, en que resbala y da tumbos el país. Mientras, nada se detiene, ni se frena, ni humaniza un modo de vida, cuyo eje es dedicarse a obtener ganancias, aunque en algunos (¿todavía muchos?) lugares eso implique disolver, recursos naturales, modos de vida y culturas, cuya ancestralidad, resiste el paso, el peso y hasta la rapiña de la modernidad: de bienes por lo regular comunes como el suelo, el agua y cada vez más también el subsuelo o el viento, ¿y sus culturas? A falta de Neruda, Efraín Huerta, leería su “Avenida Juárez”, lejana y cercana a la vez de una “Suave Patria”, que ya no es tan suave, sino dura, árida, arisca y violenta, para millones de mexicanos, vistos como objetos de explotación o de consumo por El capital, uno al que ya ni importa la nacionalidad, sino la presencia para que active o reactive una economía y unas finanzas, cada vez más alejadas de lo humano, pero acuerpadas en corporativos para los que, de hecho, ya ni las fronteras existen. Cuando la fuga de capital es grave para el capital “nacional”, se le convoca a regresar para evitar decaiga el Estado. Uno, cada vez más del capital que del ciudadano. Infaltable capital político para operar, pues en la ciudadanía recae, a cada proceso electoral, ratificar ese modo de vida capitalista peculiar: ni dependiente, ni libre, sino, todo lo contrario y requerido de ratificación  ciudadana cada trienio o sexenio, para operar un trienio o un sexenio más. Para no aburrirse con un ciclo tan repetitivo, hoy se acortarán los períodos o se modificarán, hasta por aburrimiento y no, porque dentro de todo eso, opera la lógica del capital, a cuyos ciclos se adaptará de nuevo la política y no a los deseos o ansias democráticas de los ciudadanos.

¿Lograrán los mexicanos modificar esta forma de ser, si mayoritariamente votan por Andrés Manuel López Obrador? AMLO es un elemento político, no para el análisis del presente sino en la perspectiva de una larga lucha despiadada por dimensionar políticamente al capital, contenerlo y ordenarlo, para hacer posible la democratización de los beneficios sociales y políticos que pudiera generar, mediante la transformación de la economía o una reorientación que incluso ya existe en otros lares para ser capaces de inventar y sostener posibilidades y formas, generadoras de  “bien-estar” para las mayorías, hoy desvalidas y despojadas, de todo, su presente y su futuro: sin Ser y sin Historia, ni la escritura diaria de ese ser y su trayecto, mientras vivan. ¿Antes era la Conciencia de Clase y a dónde se ha llegado, sin el actuar de clase? Desde El Manifiesto de Marx, ¿cómo se puede existir hoy en lucha, cuando las clases la requieren más intensa, sutil y creativa? Cada vez hay menos obreros y cada vez más gente es impedida de trabajar por un sistema concentrador de ciencia y tecnología, más no de mano de obra. ¿Cuántos trabajadores “efectivos” proletarios hay en Zacatecas? Los que sean, pocos o muchos, todos tienen una condición, son explotados y ¿de cuántas maneras lo son hoy, los seres humanos, aunque no sean proletarios, generen o no generen plusvalía? Por lo pronto, generan “trabajo no pagado” y ese hecho reinserta a la explotación como objeto, de conciencia, reflexión y lucha: ¿Hay nuevas modalidades? ■

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