Después de tres semanas del inicio de campañas en el proceso electoral, es necesario comentar sobre la inequidad entre los presidenciables: Álvarez Máynez Jorge; Gálvez Xóchitl y Sheinbaum Claudia.
Lo primero que podría cuestionarse es si de verdad existe equidad entre los tres aspirantes con el propósito de que puedan dar a conocer a la ciudadanía sus propuestas y compromisos en igualdad de circunstancias y de manera independiente, sin que ninguno de los tres lleve ventaja sobre los demás. “Piso parejo entre ellos”.
ACLARANDO QUE POR VENTAJA, DE NINGUNA MANERA ME ESTOY REFICIENDO A LA QUE ARROJA LAS ENCUESTAS. ME REFIERO A LA IGUALDAD DE OPORTUNIDADES Y CIRCUNSTANCIAS QUE POR LEY, DEBE ASISTIR A LOS TRES CANDIDATOS.
No es desconocido para nadie, que existe una inequidad absoluta, en donde la candidata Sheinbaum tiene el apoyo total de un presidente con gran poder como es López Obrador, y con la fuerza absoluta del Estado. Así lo ha manifestado, ya que desde hace aproximadamente 3 años y medio, la dió a conocer y se convirtió también, prácticamente en su organizador y promotor de campaña. Día tras día desde Palacio Nacional, durante sus conferencias, contribuye a su campaña, en donde con soberbia minimiza y groseramente ofende a los otros dos contendientes.
En cambio los de la oposición, se enfrentan durante sus campañas a una gran fortaleza que los coloca en terrenos desiguales por lo que difícilmente pueden alcanzar un rango de igualdad para competir.
Sobre situación tan desigual, los interesados han acudido ante el INE, para presentar las quejas correspondientes con el propósito de solicitar que en términos de ley, se ordene al mandatario abstenerse de intervenir en el proceso electoral. Pero, lo que resuelve el órgano electoral, sólo ha permitido el reclamo del mandatario, que se duele de ser víctima de censura contra su libertad de expresión y derecho de réplica. El desacato ha llegado al grado de que por estos días, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), dio a conocer que llevará un libro de registro de todas las intervenciones que, al margen de la ley de la materia realice el Ejecutivo para, en su momento procesal, al calificar la elección, tomar en cuenta esas “desobediencias” que podrían afectar desde luego, el resultado final de los comicios-
Con esa inequidad tan característica de las campañas de los presidenciables, no sería un error hablar de una elección de Estado, en razón del poder hegemónico que tiene MORENA, el partido de AMLO que lo llevó a la más alta magistratura del país. No son pocas las opiniones de que, en el actual proceso estaríamos observando momentos cuando el PRI, vivía sus tiempos gloriosos.
Todo ese comportamiento de López Obrador no es ninguna novedad. Así sucedía en otra etapa en nuestro país.
El doctor Flavio Galván Rivera, en su obra JUSTICIA ELECTORAL, página 335, retoma un texto original publicado en la Revista Difusión Electoral No. 13 del Tribunal Electoral del Estado de Guerrero, tercera época, de octubre de 2009 en Chilpancingo de los Bravo, Gro., que dice lo siguiente:
Al abordar el análisis y exposición de un tema tan trascendente, como es el de la equidad en la contienda electoral, no se puede dejar de evocar la década de los setenta del siglo XX en la cual se hablaba por los críticos del sistema electoral, de los eternos triunfadores y de los permanentes perdedores.
Este juicio crítico era el pensamiento común de múltiples ciudadanos, políticos, politólogos y analistas de la materia. En la literatura mexicana se han escrito varias obras al respecto, entre las que cabe citar las de Luis Spota, periodista extraordinario, quien escribió entre otros, un libro que bien podría ser catalogado en el género costumbrista, en el cual describe lo que ingeniosamente intitula Palabras Mayores, sobre la sucesión presidencial. Cuando se determinaba en los pasillos, oficinas o habitaciones, de la residencia oficial del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, conocida popularmente como Los Pinos o bien en el majestuoso Palacio Nacional, quién sería el próximo Presidente de la República.
El señor Presidente elegía, según narra este periodista, a quien sería su sucesor; el momento cumbre de esta determinación era cuando, con la presencia única del Gran Elector y del Elegido, aquel comunicaba, a su futuro sucesor, que él era el ungido, que él sería el próximo Presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
Esas eran las Palabras Mayores. Después vendrían los actos masivos de apoyo; en su momento, el protocolo de destapar al candidato, de llevar a cabo la campaña electoral, por todo el territorio nacional y, finalmente, habría de llegar el día de la jornada electoral, cuando, tocando el extremo de las circunstancias, rayando casi en lo increíble, aritmética y jurídicamente, un candidato podía ganar las elecciones con un solo voto, con su voto personal, un solo voto puede ser determinante para el triunfo, como en cualquier sistema político jurídico de mayoría relativa, más aún si se tiene en mente la posibilidad de haber sido registrado como candidato único, para contender por un cargo de elección popular.
