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viernes, 3 mayo, 2024
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Refleja Shakespeare al hombre en todas sus dimensiones con profundidad estética

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Por: ALMA RÍOS •

■ Se recupera en Acentos al mítico autor de tragedias, comedias, dramas históricos y poesía

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■ Complejidades del pensamiento están de manifiesto en la obra del escritor: Claudia Solís

Shakespeare lives (Shakespeare vive) es el slogan bajo el cual a nivel mundial se celebrará este 2016 la obra del autor inglés que el crítico Harold Bloom situó como el más grande escritor de toda la historia de la literatura y a quien achacó “la invención de lo humano”.

En el primer programa del año de Acentos, emisión conducida por Carlos Navarrete Ortiz, jefe de Información de La Jornada Zacatecas, se recupera al mítico autor de tragedias, comedias, dramas históricos y poesía, a quien junto con Miguel de Cervantes Saavedra, se refirió, otro grande, Víctor Hugo, como “dos océanos”. De los que se conmemoran 400 años de su desaparición física.

Al respecto de esta celebración, Claudia Solís Andrade, invitada a la emisión, directora teatral, actriz y dramaturga, observó, “yo no sé si hablar del invento de lo humano pero sí de una creación del lenguaje donde el ser humano va a verse reflejado en todas sus dimensiones con una profundidad estética”.

De esta exposición del espectro de la complejidad de las pulsiones humanas deviene la epifanía, dijo, la develación que identifica a la gente con sus personajes.

Expuso, hay una frase que sintetiza toda la obra de Shakespeare: “ser o no ser”. Marcados los seres humanos por una sociedad, la expresión de Shakespeare propone la disyuntiva personal, “qué debo ser o qué no debo ser”. Fiel a qué pensamiento, actitud social, grupo político o pareja amorosa, pues lo que sí soy repercutirá en los otros.

“Y yo creo que todas estas complejidades del pensamiento están súper de manifiesto en la obra de Shakespeare. Y va a ser vigente siempre”.

La atribución a William Shakespeare de la “invención de lo humano” por Harold Bloom, es una provocación que alude al hecho de que “ya nuestras emociones habían sido pensadas” por él. Y por tanto, antes de conocer su obra, “ya lo habíamos vivido”, agregó Carlos Navarrete.

“Inventa el lenguaje de lo humano de una manera bella pero que, finalmente, justo el término de lo bello tiene que ver con esta fealdad de los sentimientos humanos”, aportó Solís Andrade.

Es entonces en To be, or not to be, that is the question, frase que Tomás Segovia tradujo al español no en su literalidad sino como “Ser o no ser, y de eso se trata la vida”, donde se expone ya no una determinación divina sobre la existencia humana sino la determinación individual sobre los propios actos, propuso el periodista.

Y en misma línea de esta consecuencia y como otra característica de la obra de Shakespeare, el autor exhibe que “nadie escapa a su destino”, agregó la directora del grupo teatral Momo.

Sus personajes, sobre todo los trágicos, acotó, “no tienen una enseñanza que moralice, no tienen una moraleja” pero son víctimas de la catástrofe, la muerte. Son entonces, comunes como cualquier persona y tienen como característica el que “si tú haces algo mal, lo vas a pagar”. Esta ineludible consecuencia es una reminiscencia de los clásicos griegos.

“Nadie escapa a su destino, y yo creo que los finales son trágicos. Y hay que pagar con la muerte”, pero además, los personajes lo asumen “con toda la conciencia del mundo” e incluso, proponen su propia autodestrucción. De tal suerte que el suicidio es un elemento recurrente en su dramaturgia.

Las obras de William Shakespeare siguen y seguirán representándose porque sus personajes tanto cómicos como trágicos, pero sobre todo estos  últimos, “no son unos héroes como tales, como nos los han enseñado en la actualidad”, sino que también sufren a través de una gama de vivencias que los hacen comunes y corrientes, “como cualquiera de nosotros”, pues sienten envidia, celos, violencia, etcétera, comentó.

En Por qué leer a los clásicos, Ítalo Calvino dice que los clásicos lo son, porque “nunca terminan de decir lo que tienen que decir”. Y William Shakespeare sigue diciéndonos algo de nosotros, de lo que somos y a lo que hemos llegado, agregó Carlos Navarrete.

Definido así el autor nacido en Stratford-upon-Avon en Reino Unido el 23 de abril de 1564, sus obras tienen asimismo rasgos de los clásicos griegos, “de las tragedias edípicas”, por su construcción de un lenguaje poético, aportó la también docente en la Universidad Autónoma de Zacatecas.

Sobre la complejidad de representar a Shakespeare, que pareciera aparentemente fácil ya que todo mundo ha sentido la avaricia, los celos, el temor o experimentado la cercanía a la muerte, Claudia Solís hizo énfasis en principio en la traducción de la obra, pero también en la dificultad de que un actor “se crea” lo que está viviendo en escena.

Para ello es necesario es necesario ensayarla “una y otra vez hasta que hagas las 100 representaciones o las que tengas que hacer”.

El de Shakespeare es además, un teatro inteligente, con mucha fuerza y belleza. Por lo que quienes  vayan a representarlo deben además de tener estas características, hacer los análisis de los textos, las palabras y la complejidad psicológica del personaje, “con todo el debido respeto de la interpretación”.

Actualmente muchas de las versiones de la obra del inglés se han banalizado, al superficializar cuestiones que deberían ser muy profundas, agregó.

Tanto el director como los actores, entonces, deben conocer el lenguaje e incluso auxiliarse de un diccionario retórico al momento de la lectura, porque éste expresa complejidad, una en la que también radica su fascinación, dijo.

El acercamiento a Shakespeare es casi vital, biológico u orgánico, justo por la identificación que genera con las propias sensaciones.

“Entonces uno se pregunta cómo es posible que haya estos virtuosos de la escritura como para poder poner en esas palabras, en ese lenguaje tan extraordinario, algo tan simple y tan sencillo como: yo me siento triste o estoy triste porque tal cosa en el amor o tal cosa en la familia”.

“Y entonces viene esa develación. Esa epifanía de encontrar la belleza poética, no solamente de la escritura sino de la historia que te está contando el personaje”.

De manera personal y dicho a modo de invitación a la lectura de las obras de William Shakespeare, Claudia Solís Andrade, dijo que son Julieta, por representar “el amor y la pasión más pura”, y el bufón de El rey Lear, por su mordacidad, actitud atacante y agudeza, sus dos personajes predilectos del autor.

Julieta abundó, porque en la consecución de la realización de su amor “va más allá de su familia y de los cánones morales que hay en esa sociedad que le tocó vivir” y que la hace enfrentarse a la muerte, no solo fingida sino real. Mientras que el bufón de El rey Lear, es vehículo del metalenguaje que aparece de por sí en las obras de Shakespeare, pero es además vivaz y mordaz. “Siempre está al acecho, pero siempre está defendiendo a su rey”, a quien como ocurre en Edipo, le dice: “tú que ves y yo que estoy ciego… ¿puedo ver lo que tú no?”.

Este 2016 se recordará en todo el mundo la obra del poeta y dramaturgo con el montaje de nuevas versiones de sus obras, las proyecciones de películas basadas en las mismas y aun el rodaje de nuevas producciones con este sustento.

En Zacatecas adelantó Claudia Solís, se harán lecturas dramatizadas y por parte de grupo Momo, se remontará El Cuchillo de la Mente, una serie de representaciones de fragmentos de las tragedias más importantes del autor, basadas en el libro de mismo nombre.

Agregó a la invitación a participar de la obra de Shakespeare, la posibilidad de que los maestros contagien la pasión y el gusto por ella más que la obligación de conocerla, mediante la lectura “con sus alumnos en clase”.

Acentos, dedicará el segundo de sus programas de este 2016 a la obra de Miguel de Cervantes Saavedra, también conmemorado este año por su aniversario luctuoso número 400.

 

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