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sábado, 27 abril, 2024
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Por: EDGAR KHONDE •

La Gualdra 456 / Río de palabras

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Tenía que comenzar a ensamblar los pedazos de historia para presentar finalmente el relato y saber si funcionaba o me largaba a vagar por el mundo dedicándome a cualquier oficio. Era el 2 de noviembre de 2020, el primer año del Fin del Mundo. Era irrelevante lo que le aconteciera al planeta, si lográbamos conquistar las estrellas y colonizar otros mundos. Yo no tenía miedo de contagiarme y morir, además de que sabía que no era parte del método del Sueño. Gracias a la desgracia del Viajero del Tiempo que trastocó la Realidad y desató el virus, sabía que si bien no era inmortal, nada me apartaría del fallo que provocó mi penitencia. Javier Raya había advertido en La rebelión de los negros, por boca de Sebastián Matus, que yo no estaría vivo cuando apareciera Los ladrones. El tema es que el Viajero del Tiempo apresado y ajusticiado en una provincia canadiense no era precisamente un visitante el Futuro, sino del pasado. Con ello se evidenció que la alteración de la línea temporal, la aparición del Corona, no era una advertencia ni tenía un propósito, fue un error cometido por un desafortunado habitante medioeval que quién sabe cómo llegó a nuestro tiempo. La cosa es que aunque tuviera la obligación de cumplir con el Plan del Sueño sí o sí, no tenía la idea de cómo empezar. Hasta que entendí que si comenzaba por el final, la trama sería natural. Esta declaración está escrita desde el Futuro, pensando como si hubiera sido escrita el 2 de noviembre de 2020. Siento y lamento si consideran que esto es una traición. Salvo los que protagonizamos esta historia, LRN, mi parte, todxs lx demás hemos muerto, infectados o no. Quiero decirles que el verdadero virus ha sido el miedo, la delación y el sometimiento. Lo más natural de la vida es la muerte. En el lugar donde habito, han sido publicadas las versiones de La rebelión de los negros no solo de Raya y Khonde, sino de Sebastián Matus, Andrés Kosterlinsky, Rafael Zamudio, Sergio Ventura, Silch, etcétera. Nosotros, los negros, tuvimos que reinventar la Realidad después de que todxs ustedes fallaron. Fracasaron, pero nosotros nos decidimos volver fantasmas para abarcar el universo. No jugamos a ser dioses, porque incluso los dioses padecen el miedo, miedo a no ser adorados. Nosotros, las sombras, nos volvimos anónimos y borramos en una línea todo lo que construyeron porque lo consideramos inhumano, falso, sucio, inepto. Siempre fuimos anarquistas, comenzamos a escribir porque nos gustaba alterar el lenguaje y la escritura. Quizá si ese Viajero del Tiempo no hubiera alterado la Tierra todo hubiera transcurrido como siempre. Comienzo entonces a contarles cómo comienza mi versión de LRN, porque así comienza el principio de todo: “Parecía un chiste: Morant el argentino, Hernández Estrada el español y yo, mexicano…”.

Samuel Iván Muñoz A.K.A. Ivanko Moses-Lee. Día de Muertos. Fotografía digital. 2020.

 

 

 

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