El pasado 11 de julio, luego de un largo proceso y con un amparo interpuesto, Rodolfo Flores y Francisco Domínguez contrajeron “matrimonio” civil en la presidencia municipal de Zacatecas, la noticia se difundió por los medios de comunicación como un gran logro, signo de progreso de nuestra sociedad que por fin se abría para aceptar la diversidad. ¿Pero estamos todos de acuerdo en que verdaderamente sea un evento para festejaste y considerarse signo de progreso?
No tengo el gusto de conocer a estos jóvenes y no pretendo juzgarlos ni condenarlos, pero el que los respete no significa que deba aceptar así como así la absurda pretensión de modificar el matrimonio y la familia en base a una ideología y por tanto en base a cuestiones meramente subjetivas. Porque lo que es objetivo es que nacemos hombres o mujeres y que el matrimonio ha sido siempre entre un hombre y una mujer, eso es objetivo y por tanto verificable. Los derechos y las leyes del matrimonio solo pueden basarse en algo verificable y objetivo. Lo objetivo es la unión entre un hombre y una mujer, en donde biológicamente es posible que surgía el milagro de la vida, otra cosa es que puedan cambiar las formas culturales, como de hecho ha sucedido en diversos periodos de la historia.
Que estos jóvenes quieran vivir juntos está bien, si es eso lo que ellos desean, que busquen del Estado protección para heredar sus bienes o tener seguridad social, pues está bien, hay mecanismos para ello, pero que no pretendan que a su unión se le llame matrimonio porque no lo es y mucho menos que en base a sus sentimientos (realidad subjetiva) se modifiquen las leyes. No se trata de privarlos de sus derechos, sino de ver lo que realmente conviene al bien de toda la sociedad. Lo mismo sucede con relación a la adopción de niños, pretender tener “derecho” a la adopción porque según ellos lo que los niños necesitan es amor y no un padre y una madre es totalmente absurdo. Un hijo no es un derecho, no se puede pretender adquirir derecho sobre otro ser humano (ya superamos la época de la esclavitud), no se tiene derecho sobre el niño, sino que es el niño el que tiene derecho a un padre y una madre, porque eso es lo que perdió y es lo que el Estado debe procurarle.
La familia, unión de un hombre y una mujer, es la base de la sociedad, es el único espacio natural para la generación de la vida, esto es objetivo, es biología y no religión, no podemos simplemente permitir que una ideología, un pequeño grupo modifique esta realidad. No es discriminación ni homofobia, es apegarse a lo natural, al orden biológico del cuerpo y del mundo, el hombre es complemento de la mujer, ambos realizan una unión tan perfecta que son capaces de generar vida. Un hombre nunca podrá generar vida con otro hombre, ni una mujer con otra mujer, es natural, es biología; las parejas homosexuales están cerradas a la comunicación de la vida, aunque lo quieran, es algo que simplemente no es posible, así que no pretendan que dicha unión se equipare al matrimonio, porque no es ni una pálida imagen de éste.
Ante este panorama surge el tema de la objeción de conciencia, es decir, si alguien, un juez del registro civil, un funcionario o cualquier otra perdona se niega a realizar estas uniones porque cree firmemente que no es lo correcto, nadie debiera acusarlos o pretender enjuiciarlos por ello. Sucede lo mismo con el médico que se niega a realizar un aborto. Existe el derecho a la objeción de conciencia y no se les debe acusar de retrógradas u homofóbicos, ¿desde cuándo es homofobia pensar distinto? Los que enarbolan la ideología de género piden tolerancia y respeto, pero ellos se muestran intolerantes e irrespetuosos con quienes piensan distinto de ellos.
Una boda de este tipo, porque no es un matrimonio, es un retroceso, signo del triunfo de una mentalidad débil y relativista, de una ideología sesgada que pretende imponer su forma de pensar para toda una sociedad. No se puede cambiar la biología ni la naturaleza por decreto, pues aunque una autoridad decretara que los burros pueden volar, no por eso les saldrán alas. ■
