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domingo, 5 mayo, 2024
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■ Viven con el temor de que un día sus hogares se caigan por completo debido a los estruendos

Entre angustia y miedo viven vecinos de la colonia Pedro Ruiz González por las voladuras de Capstone

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Por: ALEJANDRO ORTEGA NERI •

“Ya no duermo tranquila” son las últimas palabras que emite la señora Rosalinda Esparza Sánchez, con domicilio en el andador Juchipila de la colonia Pedro Ruiz González, luego de mostrar a La Jornada Zacatecas las afectaciones que han dejado en su casa las voladuras de la mina Capstone Copper Cozamin, de unos años a la fecha. Las pronuncia desde su cocina en la que el enjarre del techo está incompleto y el pedazo que cayó, recuerda, le golpeó la cabeza mientras cocinaba. 

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La noche del viernes 10 de noviembre de 2023 pudiera ser recordada entre los vecinos como la noche en que las camas se movieron. Las palabras de puerta en puerta son idénticas “sentí que la cama se movió”, dicen mientras recuerdan el fuerte estruendo que cimbró la colonia cerca de las 23 horas. Ya no preguntaron qué pasó, sino más bien apuntaron que “un día, éstos nos tumbarán la casa”, y aunque la empresa de origen canadiense se deslindó en un comunicado los habitantes de las colonias aledañas ya no creen en nadie, pero viven con la angustia de que lo más grave pase. 

En el andador Apulco, la señora María del Carmen García recuerda los dos últimos estruendos fuertes en los últimos días. Uno sentido a las 3 de la tarde y el último a las 11 de la noche. Su casa ahora luce resanada, pero las voladuras afectaron el tirol de su balcón y el azulejo de su baño, esto mientras uno de sus hijos se bañaba y un pedazo le golpeó el pie. Nadie se hizo responsable y ella misma lo reparó. 

La señora García detalla que han ido los de Protección Civil y les argumentan que son casas viejas, hipótesis que se cae cuando hay construcciones con tan sólo ocho años de antigüedad y se encuentran ya afectadas. “Se aplacan mientras hacen dictámenes” pero cuando éstos salen negativos, vuelven las voladuras a los mismos horarios. Los elementos de Protección les argumentan que son temblores, pero, pregunta, “¿entonces tiembla al mismo horario, a las 6 de la mañana y 6 de la tarde?” “Nos hundiremos en la noche y ni quien dé razón”, asevera. 

“¿Qué piensan, tumbarnos las casas?”

En el andador Villanueva los daños a las casas también son evidentes. En la casa de la familia Aranda Aguilar se ha desprendido también una parte del enjarre exterior y aseguran que en el patio ha pasado lo mismo debido a las barrenaciones. En esa misma calle se observan vidrios de las ventanas con fisuras, cicatrices que buscan mantenerse firmes unidas con silicón. 

Doña Paula González, del mismo andador Villanueva, busca esconder tapar con un mueble la cuarteadura de un muro de una de sus habitaciones. “Se ve feo” dice, y el remedio es poner frente un pesado mueble para que el daño a la estructura no se observe. Lo mismo pasa en otras habitaciones a las que incluso elle ha intentado resanar con resultados poco eficientes. Con el último movimiento, dice la señora González “el piso se me levantó y salí corriendo hasta fuera. No es justo, cada día está peor. ¿Qué piensan, tumbarnos las casas?”, concluye. 

En el andador Loreto la situación no es distinta. Don Rafael Méndez abre la puerta de una habitación en la que las grietas que unen los muros se están despegando. No es lo único, también en el techo de su entrada se observan los daños que causan las voladuras y en la pared donde residen pequeñas aves en sus jaulas, los daños son igualmente visibles. Si bien, los temblores por la actividad minera llevan muchos años, dicen, en los últimos tres han “batallado mucho con eso”. 

Más delante, sobre el andador Sombrerete, doña María de Jesús Santana también mostró a La Jornada Zacatecas los daños a su vivienda. Tras los cuadros que cuelgan de los muros de la sala, tras las fotos de sus seres queridos, se esconden las grietas de las sacudidas cotidianas y en la cocina, el salpicadero de azulejo amarillento ha comenzado a despegarse con la amenaza de ya no aguantar más. Si bien, doña María recuerda que también son años los de sentir el movimiento bajos sus pies, ella considera que en lo que va de 2023 éstos se han intensificado. 

“Sí quiero correr, pero ya son 80 mayos los que traigo en la espalda” 

María Elena Zapata y Alejandro de Orta son un matrimonio con su casa asentada en una esquina del andador Río Grande y consideran que la mina los quiere “juzgar de locos o tontos” por los señalamientos que han hecho, pero argumentan que ya no sólo son ellos, los vecinos de la colonia Pedro Ruiz González, sino también los de las diferentes secciones de la colonia Díaz Ordaz, el barrio de Mexicapan, Las Margaritas, Filarmónicos y hasta los de la Lázaro Cárdenas los que ya han comenzado a quejarse también. 

Esta pareja vive con la angustia, dicen, de que la mina les destruya su patrimonio mientras ni el presidente municipal, Jorge Miranda Castro, ni el gobernador David Monreal Ávila les hacen caso, por lo que ahora “encarecidamente” el llamado lo están haciendo al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador para que voltee a ver esta situación. “No dormimos, vivimos con angustia. Despertamos antes de las 6 de la mañana…señor gobernador, vea por su ciudad, la gente lo sentó donde está”, dijeron. 

Frente a ellos vive solo don Fernando Zapata, un adulto mayor de 80 años de edad que también recuerda cómo su cama se movió el viernes pasado con el fuerte movimiento de la noche. Su cuarto ya también cuenta con afectaciones y cuando lo han acometido los temblores asegura que sí quiere salir corriendo “pero ya son 80 mayos” los que carga en la espalda, además de que tiene un marcapasos y las piernas poco le funcionan.  

Poco han hecho las autoridades para solucionar las quejas de los vecinos de las colonias aledañas a la mina Capstone Copper Cozamin que señalamiento tras señalamiento se deslinda. Pero incluso los comités vecinales tampoco han funcionado en la zona, algunos les han pedido cooperación para organizarse, pero ignoran a dónde ha ido a parar dicho dinero. La angustia les carcome, pero no solamente su patrimonio está en peligro, dicen, sino el de la ciudad también, pues las afectaciones han llegado al templo de Jesús y la capilla de Mexicapan, la primera que hubo en esta ciudad que está por conmemorar 30 años de su inscripción en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad mientras su suelo se cimbra y los muros se llenan de estrías. La historia dice que la riqueza de las minas hizo bella esta ciudad, pero también podría ser la causa de su destrucción. 

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