Debemos afrontarlo: no somos nada más un país en movimiento, con reformas estructurales que Dios mediante nos permitirán llamar gratis a larga distancia, sino informa el licenciado Peña Nieto que si bien afortunadamente no en todo el país, los órganos de inteligencia de su gobierno han detectado algunas “señas de debilidad institucional”; por lo que convendría tal vez hacer un alto en el cotidiano disfrute de nuestro generalizado bienestar y preguntarnos, en Dios y en conciencia, qué podríamos estar haciendo si no mal, acaso no tan bien.
Si algo damos por sentado es el posiblemente no tan sano esparcimiento que vistos desde lejos proporcionan un día sí y otro también los góberes preciosos; tanto que nos hemos desentendido casi por completo de los precisos municipales, mismos que al unísono de aquellos no sólo no cantan mal las rancheras sino que si no les componen más corridos es probablemente por la concentración de los líricos del género en la franja fronteriza, y no por falta de méritos; de lo que han dado pruebas más que fehacientes el panista guanajuatense que contrató los servicios de expertos en teoría y práctica de la tortura, el colimense blanquiazul que nada más robó un poquito, la michoacana tricolor que mandó matar a un compadre, etcétera; y es por ello quizá que sorprende el “izquierdista moderno” guerrerense que ordenó secuestrar y masacrar a más de sesenta estudiantes, normalistas por encima, que osaron irrumpir en la cabecera municipal de Iguala cuando su señora esposa y programada sucesora rendía su informe anual de labores como presidenta del DIF, afrenta que consideró el alcalde no podía quedar impune.
Nota bene: un juez federal concedió ya un amparo al alcalde susodicho, por considerar los delitos que pudieran imputársele no son de gravedad.
Aunque consideran lo que dice una del otro y otro de la una son verdades como un templo tipo pirámide de Teotihuacan, coinciden los observadores en que a diferencia del sostenido por Bejarano con los chuchos, Murillo Karam y Osorio Chong, al pleito de lavadero con que intentan una diputada local y el oficial mayor de Gobierno del Estado entretener al respetable le faltan realismo, punch, y, sobre todo, eso que los cubanos llaman pep. ■
