En el país se despliega la colonización del Estado por parte de los llamados Poderes Fácticos, lo cual ha provocado no sólo la destrucción del Estado de Derecho, sino el uso de los poderes formales para emprender una estrategia de apropiación privada de la riqueza común: recursos naturales, información y conocimiento. Lo que además ha generado otro efecto excesivamente negativo: la persistencia de pobreza y el ensanchamiento de la desigualdad extrema. Pues bien, la única posibilidad de detener esta calamidad, es fortaleciendo a las fuerzas sociales que tienen como objetivo la igualdad. Es decir, a las izquierdas. Y la única manera de hacerlas fuertes es construyendo su unidad. Pero la unidad es efecto de la confianza. En otras palabras: para hacer robustas a las fuerzas de la igualdad social, es vital que exista confianza entre ellas.
La cosa es que la unidad es producto de reglas justas y claras en las que todos los actores estén de acuerdo antes de su ejercicio. Para construir programas, candidaturas y equipos comunes entre las diferentes expresiones políticas, y aun al interior de cada una de ellas, se requiere que todos compartan las formas de decidir tanto las posiciones políticas estratégicas, como los mecanismos para elegir las candidaturas. Y sin duda, esas formas y mecanismos deberán ser democráticos. Sin democracia interna y sin limpieza en la operación, la unidad es inalcanzable. En el caso específico de las izquierdas, el debate más significativo se desarrolla ahora mismo al interior de Morena, sobre todo en la definición de su candidatura a gobernador para el 2016. El hecho mismo de que exista un severo conflicto interno en Morena es indicador de que las reglas y los procedimientos no son compartidos por todos. La existencia de grupos trans-partidarios (como el monrealismo) que actúa en varios partidos de manera simultánea, se convierte en un factor de caos y desconfianza en todos ellos: la mezcla promiscua de las militancias políticas entre el PT, MC y Morena, se opone a la unidad genuina; se debe definir por ello, cómo los actores internos de Morena que han construido la estructura partidaria van a elegir a sus candidatos; y resolver la queja de esa base de militantes en el sentido de que la dirigencia nacional les quiere imponer una candidatura desde el centro. La existencia de una regla en este mismo partido, que otorga la decisión última sobre la candidatura a la gubernatura de un estado sea definida por la cúpula central es preocupante, porque la sola existencia de esa regla muestra una estructura piramidal nugatoria de la vida democrática interna.
Es muy importante que en Morena logren limpiar estos humos ácidos y avancen hacia formas horizontales y desde abajo en la toma de decisiones, y con ello, se sienten las bases para la confianza, la unidad y la fuerza que las izquierdas requieren para lograr detener la colonización del Estado. Una candidatura que nace en medio de esta neblina de confusión, desconfianza y desaliento, nace muerta. Y los zacatecanos necesitamos justo lo contrario: unidad y fortaleza confiada entre las izquierdas.
