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sábado, 4 mayo, 2024
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¿No se cayó el sistema?

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Por: Rodrigo Reyes Muguerza •

En 1988 Manuel Bartlett, el entonces Secretario de Gobernación, anunció que el sistema para computar votos tuvo problemas. La petición, como en 2006, fue que se abrieran los paquetes electorales. Sin la presencia de un instituto autónomo, Manuel Camacho aseguró que hacer esto equivaldría a poner en duda todo el proceso electoral previo. En 1988 mis compañeros de generación apenas tenían un año. Es imposible que recordemos ese momento de primera mano y sin embargo se ha quedado en nuestras memorias. Otro de los momentos en el que nos preguntamos ¿qué hubiera pasado?

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Durante ese sexenio la posibilidad de un fraude fue desacreditada por quienes se encontraban en el poder. Dos años más tarde, a sabiendas de que el país no aguantaría otras elecciones bajo condiciones similares, se creó el Instituto Federal Electoral. El IFE permitió que las conflictivas elecciones de 1994 tuvieran un poco más de legitimidad, teniendo como resultado la elección de Ernesto Zedillo como presidente. En ese entonces, Manuel Bartlett era gobernador del estado de Puebla.

Seis años más tarde, en el 2000, México experimentó por primera vez la alternancia presidencial. Vicente Fox subió al balcón para decirle a los mexicanos que se sentía a toda máquina el haber sido electo presidente. Durante los seis años del periodo foxista, el Señor Bartlett fungió como Senador de representación proporcional.

En 2006 el PAN ganaría las elecciones de nuevo. El 2006 también marcó el inicio de la trilogía “Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la Presidencia”. Al haber perdido contra Felipe Calderón por una diferencia de 0.58%, AMLO logró poner en duda la neutralidad del IFE y del sistema. Seis años después, en 2012, AMLO volvería a perder y el PRI regresaría a los pinos con Enrique Peña Nieto como el nuevo presidente de México.  En ese entonces, Manuel Bartlett ya militaba en el Partido del Trabajo (PT). Se convirtió en alguien que no quisieron en el PRI y que la búsqueda del poder lo llevo a cambiar de derecha a izquierda más rápido que un jugador de futbol.

En ambas ocasiones, en 2006 y en 2012, AMLO peleó con el sistema de frente. Sin miramientos acusó a las autoridades de manipular las elecciones y pidió el recuento de los votos. Estas acusaciones y estas peticiones son las mismas que se dieron en 1988. Las situaciones son muy similares pero la gran diferencia fue la existencia de una institución autónoma que avala las versiones oficiales.

Muy probablemente nunca sabremos si AMLO ganó alguna de esas dos elecciones, especialmente la de 2006. Lo que sí sabemos es que después de 2012, Andrés Manuel fue capaz de fundar MORENA. Un partido político que ha crecido de forma exponencial convirtiéndose en la fuerza a vencer hacia el 2018.

En ese partido político milita ahora Manuel Bartlett. Alguien que hace unos días confesó que sí, que en 1988 hubo fraude. Que el PRI se alió con el PAN para que el Ing. Cuauhtémoc Cárdenas no fuera presidente. Bartlett, quien anunció que lo del 88 fue un problema tecnológico pero que no había nada ilegal. Alguien que después de años de defender esa versión, hoy dice que todo fue mentira como si él nada tuviera que ver.  Se trata de una confesión tristísima. Para él como persona porque demuestra su falta de ética y para México como país porque aún después de escuchar esa confesión, permitimos que ese individuo sea parte de nuestra clase política.

Lo que pasará en 2018 es un misterio. Existe un abanico de posibilidades que politólogos y opinólogos pueden tomar como predicciones. Lo que es interesante es la oportunidad que la confesión de Bartlett le da a AMLO para demostrar que es diferente. Durante doce años (si solo tomamos los años en los que ha sido candidato) AMLO ha criticado intensamente a la “mafia del poder”. Los abusos, las burlas de las autoridades ante la ciudadanía, la falta de democracia real. Bartlett acaba de confesar que él encarna todos esos sustantivos. Bartlett representa todas las quejas de AMLO en una sola persona. Justificar su actuar para ganar votos sería un error que AMLO no se puede permitir.

1988 está lejos pero cerca de nuestras memorias, incluso para quienes aún no teníamos conciencia. El próximo proceso electoral celebrará el vigésimo aniversario de la ahora falsa caída del sistema. Lo podremos celebrar de muchas maneras. Premiando a quienes en ese entonces participaron en la farsa o dándoles la espalda por completo, responsabilizándolos de lo que hicieron y hoy quieren ocultar. Si esto no sucede, las críticas hacia MORENA (una iglesia donde se curan todos los pecados) tendrán más sustento que nunca. Si esto sigue así, pase lo que pase, las elecciones de 2018 no solo nos recordarán el pasado, harán evidente que el sistema siempre ha estado caído.

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