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viernes, 26 abril, 2024
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■ Marcelino Mendoza, originario del Estado de México, trabaja todos los años en la Fenaza

“La vida de un comerciante ambulante es similar a la de los migrantes en EUA”

■ Por su estilo de vida debe lidiar con el clima, la inseguridad y los robos de la mercancía

■ Asegura que “sin los gritones no se complementa una feria, esto es parte de una tradición”

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Por: KAREN GARCÍA •

Marcelino Mendoza, originario de la comunidad Santiago Acutzilapan, del municipio de Atlacomulco, del Estado de México, es un comerciante que por muchos años se ha dedicado a la venta de trastes y artículos para el hogar, y que año con año, a pesar de las dificultades económicas y la inseguridad, viaja a la entidad para participar en la Feria Nacional de Zacatecas (Fenaza).

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Con cincuenta años, Marcelino se ha dedicado al comercio desde que tenía ocho, pues su padre comenzó con el negocio, ya que aproximadamente 70 por ciento de los habitantes de Santiago Acutzilapan se dedican al comercio ambulante, por lo que fue una herencia familiar lo que lo llevó a seguir e implementar los conocimientos adquiridos y llegar a tener un establecimiento propio. 

“Empecé a trabajar con mis papás a la edad de ocho años, mezclábamos la escuela con ayudarles a ellos. Ya formal, terminé la secundaria y de ahí para acá he estado trabajando en el comercio de los trastes”, explicó.

Después de algunos años de haber tenido un establecimiento propio en Santiago Acutzilapan, por las bajas ventas que se daban, y la carestía de una economía más estable, fue que la familia de Marcelino aceptó la invitación de amigos vendedores a cambiar su estrategia de trabajo y comenzar a ir por temporadas cortas a diferentes estados; posteriormente, las temporadas de estar lejos de casa fueron más largas debido a que comenzaron a instalarse en las ferias de las diferentes entidades de la República. 

Explicó que la decisión de seguir la ruta hacia otros estados o regresar a casa depende de la situación económica, pues dijo “cuando nuestras ventas están bien, hay una forma de regresar pronto a casa, pero si no, tenemos que irnos de un lugar a otro, a otra feria”. Además, Marcelino explico que hay días que se tiene que regresar a su comunidad, pero únicamente para surtir de mercancía y volver a la cotidianidad laboral. 

“Nosotros nos damos una idea de que vivimos una vida como la de nuestros hermanos migrantes en Estados Unidos, porque ellos también dejan su comunidad, su familia y se van, dependiendo de cómo les vaya regresan. Tenemos una situación similar porque nosotros tardamos hasta tres meses en regresar, pero ¿qué es lo que hacemos?, pues activar la economía para que la familia salga adelante”, mencionó.

Marcelino describió este estilo de vida como “bonito” por el hecho de conocer muchos lugares del país, pero a la vez muy complicado por estar lejos de la familia, lidiar con las inclemencias del tiempo, exponerse a la inseguridad y los robos de la mercancía. 

Así es que, como parte de las experiencias que le ha dejado la vida de comerciante ambulante, se ha encontrado con todo tipo de situaciones que van, desde hacer nuevos amigos y entablar relaciones amistosas con residentes de diferentes estados, hasta ser víctima de extorsiones y robos.  

La cotidianidad de un comerciante como Marcelino no tiene horarios, pues la apertura y cierre de su negocio la pone el consumidor, ya que tiendas como ésta tienen una gran demanda en eventos como las ferias, pues la atención al cliente se hace desde tempranas horas del día hasta las altas horas de la madrugada. 

“Esto de los trastes es muy conocido y muy común en cualquier lugar. No tenemos un horario fijo, a veces nos levantamos a las 8 o 7 de la mañana porque tenemos que prepararnos, acudir a los mercados y surtirnos de lo que vamos a comer durante el día y ya no salirnos. Por lo regular siempre es después de media noche cuando descansamos”.  

“Los tiempos están difíciles”, fue lo que Marcelino dijo al explicar que la economía ha cambiado desde antes de la pandemia, pues los precios se elevan para comerciantes como para consumidores, por lo que Marcelino dijo que “la gente dice oye, ¿qué paso?, porque tienen la idea de  que se van a encontrar con precios de hace tres años y no, eso cambia”.

Finalmente, le hizo una invitación a las autoridades para que consideren a los comerciantes ambulantes que vienen a participar en la Fenaza, ya que por cuestiones climáticas han sufrido los estragos de la lluvia, y a pesar de que “vienen preparados” siguen siendo una población vulnerable que necesita el apoyo de las autoridades.  

“Sin esta parte de los trastes, más conocidos como ‘los gritones’, no se complementa una feria, porque esto es parte de una tradición”, finalizó.   

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