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lunes, 13 mayo, 2024
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El Canto del Fénix

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Por: SIMITRIO QUEZADA • admin-zenda • Admin •

“Lo que le pasó a Colosio”

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Comentarios a un narcocorrido

Hace años entrevisté a “Los Tucanes de Tijuana”, al término de un baile realizado en Juchipila, Zacatecas. Les pregunté si es cierto que los grandes narcos del país les pagan para que les compongan sus corridos. Mario Quintero, vocalista y compositor del cuarteto, sonrió con malicia y lo negó rotundamente. Seguí preguntando sobre la censura que una senadora panista había propuesto entonces en el pleno: las radiodifusoras del país no debía transmitir más los narcocorridos de grupos como los mismos Tucanes, Tigres del Norte, Raza Obrera, entre otros. Mario me retó simpáticamente al asegurar que, si la radio no transmitía sus corridos, la gente compraría sus producciones para tocarlas en sus coches.

El compositor me cayó bien por carajo, más cuando el autor de temas como “La piñata”, “Los tres animales”, “La gripe colombiana”, “Mis tres viejas” y “El cartel de a kilo” comenzó a moralizar, diciendo que más bien sus canciones llevaban un mensaje de prevención, “para que la gente no se meta a las drogas”. La entrevista terminó cordial y Mario me felicitó “por tu profesionalismo, primo”.

Sirva esto como introducción a mis comentarios a un narcocorrido titulado El sucesor, interpretada por Los Tigres del Norte. La autoría de la canción no es revelada en ningún lugar de la producción discográfica. El Sucesor tiene seis estrofas, cada una con seis octosílabos, lo que da 36 versos que riman predominantemente en monorrimos consonánticos. El Sucesor es un texto al que podríamos llamar canción-testamento. Son las últimas voluntades de un gran narcotraficante a su heredero; llámese hijo, ahijado o similares.

Las dos primeras estrofas son claras. “Aquí tienes estas llaves, / desde hoy es tuya la tienda. / Trata de ser cauteloso / y nunca la desatiendas: / este negocio es muy bueno / para que un día se pierda. // Tenemos ya mucho tiempo / comprando y vendiendo todo; / y tú, como el sucesor / tendrás que seguir mis modos. / Así, pase lo que pase, / vas a controlarlo todo”. El traficante alaba tanto su actividad como el esfuerzo que le ha costado mantenerlo todo a flote. Por ello el que lo recibe debe “ser cauteloso”, para, como apunta en la segunda estrofa, “pase lo que pase… controlarlo todo”.

La tercera estrofa dice: “Como es grande la familia, / cambiamos de presidente / cada seis años lo menos / y tenlo tú muy presente: / Si no se cierra la tienda, / el pacto sigue al corriente”. Una de dos: o el compositor utiliza la letra para atacar por igual a narcos y políticos de rango, denunciando una alianza entrambos, o este corrido fue mandado hacer por un narco poderoso que delata su conexión con miembros de los altos círculos del poder en nuestro país. Ficción, suposición o confesión. Dentro de las corporaciones policíacas encontramos también personas honestas que verdaderamente buscan un futuro mejor para México. De ellos deben cuidarse los diversos herederos a quienes se dirige esta canción.

La cuarta estrofa alecciona: “Que disfrutes de tu puesto: / la tienda queda surtida. / Nomás tapa el ojo al macho / por si algún día te investigan: / al primero que la pierda / le puede costar la vida”. Si los investigadores encuentran un cabo suelto, es deber del heredero cortar por lo sano. Si comienzan a investigar a mi compadre, pues ni modo, debo procurar que no sueltes la sopa y pum, viaje gratuito al más allá, cortesía del compadre (“le puede costar la vida…”).

La quinta estrofa es la del clímax: “No puedes vender la tienda, / tampoco cambiar de socio. / Recuerda que por cien años / ha sido nuestro negocio: / no te vaya a suceder / lo que le pasó a Colosio”. ¿Qué le pasó a Colosio? Sabe. Llevamos años esperando una respuesta (los gringos llevan 52 años tratando de esclarecer lo de Kennedy, y nosotros llevamos 47 buscando respuestas a Tlatelolco). Nuestra gente dice que para encontrar el culpable “está pelón”. Sí, es difícil en un medio donde la gente se compra y se vende y algunas de plano se ponen en oferta. ¿Cuántos fiscales especiales se pusieron un precio, cuántos testigos falsos no obtuvieron una discreta cuenta bancaria? El nuevo refrán es “cuánto tienes, a cuántos compras”. Ante la corrupción creciente en nuestro país se hace difícil callar las voces que insisten en que el magnicidio contra Colosio no fue obra de un asesino solitario, sino de mucha gente comprada.

En esta quinta estrofa el que hereda estipula las normas con que acompaña la entrega. “Ten la tienda, que se rige así y así, y así… No trates de imponer reformas”, parece decirle. Es un consejo muy bueno para la salud (“no te vaya a suceder lo que le pasó a Colosio”). Tal vez Luis Donaldo “quiso cambiar de socio” o quiso romper con socios amañados, corruptos. Tal vez Colosio quiso hacer las cosas a su modo, con coherencia a sus creencias y convicciones. Eso lo hacen pocos actualmente. Decía el título secundario de una película mexicana que “todos tenemos un perro y un dueño”.

La última estrofa aconseja: “Cuando se llegue aquel día / de pasar a otro las llaves, / procura que el sucesor / conozca muy bien las claves; / pues si se pierden las riendas / nos van a dar en la mano”. Es ésta una canción de claves. No se trata sólo de dejar la tienda en manos de un sucesor, sino de recordarle cómo se va a manejar. ¿Entonces el narcotráfico es un arte? No: es una actividad que requiere “maestría en la técnica”, finura. El sucesor debe ser lo suficientemente astuto como para hacer prosperar el negocio heredado, pues de otro modo, a él, a su gente, a los socios y al padrino mismo “les van a dar en la ma… no”.

Éste es El Sucesor: vida, obra y tareas a cumplir. Aquí están las claves para llevar la tienda con buen rumbo. Es la didáctica de los cárteles. Y está a la mano de todos: sólo póngala en el estéreo de su coche o pídala en la radioemisora. ¿Es ésta una canción mandada hacer, como “Jefe de Jefes” y otras sospechosas? No lo sé. Y cuando digo “no lo sé” me nace una sonrisa con malicia como la de Mario Quintero cuando, al preguntarle si le pagaban por hacer narcocorridos, me dijera “Pues eso se ha dicho mucho…” y luego dijera que no. ■

 

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