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viernes, 26 abril, 2024
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Desaprender

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Por: Carlos Eduardo Torres Muñoz •

Gracias Mercedes, Mariana y María.

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En el marco del Día Internacional de la Mujer y en un ambiente de cansancio, hartazgo y desesperación por una la estela de violencia que todos sufrimos, las noticias que superan cualquier imagen infernal y ese absurdo colectivo que es el machismo, que en nuestro país ha encontrado no sólo un caldo de cultivo, sino una vergonzante predisposición cultural para volverse una herencia maldita, las mujeres han salido como nunca antes a expresar un ¡Ya basta!, con una furia tan creativa como generosa: nos invitan a desandar caminos de generaciones, a través de hashtags como el de #ComoHombre, en el que me he sorprendido más de una vez sin la capacidad para entender la ironía, el suave reclamo de expresiones que hemos normalizado y que debieran darnos vergüenza ante nosotros mismos. No importa siquiera el género, nuestra predisposición al prejuicio y a la discriminación hacia la mujer y sus circunstancias es tal que parece una absurda condición generalizada. Ni siquiera importan nuestras particulares historias personales, yo, por ejemplo (porqué es el único ejemplo del que dispongo para hacerme responsable), provengo de una familia en la que ambas abuelas tuvieron que hacerse cargo de sus respectivas familias, en ausencia de hombres. Mi madre logró su independencia económica, laboral y profesional, a costa de un doble esfuerzo: ser ama de casa y desarrollar su oficio al mismo tiempo, dándose no sé cómo, horas extras para no olvidarse un segundo de mí y mi formación; y, sin embargo, insisto, me he descubierto cayendo en razonamientos no sólo machistas, sino propiamente misóginos, que, tengo muy claro, me toca desaprender.

No hay mucho más que hoy pueda decir, es preciso reiterar y compartir: las mujeres que hoy y mañana se manifiestan, están haciéndonos un llamado que no sólo debemos atender, que no podemos ignorar, de esa violencia que sin ser necesariamente física, reproducimos un día sí y otro día también en nuestra conversación, y de la que derivan las otras tantas violencias de las que nos aquejamos hoy, y que, de tanto normalizar, lo que debiéramos combatir, hemos convertido nuestra realidad, en una escena tan aberrante, que el miedo nos empieza a consumir y a convertir en lo mismo: reproductores de violencia por miedo y cobardía. Ellas, en cambio, no han permitido que el miedo se les normalice en la piel, lo sienten todos los días, lo gritan y nos lo reclaman; esa valentía de la que los machistas (sean hombres o no) somos incapaces, es la que hoy requiere el mundo: aceptar el miedo y destruir su fuente, no ocultarlo y en ese mismo acto, alimentar su causa.

A todos nos toca, desde lo más interno, hasta lo más expuesto; desde nuestras interacciones, conversaciones y convivencias privadas, hasta nuestras expresiones de vida comunitaria y social, desaprender y atender, aprovechar y agradecer, esta oportunidad que las mujeres valientes que están saliendo a gritar, marchar, pintar y romper (sí, ¡qué lo rompan todo!), de desaprender, por nuestro propio bien, porque el bien de ellas, es el bien de todos.

Pd. Es muy probable que no entienda que no entiendo. Sí así es, de antemano pido una disculpa y me dispongo a seguir aprendiendo al tiempo que desaprendo. ■

@CarlosETorres_

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