En el mundo seguimos dependiendo de energías fósiles (carbón, gas y petróleo) en 80 por ciento. Las llamadas energías limpias representan porcentajes muy pequeños y, además, algunas de ellas son de costos elevados, como el caso de la energía fotovoltaica (celdas solares). El aire, el calor subterráneo, el movimiento de ríos, la liberación de energía del átomo, también son alternativas a los restos de materia orgánica almacenados en el subsuelo, pero con poca participación aun respecto a la urgencia que tenemos de ellas.
Sin embargo, el problemas mayor en el análisis del cambio climático, es el uso excesivo de la energía acumulada en forma de petróleo o gas a partir de un modelo civilizatorio que requiere de altísimos niveles de gasto energético. Los mejores estudios en la llamada economía ambiental muestran la relación proporcional entre crecimiento económico (medido en PIB) y gasto energético per cápita. Esto es, a mayor crecimiento económico mayor contribución al calentamiento de la atmósfera. Por ello, la razón de fondo del cambio del clima en el planeta es el proyecto civilizatorio de la modernidad, con lo cual se demuestra que el modelo de crecimiento es ecológicamente inviable. El conocido “modo de vida californiano” —si se generaliza— hace inviable la continuidad de la vida en el planeta. Con los últimos acontecimientos económicos mundiales, como la incorporación de la economía china a los altos índices de crecimiento (entre 7 y 12 por ciento de PIB anual), significa que mil 200 millones de chinos se suman al calentamiento atmosférico. Todos los estudios demuestran pues, que el crecimiento económico capitalista basado en la sociedad de consumo es la causa fundamental del deterioro ambiental. Por tanto, la solución al desastre climático es la superación del capitalismo consumista depredador.
Sin embargo, esto muestra retos difíciles de enfrentar: contener el crecimiento puede verse como una manera de crear problemas graves de desempleo, hambruna y carencia. Es decir, si la sustentabilidad es el equilibrio entre conservación ecológica, desarrollo social y crecimiento económico, se ve muy difícil hacer coincidir los tres componentes: parece que sólo puede haber crecimiento con afectación ambiental, o conservación ecológica con detrimento económico. Resolver este crucigrama requiere de mucha investigación íntimamente cercana a la aplicación de políticas en un contexto global. Estamos como Edipo frente a la Esfinge: si no sabe responder al enigma será llevado a la muerte.
Las proyecciones al 2050 son textos apocalípticos. Ya no hay tiempo de especulación, se debe actuar ahora. Pero los intereses de los grandes poderes capitalistas se ven enfrentados al interés de la vida en la tierra. Si queremos que la vida humana sobreviva, requerimos destronar dichos intereses. Y no es un debate entre ideologías contra-capitalistas, sino de datos duros de las evaluaciones que nos aportan las investigaciones de las ciencias biológicas. Los principales críticos al capitalismo hoy en día son los biólogos. Así las cosas, para salvar la sustentabilidad del planeta debemos dar una lucha política para cambiar el modelo económico. ¿Alcanzaremos o nos alcanzará el Armagedón?
