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lunes, 17 junio, 2024
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Más datos curiosos de la historia de Zacatecas

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

■ Historia y Poder

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Dentro de la gran cartelera de episodios que ha vivido la población de Zacatecas sin duda alguna a nuestro modo de ver son los referentes a los códigos y reglamentos que a finales de 1800 los que más cautivan y asombran por su singularidad y ganas de que la gente se comportase.

Obviamente que son miles y miles de renglones en los que se dictan los códigos a entablar como gente juiciosa y decente para dirigirse con los demás, pero de verdad que algunos rayan en la hilaridad, ya por su multa, su acción mal habida, o por negligencia de los servidores públicos.

Me explico: en los reglamentos y códigos que eran pan diario entre los pobladores, había unos que de plano se pasaban de la raya y por precisamente el mismo afán de que nadie se saliera del carril y en los reglamentos de matanza cerdos, por ejemplo, se pedía a los trabajadores del rastro y de acuerdo a la legislación sanitaria, estuviesen siempre limpios y aptos para el sacrificio de animales y que sus productos (sangre, chicharrones, carnitas, etc) no durase más de 12 horas en épocas de calor y menos de 24 en pleno invierno. Para tal efecto, el problema de las moscas y gusanos había empleados que precisamente se esmeraban en que ello no sucediera.

Era un pueblo lleno de tareas por cumplir y con ganas también de que sus funcionarios lo hicieran al pie de la letra, para ello, se buscaba siempre quien diera informes a carta cabal de los que osaren incumplir y los gobiernos municipales y estatales así como el jefe político de entonces tenían a cuadrillas de orejas e informantes que dieran aviso de inmediato, so pena también de compurgar multas o encierro.

El más común era un reglamento que databa de 1801 en que las ordenanzas se dieron a  conocer para obligar a los alcaldes que “debían cuidar que las calles estuvieran en buenas condiciones, estimulando a los vecinos a participar en dichas tareas, barriendo y regando las banquetas” so pena de que no hacerlo se impusiera la multa de dos pesos.

Para el ayuntamiento Capitalino de nuestra muy señorona ciudad de Zacatecas era un verdadero dolor de cabeza desinfectar las casas infestadas de tifo por lo que cuadrillas sanitarias tomaban toda clase de precauciones pues las epidemias habían diezmado a la población en muchas ocasiones y lo más común era el uso de la creolina, que apestaba a rayos pero mitigaba los olores y aparentemente erradicaba el mal del lugar.

Verdadero martirio también lo era la desinfección de la famosa y temible Cárcel de Santo Domingo, pues ahí los reclusos y reclusas tenían que ser apilados en un solo lugar mientras se afanaban los quehaceres en evitar se siguiera propagando tan mortífera enfermedad.

Prohibido el maltrato animal, prohibido cortar rosas de los jardines, prohibido tirar basura, prohibido andar semidesnudos, prohibido fumar mariguana, no informar quienes entraban a los hoteles y posadas, sepultar en Iglesias, la aglomeración humana en vecindades, robar en la administración de medicinas a los indigentes o injuriarlos en los lazaretos municipales.

Eran códigos morales y tratados de urbanidad ampliamente difundidos, pese a ello, los índices de delitos, eran enormes y las cárceles estaba seguidamente atestadas de gente pobre que no podía siquiera solventar las multas y encontraban ahí refugio, pan y compañía.

Había censos cada dos años, Manuel González Cossío relataba que el 31 de diciembre de 1832 habían nacido en los dos últimos años 17,812 varoncitos y 17,253 mujeres, se casaron 6,100 parejas, murieron 10,528 hombres y 10,442 mujeres.

No es Moyahua ni Tayahua, ni es Tepetongo o Totaltiche, menos Tlaltenango o Tepechtitán, es sencillamente, la Ciudad Leal de Zacatecas.

En la evolución legislativa en materia policiaca de Zacatecas del siglo diez y nueve, el reglamento económico de la seguridad pública de 1871 establecía que esta no podía existir sin antes no estaba bajo la premisa de la educación y del trabajo para todos, por lo que sin estas, “no puede garantizarse y son inútiles todos los esfuerzos” .

Tiempo después, -dato a estudiar- se formarían  el Partido Revolucionario Zacatecano, el Partido Político Independiente, el Partido Unión Democrática Zacatecana, Partido Laborista Mexicano y el Partido Voluntad Popular y todos ellos agitando las conciencias y ocupando espacios en pos de votos, regalías y denuncias de las condiciones de pobreza de los pueblos ancestrales zacatecanos ■

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