El tema de la Guardia Nacional ha sido polémico desde que se dio a conocer por el actual Presidente de la República. En un principio se trató de un tema que no solo fue criticado por la oposición; sino que también causo opiniones encontradas dentro de los impulsores de la Cuarta Transformación (recordemos el punto de vista de Tatiana Clouthier, quien cambio de opinión luego de una charla con Alfonso Durazo, Secretario de Seguridad). La creación de la Guardia Nacional fue por varios días el tema central de la actual oposición: que “la militarización del país”, que “los derechos humanos”, que “seguridad sin guerra”, en fin, todas esas expresiones fundadas en un principio por el miedo al cambio. La iniciativa de la Guardia Nacional, así como causó polarización de opiniones al inicio, para sorpresa de muchos, fue aprobada con el respaldo de todos los partidos políticos en el Congreso de la Unión; y con ese mismo respaldo ha sido aprobada en ya más de la mitad de los Congresos de los Estados. Es de reconocerse a todas las fuerzas políticas, como después de intensos debates, discusiones y análisis, se haya podido llegar a un acuerdo en este tema. No dudo que haya quien esté pensando que este respaldo atiende a un “pacto político”, pues es así como en otros sexenios, la parte oficial lograba el respaldo de la oposición. En esta ocasión, ese respaldo partidario que tuvo la Guardia Nacional, se debe más que nada a lo que ya he comentado en este mismo espacio de opinión; la inseguridad y la violencia que se vive actualmente, no distingue partidos ni colores; un “morenista” puede ser víctima de la violencia igual que un “priista” o un “panista”. La violencia rebasó a las instituciones; la delincuencia está por encima de los cuerpos policiales. Es por ello que sin duda fue una decisión acertada de las fuerzas políticas en el país, la aprobación de la Guardia Nacional, propuesta por Andrés Manuel López Obrador.
Queramos o no, la sociedad ya tiene una percepción de las actuales corporaciones dedicadas a la seguridad pública y la prevención del delito; sería mentir, si decimos que la sociedad no le tiene miedo a la policía de varios municipios; sería ingenuo pensar que las policías estatales están libres de infiltrados de la delincuencia organizada; seriamos cómplices, si aseguramos que las corporaciones policiacas de los municipios y los Estados no han abusado del poder y violado los derechos humanos. La ciudadanía tiene un fuerte temor y una gran desconfianza hacia los miembros de las policías municipales y Estatales, es una percepción generalizada en la que por unos la llevan todos.
Antes de la aprobación de la Guardia Nacional, no existía una corporación con disciplina militar facultada legalmente para realizar tareas de seguridad pública; estaba el ejército en las calles (desde 2006), pero, aunque “pretendía”, no cumplía con funciones de seguridad pública; eran elementos entrenados para eliminar al enemigo, no para investigar ni prevenir delitos, por eso se detonó una ola de violencia, en la cual resultaron en el fuego cruzado miles de civiles inocentes. Las policías municipales y Estatales, son insuficientes en el combate a la delincuencia; cómo no van a estar corrompidos los cuerpos policiales si son obligados a servirle a la delincuencia por la “plata o por el plomo”; situación muy difícil en la que el policía se juega la vida o la honorabilidad ¿usted qué haría? Estos son algunos de los factores por los cuales la inseguridad y la violencia terminaron por “comerse” al estado de derecho y a las instituciones.
Entonces, partiendo de la realidad y de la percepción que tiene la ciudadanía hacia las actuales fuerzas del orden, ¿Qué esperamos de la Guardia Nacional? la respuesta en sí, es sencilla: se busca una corporación policial; con entrenamiento militar que le pueda hacer frente a la delincuencia; que tenga la tecnología y los recursos materiales necesarios para el combate al crimen organizado. Una corporación con las facultades legales para ocuparse de la seguridad pública y la prevención del delito, lo que permitirá en mucho la disminución de los actos delictivos, siempre cuidando la protección a los derechos humanos. Se busca una policía, que sea cercana a la ciudadanía; que esté en comunicación con la sociedad y que pueda atender sus problemas. Y por último, que sea una corporación que esté bajo una cadena de mando libre de corrupción, en donde el Presidente de la República, será el mando supremo, pues se trata de una corporación de la Federación.
Con la Guardia Nacional, tendremos una policía de proximidad, en la cual la ciudadanía puede confiar; pero también, una policía lo suficientemente entrenada, con el recurso, la tecnología y el equipo necesario, para hacerle frente a la delincuencia organizada. Tendremos una corporación que pasará a la historia, y que su intención no es servir lo que dure el actual gobierno, sino servirle al pueblo de México de forma permanente. Ya es prácticamente una reforma constitucional aprobada, esperemos como sale la Ley de Guardia Nacional correspondiente.
