Autor: Diego Alejandro Pizaña Núñez
Residencia: Ciudad Cuauhtémoc, Zacatecas, México
Voy a contar una historia
escrita con muchas letras,
de una Calaca muy flaca
que anda por Zacatecas.
Amiga de otra famosa
por el pueblo reconocida,
creada en Aguascalientes;
les hablo de la Catrina.
Tuvieron un muy buen año,
grandes aventuras vivieron.
Es tiempo de mencionarlo,
pues al panteón ya volvieron.
La Llorona dio unas noticias,
dice que el pueblo dio frutos,
como el triunfo de Morena
que no gustó a los corruptos.
El Diablito no se preocupa;
por el estado ha paseado;
la violencia es su fuerte;
de la corrupción es aliado.
A algunos ricos mafiosos
la Huesuda anda esperando.
Ahorita se ven muy contentos;
después le andarán llorando.
Dicen que para el infierno
van los que engordan su banco,
aquellos que roban al pueblo,
¡ladrones de cuello blanco!
En un grito desesperado
la Huesuda está apabullante;
aliada es de la violencia
y de cualquier gobernante.
Las Brujas se ven molestas;
aquí no son bienvenidas.
Que mejor se vayan al norte;
lo nuestro son las Catrinas.
Creía la Muerte orgullosa
que México sería imponente.
Todo está en nuestras manos;
¡pon esa frase en tu mente!
Hablando de cosas tristes,
la Flaca anda de malas,
supo que hubo ataques
a las fuerzas armadas.
Dicen que los delincuentes
a nada le andan temiendo,
adoran a la Santa Muerte
y ella los va protegiendo.
Se creía que con el tiempo
ya no vendría la Muerte;
muchos hacen el bien,
pero el odio es más fuerte.
Irak ya nos quedó corto,
muertos hay por montones.
Las cifras son escalofriantes;
llenos están los panteones.
La Flaca lanza un reclamo;
de todos está cansada.
Quería tener un trabajo,
de perdis en La Jornada.
La historia ya se fue larga;
la Muerte se ha vuelto loca.
Ve y disfruta lo que haces;
no sabes cuándo te toca.
