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viernes, 26 abril, 2024
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Tortas japonesas

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Por: HERÓN EDUARDO DOMÍNGUEZ •

Que el momento más oscuro de la noche es el que precede al amanecer es una verdad incontrovertible, y repetirla a modo de mantra resulta sumamente útil a la hora de enfrentar la adversidad.

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El panorama en que sobrevive la numérica, económica y socialmente congelada población de Zacatecas no podría ser más sombrío; porque si bien es cierto no carece la entidad de los  recursos humanos y naturales necesarios para sustentar una vida digna para todos sus habitantes, también lo es que la empresa de convertir tales recursos en generadores de los medios pertinentes es de tal magnitud que muy difícilmente las iniciativas individuales pudieran aportar la fuerza suficiente para empujar en esa dirección; y que únicamente una acción decidida del Estado, mediante la aplicación de una estrategia basada en un diagnóstico certero, podría cambiar  los términos de la ecuación; y que esa, precisamente, es la carencia mayor.

Hasta hace no mucho tiempo el relevo de los titulares de los gobiernos estatales resultaba, para el común de los mortales, motivo de algunas expectativas, e incluso de buenos augurios. Eran regularmente, los agraciados, unos ilustres desconocidos, parientes de alguna honorable o desacreditada familia, lo que le ganaba confianza en el primero de los casos, y no se la quitaba en el segundo, pues se le sabia distinto y aun distanciado del clan en cuestión. Si era agrónomo se esperaba impulsara el agro alicaído, si maestro la maltrecha educación. La respuesta recibida por tales expectativas no es, de  momento, para contada.

Si no radicalmente la situación el día de hoy es completamente distinta: no existe más el agraciado solitario sino tres que se disputan serlo; ninguno de ellos es ilustre y en algunos casos (¿infortunadamente?) tampoco desconocido; sus oficios previos no son indicio de nada, y no despiertan, en el común de los mortales, ninguna expectativa.

Si bien algún pretendiente a mandamás habla enfáticamente de cambiar la situación no sólo el suyo es un disco muy rayado, sino obscenamente se jacta de la adhesión de ciertos caballeros de fortuna, beneficiarios casi únicos de la situación que condena.

Con las excepciones de rigor  los aspirantes a diputados conforman una corte homogénea y lamentable, cuyo objetivo casi único pareciera ser un fácil e inmediato enriquecimiento personal.

Por demás está mencionar que el combate a la inseguridad, el problema que angustia capitalmente a prácticamente todos los sectores de la sociedad, no figura con alguna seriedad en la agenda de candidato alguno; y el combate los factores que la generan menos aún.

El lado alegre de esta situación radica en que sin temor a equivocarnos podemos afirmar que de la misma nadie quedará decepcionado; y, desde luego, que el momento más oscuro de la noche es el que precede al amanecer.■

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