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sábado, 4 mayo, 2024
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La ecología y la cuestión de los límites 3/3

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Por: RICARDO BERMEO • admin-zenda • Admin •

“Zacatecas… en el amor del tiempo”. Una afirmación que -por desgracia- solo se corresponde parcialmente con los hechos. Lo constatamos, “desde arriba”, George Mobiot escribe… “Todos los que están en el poder hoy, saben que su supervivencia política depende de cómo se roba al futuro para entregarlo al presente”. Pero también, lo constatamos, “desde abajo”, somos una sociedad en donde la comprensión lúcida ante la debacle ecológica/climática en curso, está despuntando, pero, se encuentra muy lejos de asumir el conjunto de sus graves implicaciones para el territorio zacatecano. Vivimos -ya- para decirlo con una frase de Michael Klare, en… “un año de calor sin precedentes, en un planeta abrasado, con océanos que se calientan velozmente, casquetes polares que se derriten velozmente y niveles del mar que aumentan velozmente”. Y todavía, estamos más lejos aún, si cabe, de actuar efectivamente para evitar que la crisis ecológica/climática [junto con la violencia endémica] dañe irreversiblemente el hinterland de la sociedad que somos.

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Deberían ser suficientes las décadas transcurridas después del informe justamente famoso… “Los límites del crecimiento” (MIT/Club de Roma:1972), para darnos cuenta de que la tecnoburocracia actual (económica y política), obsesionada con el delirio del crecimiento económico ilimitado, y con el mantenimiento o expansión de su poder y de sus privilegios, no realizarán las transformaciones necesarias para evitar el colapso ecológico/climático, o lo harán demasiado tarde, y solo en un sentido reaccionario, autoritario, neofascista, defendiendo los privilegios del 1%, y condenando a las grandes mayorías, a convertirse, según avancen las crisis transistémicas y el colapso de nuestras sociedades, en simple… “humanidad superflua”.

Michael T. Klare, en su artículo: ¿Conseguirán acabar con el planeta el trumpismo, el brexit y el excepcionalismo geopolítico? sostiene como… “la geopolítica global y el posible vuelco hacia la derecha en muchos países (incluida una potencial elección de última hora en EEUU que podría colocar a un negador del clima en la Casa Blanca) implican malas noticias para el destino de la Tierra”.  En su análisis muestra cómo, a pesar de que más países estén firmando los Acuerdos de París (COP 21) de diciembre de 2015, nos alejamos cada vez más de la posibilidad de que se cumplan las estipulaciones acordadas en la COP 21 [justo por eso mismo, se negaron a darles carácter vinculante]. Entre otras razones, porque las elites que están en el poder, o por llegar a él son… “críticos de la ciencia del cambio climático, y fuertes opositores a los esfuerzos para promover una transición de los combustibles a base de carbono a fuentes verdes de energía” (ibid).

En suma, como escriben Yayo Herrero (et al)… “Solo se podrá salir de una forma digna de esta crisis repensando cómo debemos habitar la Tierra, qué mantiene vivas a las personas y, por lo tanto, qué debemos conservar, cuáles son las necesidades que hay que satisfacer, cómo se distribuyen los bienes y el tiempo de trabajo, quiénes y cómo toman las decisiones en nuestras sociedades. Y no es algo sencillo, porque exige darle la vuelta a algunas piezas constitutivas de los cimientos de nuestra cultura que fuerzan a mirar la realidad con unas lentes que la distorsionan”.

Literalmente, si nos interesa hacer algo, el tiempo es vital -aquí-, se nos escurre como la arena. Temporalidades distintas, encontradas entre sí, se entrecruzan. Forman legión lo que los científicos llaman “muertos vivientes”, seres vivos, animales, plantas, ecosistemas, [¿grupos humanos?], que “prácticamente” se encuentran condenados. La temporalidad virtual de la modelización del cambio climático, nos avisa de lo que muy probablemente podría suceder, considerando diversos horizontes (2030, 2050, 2100), a nivel del impacto del desborde ecológico/climático, dominados por el frenético –irracional-  tiempo propio de la húbris (desmesura), ligado a la lógica del “capitalismo contra el clima”.

De ahí la importancia, de engendrar nuevas significaciones imaginarias sociales, basadas en la autolimitación, nuevos objetivos, nuevos ritmos, nuevas formas de vida, capaces de alumbrar una nueva temporalidad, distinta, otra, a la de esta carrera demencial hacia el abismo, a la de los tiempos impuestos por el Estado y a los tiempos de la acumulación -por desposesión- desenfrenada.

Pasar del “yo paso”, dejar las salidas individualistas/familiaristas, apasionarnos por los asuntos comunes, dedicarnos a hacer otra política vinculada a un proyecto democrático verdadero, dejando de reproducir la actual (lo demostraron los indignados…“dicen que es democracia, pero no los es”). Acción reflexiva, sobre la renovada pertinencia de una transformación sociopolítica radical, porque sólo por esa vía es posible emprender con la magnitud y eficacia requeridas, las “transiciones  a la sostenibilidad”, con la urgencia que la inteligencia colectiva nos indica.

Parafraseando al filósofo/dramaturgo… si el amor tiene que volverse una construcción: Zacatecas en el amor del tiempo, ante ésta gran encrucijada, nos requiere a… “finalmente darnos cuenta de que somos capaces de construir -juntos- algo que no imaginábamos” (A. Badiou). ■

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