Oh enorme raza muerta, te traigo mi alegría!
Amado Nervo
Los mexicanos cerramos un año como nunca antes en su historia moderna: con un gobierno nacional de izquierda, con la preocupación constante por los elevados índices de inseguridad y con el platillo fuerte de una esperanza de que cambie para bien el afligido panorama de las muchedumbres.
Los mexicanos no somos victimarios ni víctimas de la historia, somos la consecuencia de las generaciones que se empeñaron en construir las ciudades al grito de guerra, pero también en el acuerdo tácito de restaurar las heridas y calmar las ansias.
La provincia mexicana es la patria en su nueva historia y el domicilio el rastro y el paradero de esa patria que nos toca, si desheredada por la injusta repartición de las riquezas, si los héroes y villanos de sus políticas públicas que se ensañaron con las mentiras y las apariencias y si también el cierre paulatino de los capítulos del terror del que hemos sido objetos.
2018 cierra para Zacatecas con muchas expectativas novedosas y con gravísimos retos en todos los órdenes.
2019 será un año de indudable atención en las ciudades vertiginosas que esperamos, el puño en alto que conmueve y cimbra, el trabajador y la mujer que quiere paz a sus familias, el estudiante que anhela la serenidad entre sus calles y el habitante común que aún no se cura de espanto, pero que espera la bendición, la fuerza, la buena suerte y la unión de sus esfuerzos con el cambio verdadero.
Es un dios que fluye y es un aliento popular que nadie parará a lo largo de los nuevos siglos venideros. ■
