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viernes, 26 abril, 2024
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Trump: Pobre rico diablo

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Por: RENÉ LARA RAMOS •

Ni modo, hay fracciones de épocas que se ganan el nombre para facilitar su distinción y para muestra se tiene que, aún dentro del neoliberalismo, hay en acto una generación de exageraciones (o francas injusticias), a las que no les viene nada mal, sino bastante bien, ser agrupadas bajo el nombre de o dentro de un apartado a organizar y reconocer como, el Trumpismo, en tanto, el sobredimensionado EGO del hoy Presidente de los Estados Unidos de América, arremete, hasta en forma salvaje, contra de todo aquello que juzga valer la pena hacerlo y desde un nivel, por cierto, propio y común del viejo oeste, un tirarse a matar, aunque los senadores demócratas quieran frenar o evitar la construcción del muro, Trump, lo hará. No obstante, esta desventurada y agresiva “película”, (ojalá eso fuera: ficción,) no del viejo Oeste, al parecer, tiene origen, más en su epidermis, la de Trump, que en su mente. Recordad la “competencia faraónica” para construir (los esclavos y presos) sus pirámides, ¿se elevaban a deidad? Por supuesto, en México también tenemos las nuestras, las antiguas y las actuales.

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¡Oh, maravilla! Si los EUA están inundados de no “aborígenes”, echarlos fuera de donde estén no es tan posible como él quisiera, hasta por la sencilla razón de que muchísimos de ellos desempeñan trabajos, en algún sentido, “productivos” para el modo de vida americano, resulta pues que su primera empresa es, en efecto, ya no dejar entrar, sobre todo, por la frontera sur. Por donde ha llegado un buen número de mexicanos, si bien, al principio, llegaban con un escaso capital cultural, pero también con un indeclinable espíritu de trabajo y de hacer lo que se pueda ofrecer, forma de iniciar a generar condiciones para lograr conseguir una mayor permanencia. Por supuesto, se las arreglan para incrementar de continuo su capital cultural, mediante la apropiación técnica y la científica, en forma escolarizada o no, pero siempre con tendencia a esta última por sus mayores posibilidades de certificación, a la que en su sistema educativo se considera  estricta y en la cual, cada avance puede abrir “puertas” o ser el acceso para acceder a niveles crecientes de complejidad en el desempeño laboral – intelectual y cultural, de todo tipo.

En fin, nuestros paisanos, además de “mantenerse”, procuran incrementar y enriquecer su capital cultural y material en una sociedad y estado, extranjeros, cuando no pueden hacer eso en el propio país. Y si uno se pregunta, desde cuándo hay migración a los EUA, todos la saben la respuesta, los originarios estadunidenses fueron migrantes y eso no quiere decir que no hubiera seres humanos aborígenes, que fueron “echados”, desplazados por aquellos colonos y después cercados y empujados por el Estado mismo fuera de los  “mejores” territorios y así, hasta la moderna actualidad  del señor Trump, quien quiso / quiere repetir el numerito, con echar fuera a los migrantes que entraban por el sur, hasta que se topó con cuestiones tan “nimias”, como el hecho de que de millones de ellos, unos son ya ciudadanos americanos y otros son migrantes con papeles.

Y vaya milagro, Trump, reconoció eso, que antes no quería reconocer: tienen el mismo derecho que él a estar y vivir su vida en USA o EUA como seres humanos y cívicos, modernos y sujetos todos por un Estado de Derecho. A Trump, pasó lo que a Saulo, se cayó del caballo en que andaba, porque el Estado de EUA, no es ningún caballo y el resultado fue, mejor hacer funcionar con rigor el estado de derecho y construir obstáculos para ya no dejarlos entrar, se supone, ilegalmente a los migrantes.

No obstante, el valor de esa medida tampoco convence, pues cada día que pasa, aunque no quiera, Trump deja ver su rostro mercantil, añejo, pero potente como invento económico cuando ayudó a confrontar problemas de la economía, además de ser un “pacífico y quieto” generador de bases para conseguir construir una estabilidad dinámica de la economía, en este caso, la estadunidense y más concreto y justo aún, hay que echar mano, una vez más, de ese espíritu keynesiano como “estabilizador” de la economía y ¿la política? estadunidenses, que lucirá tan airoso, como el MURO TRUMP. Con modestia forzada, por supuesto, pues no son las pirámides de los faraones, ni las de Teotihuacán, ni de los Incas, pero como inversión “ayuda” a absorber, sin crear problemas, un “excedente”, que alabaría Keynes y ojalá también absorba el que parece ser, mal genio de Trump, hoy Presidente, cuya educación personal y su desempeño como rico, lo hace creer que, hoy como Presidente de los EUA, tiene o puede agredir y tener a todo mundo a sus pies. Es decir, para hacer papelones, no necesitaba llegar a la Casa Blanca, le bastaba comprar Hollywood.

En La Jornada de ayer, David Brooks, muestra al pobre rico diablo, Trump: “La crueldad de las políticas impulsadas por el nuevo gobierno trumpista se revela cada día, y la semana pasada, con la presentación de su propuesta para el presupuesto, la anulación de la reforma de salud y la promoción de medidas antimigrantes, quedó clara la guerra contra los más vulnerables y contra el planeta mismo (obviamente incluida la humanidad, entre otros seres vivientes).” ■

 

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