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viernes, 26 abril, 2024
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Una fórmula del terror

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Por: ROLANDO ALVARADO FLORES •

La Gualdra 275 / Cine

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Ted Chiang, ingeniero de software nacido en el estado de New York en 1967, es un escritor poco prolífico de ciencia ficción y es, también, un muy premiado autor de narraciones breves. Su relato “Story of Your Life”, ganador del premio Nebula 2000, el Theodore Sturgeon Memorial 1999, el Tiptree 1999 y varios más en ese mismo año, es el pretexto de la película Arrival, dirigida por el canadiense Denis Villeneuve.

El comentario siguiente es sobre la película. Podemos notar, aunque es algo que resalta a posteriori, que una ansiedad parece recorrer la película. Tal ansiedad surge de dos puntos de vista conflictivos que son, por un lado, las consecuencias de la tesis de Sapir-Whorf respecto a la verdad, y por el otro, la predictibilidad del futuro. Benjamin Lee Whorf fue un ingeniero químico que tuvo tal éxito con sus estudios autodidactas en hebreo y náhuatl que consiguió una beca en Yale para estudiar guiado por Edward Sapir. Quizá la mejor manera de explicar su punto de vista sea citarlo:

“Considero una suposición gratuita sostener que un hopi, educado en la lengua hopi y las ideas culturales de su sociedad, tiene las mismas nociones, a veces supuestas ‘intuiciones’ del tiempo y el espacio que tenemos nosotros y que son creídas universales. En particular, carece de una noción general o intuición del tiempo como un flujo continuo en el que todo en el universo va del futuro, pasado por el presente, hacia el pasado…” (Language, Thought & Reality, J. B. Carroll, MIT Press 1967, p. 57).

Según Whorf en el lenguaje hopi no existe palabra para el concepto de “tiempo”, lo que no es óbice para que el mundo quede representado en ese lenguaje. Cada lenguaje es una representación diferente del universo; tesis que en la película aparece como si el lenguaje programase una visión del cosmos en los seres humanos. A partir de la equiparación que hace Whorf del lenguaje con la geometría, el punto de vista convencionalista parecería adecuado porque en la pluralidad de lenguajes no existe un método para discriminar el correcto, excepto la mayor comodidad o utilidad del mismo. Por lo tanto ninguno de esos lenguajes es verdadero, y las representaciones que ellos nos prodigan son otras tantas imaginerías para vérselas con aquello incognoscible que es lo real.

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De aquí derivamos una de las inquietudes ya mencionadas del contacto extraterrestre; si lo que nos legan es su lenguaje, entonces no obtenemos más que una representación posible de las cosas, pero no las cosas mismas, que permanecerían en la oscuridad. La única ventaja visible sería un nuevo estilo literario que permitiría despejar el futuro. El lenguaje de los heptapodos, al ser aprendido, permite vislumbrar directamente los eventos futuros. Éste es el punto donde la trama de la película nos devuelve a la Tierra y, más en específico, al siglo XIX.

En 1894, de la editorial Johann Ambrosius Barth, de Leipzig, aparece el volumen Die Prinzipien der Mechanik como parte de las obras completas de Heinrich Hertz. En la introducción de ese libro el autor, de acuerdo con todo el siglo XIX, nos dice que: “El más directo, y en cierto sentido el más importante, problema que nuestro conocimiento consciente de la naturaleza debe permitirnos resolver es la anticipación de los eventos futuros”. Para ello se cuenta ya con un lenguaje (la matemática) y con una hipótesis de trabajo: el libro del universo está escrito en lenguaje matemático, por lo que basta aprender ese lenguaje y escribir en él las leyes de la naturaleza para despejar el enigma del futuro.

En la película se desdeñan los poderes de la matemática a cambio de los embrujos del lenguaje, como si una lingüista tuviese una capacidad mayor de aclarar el universo que un físico teórico. Con esto se abre una infranqueable muralla entre la matemática y el lenguaje. Pero la matemática no está en oposición al lenguaje, es una extensión de nuestro lenguaje cotidiano diseñada para reducir la complejidad comunicativa, en particular, la comunicación de la verdad. Sin embargo la tesis de Sapir-Whorf, que es la versión lingüística del convencionalismo geométrico de Poincaré, nos dice que ese lenguaje, sus conceptos y parafernalia no son la verdad sino una manera de ver el mundo que no tiene más verdad que otras muchas. No se puede ver el futuro, porque el futuro no existe en todas las representaciones del universo.

Sería un milagro que heptapodos de allende el sistema solar poseyeran el concepto de tiempo de la civilización occidental. Así que como relato del primer encuentro con extraterrestres no logra acercarse a Solaris, de Stanislaw Lem. Y debido a que no resuelve el conflicto entre predicción del futuro por el lenguaje y relativismo lingüístico se mantiene como un galimatías ideológico al que podemos darle sentido como historia de terror: seres extraterrestres llegan a la Tierra y engañan a los seres humanos al enseñarles un lenguaje que les provoca alucinaciones que parecen remitir al futuro. El fin de esta maniobra no puede ser elucidado, y queda como símbolo de la impenetrabilidad del futuro.

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-275

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