La década de los años setenta fue el escenario de la intensificación del debate sobre la necesaria transición democrática de México y sobre la reforma universitaria, concepto general que incluía el tema del método para elegir a las autoridades institucionales. En un número importante de instituciones públicas de educación superior se confrontaban las ideas para sustentar el voto universal y secreto sin ponderación alguna, en el que el voto de cada estudiante, académico o empleado administrativo tuvieran el mismo peso, o el voto ponderado para potenciar el voto de los estudiantes y académicos, o la asignación de la facultad electiva en una Junta de Gobierno. En cualquier caso, se partía de un gran consenso en relación a que la educación superior debería ser pública y gratuita, que las necesidades sociales deberían orientar la planeación de las instituciones, y que estas deberían crecer para satisfacer la demanda de un número cada vez mayor de jóvenes aspirantes a ingresar en ellas. En ello coincidían quienes se ubicaban dentro del paradigma de la revolución mexicana, así como aquellos que postulaban algún paradigma socialista.
De la misma manera que la transición democrática de México se frustró porque la élite del poder la sacrificó en aras de la profundización del neoliberalismo, así también la democracia universitaria adquirió muchos de los vicios del sistema electoral nacional, especialmente el del clientelismo que se hizo posible entre el estudiantado y los trabajadores precarios, y el abandono del fundamental debate sobre la pertinencia social de la Universidad, para asumir poco a poco la idea de que la educación superior es una mercancía que los clientes-estudiantes deben adquirir como si se tratara de cualquier mercancía. En esa lógica, cada nuevo profesionista, asumiéndose a sí mismo como mercancía, se prepara para venderse en el mercado a un precio mayor, lo que justifica el pago de la preparación recibida. Esta concepción neoliberal entró en crisis y ya fue derrotada en Chile, y en los propios Estados Unidos ha iniciado el debate sobre el carácter impagable de las deudas de los egresados del sistema de becas crédito. El contexto del proceso electoral de la UAZ no estaría completo sin incorporar la problemática discutida con amplitud con motivo de los movimientos huelguísticos del Spauaz, pero no resuelta por la inoperancia de las autoridades formales de la institución.
La coincidencia en tiempo de los procesos electorales en la UAZ y en toda la entidad, es una oportunidad para que los universitarios conceptualicen los retos de su institución a la luz del debate indispensable sobre un proyecto alternativo de desarrollo para todo el estado de Zacatecas, sus diferentes regiones y sus 58 municipios. Sería una grave irresponsabilidad que los universitarios se dejaran arrastrar en la dinámica de los “destapes” y de los “amarres” en corto para asegurar votos, en lugar de examinar colectivamente su circunstancia, determinar las responsabilidades de la institución con el pueblo de Zacatecas, y después dar el debate sobre la personalidad más preparada para encabezar los esfuerzos de toda la comunidad universitaria en el lapso 2016-2020.
