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viernes, 26 abril, 2024
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Subjetivaciones rockeras / El lenguaje define

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Por: FEDERICO PRIAPO CHEW ARAIZA •

La historia de la humanidad es fascinante. Para que las personas llegáramos a ser lo que somos en la actualidad, nuestros más remotos antecesores tuvieron que pasar por una infinidad de vicisitudes, enfrentar las más adversas situaciones, así como la superior fortaleza y agilidad de muchos animales que veían en el hombre un bocado fácil de conseguir. A través de la historia, los seres humanos aprendieron a saber qué era lo mejor para ellos, así como lo que se debía evitar a toda costa; sin duda, en ese proceso milenario, se obtuvieron grandes triunfos que hoy forman parte, de alguna u otra manera, de nuestras vidas cotidianas, pero también hay que reconocer que muchos murieron en la raya.

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Hacerse suposiciones acerca de cómo fue la vida en los primeros años de la humanidad ha sido un tema bastante estudiado y abordado desde múltiples perspectivas, el arte no es la excepción, y en ese sentido podemos encontrar, por mencionar algunas, interesantes obras fílmicas y literarias. Me viene a la mente, en un primer momento, aquella maravillosa y compleja película de 1968, Odisea del espacio 2001, dirigida por el genial director, ya desaparecido, Stanley Kubrick, que si bien, no tiene como temática central aquel periodo de la historia, nos invita a reflexionar sobre el origen de muchas de nuestras actitudes hostiles, originadas en aquel tiempo; también me viene a la memoria aquel interesante cuento de Horacio Quiroga titulado El salvaje, en el que nos cuenta, con un peculiar y envolvente estilo, la historia del sueño como descanso.

Creo que nosotros mismos, en algunos momentos de nuestras vidas, nos hemos llegado a preguntar cómo vivían los cavernícolas, sobre todo cuando nos percatamos de la comodidad que, quiérase o no, nos brinda la vida contemporánea; cómo con tan sólo girar una perilla, obtenemos fuego, o al apretar un botón queda iluminado, en una fracción de segundo, un lugar totalmente oscuro, o al ver desde la ventana de nuestra casa una poderosa tormenta sin que seamos tocados por la más mínima brisa, en fin, son tantas las actividades diarias que realizamos sin reparar en ellas, que para una persona de hace dos siglos serían prácticamente mágicas. Dónde vivían aquellos hombres, mujeres y niños de las cavernas, qué comían, cómo se protegían de las inclemencias del tiempo, son cuestiones que nunca dejarán de ser objeto de estudio y reflexión.

Sin duda, todo lo que hacían en aquellos tiempos respondía a sus necesidades más elementales, sin que hubiera otro interés de por medio que el de la mera supervivencia. Quizá fue cuando aquellas personas descubrieron que podían plasmar sus experiencias, creencias, impresiones, sentimientos o temores, sobre las superficies de las rocas en las cuevas que les servían de moradas, cuando comenzaron a tamizar la realidad, a leerla de manera simbólica, dando con ello un gran paso en la evolución del intelecto humano, haciéndose conscientes de que habían perdido su ingenuidad, su estado de inocencia, aquel que les ponía al mismo nivel de algunos animales y a merced de otros, pero fue también en ese momento cuando, tal vez, se supieron con una capacidad singular que les era propia y que les resultaba ajena al resto de los otros seres vivos y de la naturaleza en su conjunto.

No obstante lo anterior, tuvo que haber un acontecimiento previo que permitiera que todo lo anterior se llevara a cabo; un suceso que habría de distinguir a la raza humana poniéndola, por qué no decirlo, en una gran ventaja junto al resto de las otras; ese hito, tal vez el más trascendental de la historia, fue la conformación de un lenguaje específico, articulado. Pienso que a partir de que el hombre empezó a definirse por su lenguaje, comenzó a dar pasos francamente agigantados en su evolución, enseñoreándose paulatinamente de su entorno inmediato, pero con las miras a ampliar su dominio en la medida de sus posibilidades. Sin embargo, y espero que se me perdone la insistencia, en aquellos remotos tiempos, el principal fin seguía siendo la satisfacción de sus necesidades y el congraciarse con sus incipientes deidades, tratando de ganarse sus gracias y favores.

El lenguaje ha resultado de vital importancia en la evolución de la humanidad, gracias a él es que los hombres pudieron sortear y superar en conjunto las dificultades que se les presentaron a lo largo de la prehistoria y la historia (de hecho, esta última, como tal, es un producto del lenguaje). Sin el lenguaje, pienso que el hombre seguiría permaneciendo en su estado más primitivo, en la inocencia sobre la que han hablado algunos pensadores y filósofos, si no es que hubiera pasado a ser una de las tantas especies que han desaparecido sin dejar rastro. No obstante, es bien sabido también que el lenguaje no sólo se remite a lo oral, existen muchísimos tipos de lenguajes, algunos más conscientes que otros, pero todos sin excepción tienen el firme propósito de comunicar algo, de transmitirnos uno o varios mensajes, pero si se me permite, hablaré de eso en mi próxima subjetivación.

 

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