El avance en la digitalización en nuestro país respecto al mundo es lento; y como avanzar lento es retroceder, por ello vamos viendo cómo quedamos atrás. En los últimos 20 años pasamos de 0.2 a 17 por ciento en la cobertura general de Internet; lo cual refleja un rápido progreso, pero insuficiente (en Canadá la cobertura es de 80). Y esta brecha en México se corresponde con las cifras sobre pobreza: una de las características de los pobres es que están fuera o excluidos de la sociedad de la información. Veamos las brechas que se juntan: económica, digital y educativa, y la manera en cómo se combinan para hacer la desigualdad más grande. 7 de cada 10 jóvenes en edad de estudiar licenciatura están fuera de la escuela, y de estos solo 20 por ciento proviene de las capas medias y altas; justamente las que concentran también la conectividad. Así que en la definición de los rasgos de la pobreza también se agrega la digitalización.
Y la importancia de la digitalización en la educación es vital. Ya se puede clasificar a las escuelas o universidades entre las digitalizadas y las que no lo están. Incrementar este indicador esencial de la calidad educativa es una tarea por hacer en México y Zacatecas. No sólo en relación a la conectividad de los jóvenes estudiantes, sino de la digitalización institucional y de los propios procesos de enseñanza. La proporción de jóvenes estudiantes-conectados es muy alta: 67 de 100 tiene conexión a Internet, y 90 tiene celular (en el que también puede acceder a la red). Pero el problema es en cuanto a los servicios y apoyos digitales en los procesos educativos, ahí es donde estamos en condición de inicio. Si observamos los programas de las así llamadas “modalidades no-convencionales”, como los cursos en línea, nos encontramos que en toda la Universidad de Zacatecas hay sólo 3 licenciaturas en aula digital (turismo, historia y filosofía), las cuales iniciaron hace un semestre. Todo el universo es presencial. Con estas opciones el espacio se elimina, puede estudiar en la misma aula (digital) alumnos de Concepción del Oro, Pinos y Sombrerete, y convivir con jóvenes de Brasil o Argentina. Amplía la convivencia diluyendo el espacio. Igual con los profesores: un programa puede contar con docentes de cualquier parte del mundo, y con ello, diversificar sus opciones de intercambio eliminando de golpe la endogamia académica de los centros de enseñanza superior.
Pero falta mucho por hacer. La primera meta es superar la llamada “brecha etarea” entre los profesores y estudiantes, que consiste en la diferencia de actitud ante las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC’s) según la edad; por ejemplo, 65 por ciento de los alumnos conectados están en bachillerato o niveles menores. Pero también la decisión de las autoridades de apoyar dichos programas y los presupuestos para hacerlos. Porque también el avance de la digitalización contribuye a combatir la brecha económica, en una espiral ascendente.
