¿Qué significa reconocer a los migrantes? Zacatecas es el estado (en términos relativos) con mayor intensidad migratoria. Y eso no es ningún orgullo: hacer un reconocimiento a los migrantes significa palpar tanto los sacrificios de las familias divididas por el fenómeno migratorio, como advertir las causas que provocan dicha expulsión. Las leyes que liberalizan ciertas mercancías, pero no se abren a la libre circulación de fuerza de trabajo (para de esta manera tener abaratada la mano de obra), provocan dramas humanitarios de gran envergadura: peligrosos cruces ilegales por las vigiladas fronteras, exposición al crimen organizado que desata una de las mayores expresiones de maldad que ha tenido la historia de la humanidad y la incertidumbre de las familias durante el trayecto. De los 6.5 millones de mexicanos que están en Estados Unidos, y que mandan remesas, contribuyen a liberar presión interna en el consumo de la diaria sobrevivencia. Las remesas no detonan ningún desarrollo, sólo evitan que exista una situación de mayor explosión social.
Pero a partir de la crisis norteamericana y su descenso en la producción de empleo a partir de 2008, el flujo de la migración de expulsión se desacelera, y al 2010 prácticamente se detiene; y al mismo tiempo, emprende la migración de retorno.
También tenemos la migración de tránsito: por México pasan los migrantes centroamericanos que sufren lo indecible para llegar a la Unión Americana. Y ahí no acaba el mapa de la movilidad humana: la migración interna en el país y en Zacatecas en particular también es muy dinámico.
Y volvemos a preguntar, ¿qué significa reconocer a los migrantes? Un reconocimiento no demagógico es dotar a la movilidad humana de seguridad, impulsar medidas que eleven el cumplimiento de los derechos sociales de mexicanos en el extranjero, (y de los extranjeros en México); significa atender las causas profundas de la expulsión forzada. Eso representaría un reconocimiento efectivo y no meramente discursivo.
Pero, ¿qué ocurre si en sendos discursos frente a sendos monumentos, se afirma que se reconoce el sacrificio de miles de zacatecanos expulsados de esta tierra, pero no se emprenden verdaderos planes de compensación, y los presupuestos son miserables (14 millones en este año)? Además, ¿qué ocurre con los discursos sobre los derechos humanos de los migrantes, pero al mismo tiempo se emprenden programas persecutorios de los migrantes en tránsito?
En suma, el auténtico reconocimiento que se puede hacer a miles de personas que son forzados a abandonar su lugar de origen, es construyendo la Ciudadanía Transnacional: la visión integral de derechos de todas las personas en movimiento. Y eso se consigue con reformas jurídicas donde las fronteras no sean más que pasos de control, y no diques que detengan la libertad de tránsito. Luego entonces, coronas florales, discursos y fotos amenizadas con música, serán signos vacíos, mientras la realidad de la migración continúe siendo sinónimo de sufrimiento de las personas y abandono de los gobiernos.
