Historia y Poder
Cuando Dios visite Zacatecas de seguro encontrará los vestigios de muchas generaciones que dieron todo de sí para engrandecer sus calles y a sabiendas que hubo mujeres que hasta vendían su sangre para alimentar a sus hijos en la más temible de las pobrezas.
Cuando Dios visite esta ciudad sabrá que hubo revueltas incendiarias en donde no se respetó la vida de inocentes, se saquearon las casas, las alhóndigas y los almacenes donde se acumulaban las riquezas mal habidas y en medio de los incendios tenebrosos, el olor a carne humana carbonizada, inundaba los cuatro vientos en un dantesco panorama difícil de descifrar ante los ojos de los niños y mozalbetes.
Cuando ello suceda sabrá que en este pueblo entendió que la barbarie humana no distinguió ni condición, ni sexo ni edad, negando la vida en beneficio de la comodidad propia, esgrimiendo derechos para ir contra el mismo derecho, dictando leyes para sepultar la más sagrada de la leyes y con la tea y la gasolina de guerra se quiso gobernar un estado por demás insufrible ya de tantos cacicazgos, gobiernos corruptos y simuladores y aliados cómplices que se burlaron de tanta felonía.
Cuando dios acuda a Zacatecas verá que hubo valor para enfrentar las desdichas, que hubo maestros sacrificados en aras de cultivar generaciones, enfermeras y voluntarias heroicas en medio de batallas que incendiaban los campos y montañas y que sus actos fueron considerados como verdaderas hazañas que emulaban a los ángeles, verá la rapiña, la simulación, el miedo y la vergüenza de que no querer cambiar las penosas situaciones en hospitales ante la ausencia de medicinas y que la salud es un negocio, la educación, la fe.
Cuando Dios acuda, sin duda, con todo respeto, se pondrá a llorar por los ausentes.■
