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lunes, 6 mayo, 2024
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Contra los partidos, las uniones

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Por: EDUARDO GOITIA • admin-zenda • Admin •

“no puedo comprender

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que aquel a quien esas leyes destrozan

y hacen horrible la vida,

pueda estar de acuerdo

con que las mismas continúen.”

-Oscar Wilde-

La idea de un cabildo libre de los partidos políticos ha generado cierto revuelo en el debate público local, desde denostaciones absurdas y malintencionadas, pasando por las críticas constructivas y bien informadas, hasta las felicitaciones generadoras de esperanzas reales y también ilusorias. El caso es que el ejercicio de crear -al menos en la política “de arriba”- cierto interés ajeno al de las instituciones políticas y actores de siempre, muestra una intentona de cambiar aunque sea un poco las cosas, incluyendo otras voces en las decisiones de interés público.

Porque quizás nos equivoquemos pero no podrán decir que no lo intentamos. Como sociedad civil hemos hecho lo posible por lograr una idea que a decir hasta de los más incrédulos detractores “no es tan mala” y que para nosotras y nosotros es además de lo correcto, una buena salida para esta situación extraordinaria.

Una idea que surge de una charla entre amig@s, y que se decide poner las manos y las mentes para llevarla a cabo nos ha dado un proceso del que hemos aprendido muchas cosas, hemos conocido valiosas personas y también algunos dolorosos vicios. Descubrimos personas que se llenan la boca con el discurso de izquierda y tienen una práxis tan elitista y conservadora que podrían ser bien recibidos en la peor de las dictaduras fascistas y algunas otras con un discurso lleno de institucionalidad pero un actuar rebelde y progresista.

Muchos también nos adentramos en otro modo de hacer política, es decir, entre movimientos sociales sabemos que la humildad hace mucha falta en el quehacer y el decir, es de las mejores herramientas para trabajar y hacer uniones, sin embargo, en la política partidista o electorera, este digno valor se puede entender como debilidad discursiva o intelectual. La política de los movimientos sociales es más agradable y honesta, no tienes que estar escuchando o leyendo entre líneas, no cuidas las formas, no estás esperando demostrar nada en tu discurso más que la verdad; en la política libre solo se es persona, sólo se cometen errores como personas, se tienen equivocaciones o tropiezos como cualquier persona, se es compañero o compañera pues. En cambio en la política de partidos todo puede significar lo contrario, cualquier “amigo” puede estar preparando un acto contra tu propuesta, puede estar diciendo sí mientras por dentro piensa cómo destrozar esa iniciativa.

En fin, algun@s creemos que la política de movimiento social es la que debe prevalecer para la vida pública.  Pues coincidimos con la mayoría de la población en que los partidos políticos dividen, parten a la población en sectores naturalmente inexistentes pero socialmente insertados por intereses ajenos a las necesidades de las personas.

El proyecto de un cabildo ciudadano debe ser un ejercicio de diálogo y debate, de análisis y propuesta libre, de gobernarnos sin ese lastre tan denso y pesado como son los partidos y sus vicios, sin la soberbia e injusticia que priva en las instituciones políticas actuales. Así, defendemos la construcción colectiva de un proyecto de todos y de todas las interesadas. Creemos que nuestra sociedad puede resolver ciertos problemas inmediatos, sobre todo los relacionados específicamente al municipio, intentando formas creativas de organización vecinal y popular.

Los procesos organizativos, las intenciones de hacer que mayor cantidad de personas participen de la política, que seamos un verdadero contrapeso a las decisiones mal tomadas y ¿por qué no? Un soporte popular a los proyectos gubernamentales bien intencionados y aplicados es lo que promovemos, es decir, la ciudadanía puede frenar el despojo de un territorio específico, una zona protegida o un área común frente a los gobiernos o empresas, pero también, sabiendo orientar las fuerzas sociales, esta participación puede generar un respaldo a las políticas de cierto gobierno que vele en realidad por el bienestar común.

¿Es ambicioso? Claro, lo es, por supuesto que da un poco de miedo pensar que puedes decidir por muchas personas, es hasta irresponsable en cierto modo creer que lo que decida un grupo sea lo mejor para otro completamente ajeno y, en ocasiones, contrario en contextos e intereses, por ello, la intención de un gobierno no solo abierto a las propuestas de la población, sino generador de las condiciones de participación directa puede, por lo menos, generar entornos diferentes en la política local.

No creemos que haya una respuesta específica, falso e irresponsable sería decir que la tenemos, sin embargo, podemos prefigurar realidades que en un futuro logren cambiar las condiciones de las colonias y comunidades. Preguntando, descubriendo las maneras, aplicando la ciencia y la técnica.

Puede que la mayor parte de la gente no le interese participar, quizás, pero confiamos en que también hay una gran parte que si quiere hacerlo sin embargo:

1.- Los gobiernos no se han interesado en promover o tomar en cuenta las opiniones públicas, en ocasiones hasta la detienen o limitan,

2.- los partidos políticos –que deberían ser un buen medio de participación en la vida pública- se han llenado de vicios difícilmente sorteables para quienes tengan verdaderas intenciones honradas y, desafortunadamente, son una cancha idónea para aquellos lambiscones sin ideales que confunden relaciones públicas con quehacer político y

3.- las organizaciones de la sociedad civil, no hemos encontrado el modo en el cual vincularnos en buena medida e incluir a más personas en la vida política activa, propositiva, siquiera organizada.

Hemos declarado en repetidas ocasiones que nuestro fin no es el gobierno, no lo queremos, no lo creemos necesario para el logro de un poder colectivo, según Luis Villoro el poder es la capacidad real de transformar la realidad en que existimos, así, aunque lo creemos útil, no es indispensable el membrete de un cabildo institucional o un gobierno municipal para cambiar las realidades locales. El reto será incluir a más personas en esta idea de municipalismo participativo, de democracia directa, de Revolución Cultural. ■

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