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El Canto del Fénix

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Por: SIMITRIO QUEZADA •

Este 7 de diciembre de 2015 la Cámara de Diputados aprobó en lo general la nueva Ley del ISSSTE, por la que prácticamente se convierte al Pensionissste (Fondo Nacional de Pensiones de los Trabajadores al Servicio del Estado) en empresa paraestatal, presidida por un Consejo de Administración (conformado por nueve representantes del Gobierno Federal y nueve representantes de los trabajadores) y sin dependencia del Presupuesto de Egresos de la Federación. A querer o no, llámese como se llame, Pensionissste parece verse reducida a funcionar como una Afore más, aunque sin experiencia en el libre mercado.

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Tras varias discusiones, la mayoría de los diputados federales dispuso que en ningún caso las comisiones que perciba esta nueva paraestatal podrán exceder el promedio que cobren las administradoras de ahorro para el retiro, ya que se busca que cualquier trabajador obtenga como pensión hasta 40 por ciento más que con cualquier Afore propiamente comercial. Esto constituye una supuesta garantía quizá para compensar el descobijo al fondo de pensiones de los servidores públicos.

Lo que más se cuestionó en el pleno de San Lázaro fue, entonces, que el Gobierno Federal ya no se hará responsable de los recursos administrados por Pensionissste. Además no serán consideradas como paraestatales las sociedades de inversión que administren sus recursos. Que valga la insistencia y burda comparación: Pensionissste es destetado del ISSSTE y lanzado a gatas a competir en el mundo de las Afores “adultas”.

Así los mexicanos entramos a una etapa en que dejamos atrás al Estado protector establecido por Inglaterra después de la Segunda Guerra Mundial y cimentado en México sobre todo en la década de los 60 del siglo pasado. Las nuevas generaciones de gobernantes parecen decirnos a los ciudadanos que por favor en materia de pensiones comencemos a rascarnos con nuestras propias uñas… los que alcancen a desarrollar uñas durante sus años laborales. Se trata del capitalismo a ultranza, al que creo que le llaman neoliberalismo.

Con este panorama, considero, los trabajadores al servicio del Estado ya no tendrán que preocuparse sólo por el presente, sino también por su futuro. El patrón le dice al empleado: “Gracias por tu lealtad pero a ver cómo te las arreglas para cuando yo prescinda de ti”. Vaya ingratitud.

Todo esto debido a las fuertes crisis económicas que viven los gobiernos, donde se procura recortar todo lo recortable e incluso más: incluso un derecho de los trabajadores como es la pensión digna por parte del Estado. La excepción a estas medidas de austeridad se encuentra, claro, en los altos salarios y bonos de los gobernantes y representantes populares, muchos de los cuales insisten en el discurso de que sirven al pueblo aunque en la realidad no viven como él ni están cerca de los sectores más desprotegidos de la sociedad, como no sea para repartirles el bolillo y el frutsi o tomarse la foto con ellos en aras de pedir votos y lo que les han enseñado que es marketing político.

Pensionissste es expulsado del espacio de privilegio de la seguridad gubernamental para que a partir del próximo año subsista en el mundo profano de la lucha de los empresarios de las pensiones. ¿De veras se harán válidas las garantías con que los diputados que votaron la nueva ley insisten en convencernos de que no está en riesgo cada pensión de cada servidor público “de a pie”?

A la par de estas reformas “desamparadoras” se promueve la campaña de la propia inversión a la pensión. Comenzó de algún modo con la declaración del titular de la Consar de que lo mejor para cada trabajador es que éste ahorre 100 pesos al día durante 15 años y así éste logrará una pensión digna. Tal opinión resultó tan estúpida como la del panista Ernesto Cordero y los seis mil pesos mensuales que lo compran todo. ¿Cómo puede invertir 100 pesos diarios a su futuro quien en el presente sólo gana 72 como jornal y debe emplearlos en costear tres comidas para él y los suyos?

La corrección provocó que la sugerencia se redujera a su décima parte: “sólo 10 pesitos tú puedes ahorrar” es una frase ágil con tonada y acompañamiento de acordeón, difundida ahora ab adsurdum en radio y televisión. “Si al final no tienes buena pensión será por tu culpa y nada más que tu culpa, pentonto” parece el mensaje subliminal.

Por momentos queda la impresión de que vivimos en un país de risa loca y lastimera. Como en la película Un mundo maravilloso, de Luis Estrada, los chicos Harvard, Yale y Princeton regresan a gobernar México, pero dentro de sus individuales burbujas protectoras. Combaten a la corrupción sin combatir la propia corrupción y sus tan discretos como cuantiosos moches por bajar presupuestos. Instauran sistemas de transparencia pero sin transparentar los propios negocios, enjuagues y posesiones. Invitan a la ciudadanía a ser respetuosa de las leyes mientras ellos siguen pisoteando la legalidad en aras de su propio ascenso y preservación como privilegiada clase política.

Sin querer ser pesimista, considero que Pensionissste queda como trampa que no puede esquivarse. Se antoja pensar que los que aprobaron su reforma no viven bajo su régimen o hace poco huyeron de él. Ellos advierten, y jamás lo dicen, que sencillamente no los alcanzará. Resguardados en su creencia de que morirán dentro de extensa carrera política (diputado-senador-otra vez diputado-dirigente estatal de partido-otra vez senador-delegado de partido-gobernador-integrante de gabinete-embajador) insisten en convencernos a los simples electores, perdón: simples mortales, de que debemos ahorrar para nuestro retiro laboral aunque ellos advierten, y jamás lo dicen, que sencillamente no nos alcanzará. ■

 

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