En la entrega anterior escribí sobre mis dos regalos al ambiente en su día, estos consistieron en un par de visiones, una de futuro y otra de riqueza. Para su aplicación, sería necesario partir de las siguientes propuestas, que de aplicarse, podrían abrir la esperanza de supervivencia no solo de la desgracia terrenal de la vida humana, sino de las otras formas de vida y del mismo planeta que nos acoge.
El establecimiento de pautas culturales necesarias para efectuar un control de la explosión demográfica, consistente en la reducción de aproximadamente el 50 % de la población de hoy día en aproximadamente 150 años, a través de un proyecto afianzado en la paz universal y basado en la permanencia de las especies en detrimento del crecimiento demográfico humano -geocentrismo en vez de antropocentrismo-. La humanidad deberá centrar sus esfuerzos en rescatar las otras formas de vida, más que la propia, en un compromiso de retribución al planeta de todo que le fue tomado debida e indebidamente, sacrificando el crecimiento de una humanidad obesa, torpe, necia e hiperactiva; especie que hoy día se encuentra en completo proceso de decadencia y degeneración. En esta forma, se marcaría un alto a la desordenada expansión de los asentamientos humanos dando prioridad a la conservación de las áreas de cultivo hoy existente, sin afectar los pocos bosques que quedan, los acuíferos y las áreas de reserva para la producción de alimentos; además de desarrollar un uso racional de los recursos renovables y no renovables y un manejo ambiental adecuado de los residuos. La otra opción es la que alegóricamente están proponiendo los Maestros de la Guerra, en su afán de exterminio étnico y prácticas genocidas disfrazadas por un lado de “Guerras Santas” y por el otro el del “Fanatismo Mediático” donde se pondera a la mal llamada “Civilización” Occidental como la quinta esencia; donde la práctica común es la de envenenar los elementos además de lo poco que en estos días queda de la muy empobrecida mentalidad colectiva de los “Hijos de la Madre Tele” –los productos de primera mano de los Maestros de la Ignorancia- que cohabitan en estas latitudes del planeta Tierra; el único problema de esta última propuesta es que al final no quedarán formas de vida que salvar ni testigos coherentes que pudieran recuperar algún vestigio de La Historia.
Planteamiento de un sistema educativo mundial basado en un proyecto de sabiduría colectiva que permita la interacción armónica entre el desarrollo de la humanidad y la rehabilitación del planeta, afianzando las formas de cultura y desarrollo regionales y rescatando las pautas de supervivencia que en el pasado fueron exitosas; además de seleccionar y adaptar algunos adelantos tecnológicos limpios. De esta manera se rescataría lo poco rescatable que hay del hiperdesarrollo tecnológico en beneficio del bienestar de todas las especies sobrevivientes y no solo de la humana; la vida navegaría entre los caminos de la exploración de formas adaptativas de convivencia, rescatando como eje rector el mayor y más poderoso recurso con que cuenta la humanidad: La Educación. A partir de ahí podemos aspirar a estructurar la secuencia educación-cultura-civilización-sabiduría y tendríamos no unos cuantos, sino miles de planteamientos para reiniciar cualquier nuevo proyecto de supervivencia.
Diseño, ejecución y adaptación continua de códigos de ética, legales, morales y conductuales que permitan desanimar las tendencias que equivocadamente se han manejado como de desarrollo, lo que a fin de cuentas, ¿qué creen?, a los únicos que beneficia son a esos mismos cuantos detentadores del capital, los medios y las armas en el mundo, que maldita sea la gracia que nos causa a quienes pensamos en el Diseño de Culturas como fórmulas de primera mano para la convivencia armónica y bajo modelos de desarrollo regidos por la sustentabilidad. Las leyes serían los cimientos que sostendrían esta experiencia y la justicia moraría no solo en los libros sino en el pensamiento y el corazón de todos los habitantes del mundo.
Tal vez esta sería la manera de iniciar la narración de las aventuras finales de la tetralogía de Jinetes Apocalípticos que en su nuevo look asolan hoy día al paraíso terrenal que alguna vez detentamos y que ahora, agónico, está dividido en tétricas prisiones caracterizadas por la propiedad privada y las fronteras geográficas: La Ignorancia, La Barbarie, El Libre Comercio y La Contaminación.
Así que, como colofón y para que no sientas que el olvido presenil que en estos días me acosa es falta de cariño, te deseo querido (hoy) Medio Ambiente, que resurjas de tus cenizas y nos recuperemos todos en un proceso de armonía tendiente a la paz, a la felicidad y a la permanencia.
De la última de tus criaturas, con amor. ■
Celular 492 109 4668.
