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martes, 30 abril, 2024
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Cada vez más despistados y confundidos

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Por: ALMA RITA DIAZ CONTRERAS •

Para la cultura, el tema de la inclusión de los jóvenes debiera ser un asunto fundamental de la política pública, ya que su idea de identidad naufraga en aguas procelosas que, con temeridad, los llevan a situaciones de riesgo.

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Así lo demuestran las cifras espeluznantes de adolescentes que durante, y tras la pandemia, abandonaron sus estudios académicos con una beligerante apatía hacia el esfuerzo, la historia y la memoria colectiva.

Una situación que revela estadios de confusión y vulnerabilidad que se agudizan quizá, ante la falta de un mayor compromiso de sus progenitores, que, asustados al grito amenazante de que ¡Ya soy mayor y sé lo que hago!, ignoran la importancia del establecimiento de límites y el necesario espejeo para que transiten a circuitos de más educación y responsabilidad frente al tiempo que les ha tocado vivir.

Un tiempo nada sencillo para ellos, marcado por una complejidad elíptica, a la que con desasosiego valientemente intentan adaptarse, bajo la telaraña feroz de una cultura uniforme empeñada a través de la internet y las redes sociales, en construir identidades líquidas que los confinan a una mayor orfandad.

Su cultura de origen tiene que ver con lo que aprenden en familia: creencias, mitos, comida, fiestas, costumbres, música, que se supone lo viven en comunidad, hoy pareciera que se desmorona frente a la disfuncionalidad familiar, pobreza, falta de empleo, inseguridad y violencia, siempre en aumento.

Estudios recientes de la Organización Mundial de la Salud, señalan que México es un país sumamente violento, con 14 millones 500 mil pobres que no tienen asegurada su alimentación diaria, donde los registros de suicidios y homicidios, cometidos por adolescentes, son cada vez más altos.

En este sentido, lo deseable para las distintas regiones del País, y para el caso particular de Zacatecas, sería involucrarlos en la cultura de sus comunidades de origen, en las decisiones que toman, dotarlos de la confianza necesaria que los haga sentir que son parte viva de la memoria de sus pueblos, que son herederos de una cultura ancestral, de una mexicanidad excepcional labrada a pulso por mexicanos de ayer y de hoy con sentido de pertenencia a sus raíces y a sus afectos, dispuestos a participar en la resolución de problemas que su comunidad presenta.

Lo que sería una poderosa razón para enfrentar los retos de la cultura, a la que debemos entender como un proceso vivo y constante, circundado por la globalización que nos reta a asumir el desafío de no olvidar quiénes somos y cuáles son las raíces profundas de nuestras relaciones familiares y el patrimonio cultural que nos rodea y nos enorgullece.

La población joven es un sector desamparado, a merced de la hostilidad social que estamos viviendo y sus falsas promesas de compensación, que a la postre pudieran sólo llevarlos a seguir rumbos equivocados sin posibilidad de retorno, un motivo más para diseñar, desde el diagnóstico, políticas inclusivas de reconocimiento. 

Por ello, para la cultura es importante que la familia asuma su responsabilidad de interconexión comunicativa, respaldando el proceso de su diferenciación e individuación, basado en confianza, empatía, amor, valores y límites. Es posible que sólo así, la familia vista como un sistema, y al adolescente como parte de ese sistema, estaremos en condiciones de explicar su comportamiento, a partir de la relación que guarda con cada uno de los otros miembros que la conforman.

La cultura familiar constituye un aspecto expresivo y simbólico de la práctica social, por lo que su peso es determinante para crear una colectividad sana y reflexiva, dispuesta a defender a través de sus jóvenes, su anhelo de superación y humanidad, de fortaleza y unidad.

A través de la historia, la adolescencia nos refiere una preocupación caracterizada por la agitación, la insolencia y la rebelión, pero no olvidemos que también está determinada por la justicia, la generosidad y la creatividad.

Para Aldo y la generación a la que pertenece.

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