Con dinero, cualquier “tonto” (por no decir más feo) es político. Sin duda alguna esta frase es muy cierta, sobre todo, cuando quienes se ofertan como los grandes políticos, no tienen otra visión más que la de llegar al puesto sea como sea. Tomando en cuenta que en nuestro Estado la mayoría de quienes hacen política lo hacen al “son” de la ambición, difícilmente encontraremos un político que de verdad convenza por sus ideales y sus principios (hasta suena a utopía); pero el hecho que sea difícil no quiere decir que sea imposible, hay sus honrosas excepciones y una de ellas es Luis Medina Lizalde “El Oso”, que quienes lo conocemos sabemos que su trayectoria y respaldo político no ha sido producto de una costosa campaña de marketing o de un derroche vergonzoso de recursos, sino de una lucha incansable y una firmeza aplaudible de sus ideales.
Estoy convencido de que casi todos los zacatecanos y zacatecanas, anhelamos una clase política distinta, diferente, con capacidad, con principios y, sobre todo, con proyecto para nuestro Estado; Estamos cansados de lo mismo de siempre; estamos hartos de los espectaculares, de los políticos que solo sabemos de ellos por las bardas pintadas. Pareciera que estamos condenados a tener que elegir siempre a las mismas caras, los mimos nombres, las mismas familias, como si no hubiera más ciudadanos y ciudadanas capaces de representar con dignidad al pueblo.
Es muy difícil de verdad hoy en día, poder diferenciar entre un político y un “influencer” de redes sociales; lo que antes forjaba a un buen político, como su discurso natural, su trayectoria, su labor de convencimiento, su honestidad, entre otras; ahora es sustituido por fotografías bonitas, videos virales, pago de bots, anuncios espectaculares, bombardeo de pinta de bardas y promesas incumplibles. Haciendo lo anterior, es fácil fabricar un político, fácil para quien pueda pagarlo.
Es cierto que conforme avanza la tecnología y la sociedad, todo va modernizándose, incluyendo la política, pero políticamente se equivocan quienes crean que un político debe venderse al igual que un producto; es claro que el marketing político funciona para vender, pero es sumamente peligroso, pues gracias a ello tenemos políticos que lo único que saben es pagar y posar para verse bien ante las cámaras, y mientras tanto, la sociedad sufre las consecuencias.
Nuestro Estado no ha podido recuperarse del todo del abandono en el que se le ha tenido por parte de la clase gobernante; eso hace que el discurso político sea cada vez más rechazado por la ciudadanía que simplemente ya no cree; sin embargo, las campañas de comunicación política que cuestan una millonada y la política de despensas y dadivas que también representan un derroche, hacen que al final del día les compremos el boleto a las mismas personas de siempre, quedándonos con los mismos problemas y con los mismos políticos.
Para quienes tienen el modo de hacerlo, invertir dinero para hacer política es muy sencillo y rentable, a eso súmenle si ese inversor proviene de familia política, siente que prácticamente tiene el camino planchado. Esos políticos productos del dinero, no necesitan convencer a la gente con propuestas, si se pueden ganar el voto repartiendo despensas; quienes hacen política con dinero no necesitan tener un equipo de convencidos y seguidores, si pueden pagar empleados que estén a su servicio.
Si todos los políticos comprendieran que deben ganarse a la sociedad con sus ideas y proyectos, definitivamente tendríamos una política de calidad, lamentablemente mientras los políticos se vendan como si fueran marcas de refrescos, de botanas, de dulces, etc, tendremos exactamente eso, productos chatarra que seguimos comprando por el bombardeo mediático del que somos víctimas.
Dicen por ahí que, de lo bueno poco, Luis Medina Lizalde “El Oso”, tiene toda una trayectoria en la lucha estudiantil, en la lucha universitaria, en la lucha social, en la lucha política y en el periodismo; tiene un liderazgo irrefutable y jamás he visto un anuncio espectacular con su imagen. El liderazgo del Oso, ha costado 10 veces más que cualquier otro político que paga por entrevistas o menciones en los medios comunicación, pero todo eso le ha valido, pues tiene lo que muy pocos políticos tienen, que es honorabilidad y calidad moral.
Debemos ser capaces de diferenciar entre un político productivo y un producto político, que no nos den espejitos por oro, las consecuencias de elegir perfiles equivocados pueden ser muy graves. No debemos de pasar en alto que quien hace una inversión es porque tiene planeado recuperarla y sacar ganancias, es por eso que una política de ideales siempre será mejor que una política de despilfarro.
